En Washington ven una "oportunidad", pero hay cautela
Después de la reunión de los presidentes, la Casa Blanca espera terminar con las tensiones
WASHINGTON.- Para la Casa Blanca, el encuentro entre los dos presidentes está llamado a ser una "oportunidad" para encauzar la relación bilateral sobre bases más sólidas y dejar de lado los numerosos altibajos de los últimos meses.
Por lo pronto, del lado norteamericano, la cita se sirvió con la escenografía de las grandes ocasiones. Tuvo la comparecencia conjunta de ambos mandatarios y las palabras amables del anfitrión.
Para la Presidenta, no es un dato menor: lo busca desde hace 34 meses, desde enero de 2009. Si el entusiasmo de la Presidenta se midiera en locuacidad, las intenciones serían transparentes: la transcripción de la intervención de Obama ocupa 8 líneas. La de Cristina, 30.
Para la expectativa local, en cambio, el sentido del encuentro se dirimirá en el futuro inmediato. Es previsible una mejor tónica, pero las dudas persisten en el terreno de lo concreto. "Nada nuevo. Charla amable entre los dos presidentes", evaluó, por caso, y de modo más que gráfico, la prensa norteamericana y extranjera que viajó con Obama, a la hora de interpretar lo que ambas partes dejaron ver.
Así se consigna, de hecho, en el llamado "pool de prensa", en el que un cronista acreditado en la Casa Blanca recoge para todos sus colegas lo que depara el encuentro.
Al cierre de esta edición, la prensa norteamericana no se había hecho eco del encuentro. Pero, curiosamente, ayer sí habló de la Argentina, aunque en términos mucho menos elogiosos que la diplomacia de Obama. The Washington Post, por caso, recordó que la Argentina es un "paria en el mercado financiero" luego del default de 2001. Lo hizo en una nota en la que alertó sobre el riesgo de que Grecia siga los pasos argentinos en ese sentido.
Es la segunda vez en una semana que el influyente rotativo se ocupó del país. El martes pasado lo había hecho para denunciar la falta de credibilidad en las estadísticas oficiales y la persecución de los economistas privados que intentan medir la evolución de los precios.
También ayer la edición local de la británica The Economist habló del gobierno kirchnerista. Lo hizo para poner en duda el "control de cambios" que rige desde esta semana, que calificó como una "medida desacertada" fruto de un "capricho" de la Presidenta.
Más allá de la declarada intención oficial de avanzar con eso en la lucha contra el lavado de dinero, la publicación entiende que es un recurso destinado a evitar que los argentinos compren dólares para protegerse de la incertidumbre y de la inflación.
Entre quienes siguen la relación bilateral, la expectativa es que el encuentro abra paso a un período de mayor esfuerzo para reconstruir la confianza perdida.
Sobre todo, a partir de la imagen del canciller Héctor Timerman al frente del operativo con el que el gobierno argentino secuestró material norteamericano en medio de duras acusaciones para meses más tarde, y tras un pedido de Obama, devolverlo sigilosamente.
Las áreas de trabajo siguen siendo las mismas: deuda externa, créditos y pago a acreedores. En este momento, pesa sobre la Argentina el voto negativo de los Estados Unidos sobre los préstamos que el país gestiona ante el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Si las cosas fueran en la línea en que se espera, esa sanción debería desaparecer pronto.
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