Espinoza, del "no" a Cristina a los rumores sobre guiños a Massa
Los intendentes que estuvieron junto a él durante las negociaciones en las que la Casa Rosada definió las listas bonaerenses no daban crédito a lo que presenciaban: Fernando Espinoza rechazaba, uno tras otro, los pedidos del Gobierno para ser candidato del Frente para la Victoria. Primero, ante el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina. Luego, ante el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini. Y, finalmente, ante la propia Cristina Kirchner.
Eran días en los que el intendente de La Matanza todavía soñaba con el lugar que terminó ocupando su par de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde. Más que convertirse en diputado nacional o descansar de un distrito siempre demandante, pretendía encabezar una candidatura que lo ayudara a posicionarse en toda la provincia, de cara a 2015.
Pero la Presidenta eligió a Insaurralde y la negativa que Espinoza repitió tres veces se pareció a un suicidio político. Si no lo fue, demostró la necesidad del Gobierno de no perder el apoyo de un solo municipio. "El intendente de La Matanza no puede pasar a ser un diputado raso: se va para ser vicegobernador o presidente de la Cámara de Diputados", se envalentonó Espinoza, según los testigos, recordando los casos de Alberto Balestrini o Alberto Pierri.
En lugar de encabezar la lista, el Gobierno le ofrecía acompañar a Insaurralde o liderar la boleta provincial de la tercera sección, lugar que terminó aceptando el secretario de Ambiente, Juan José Mussi.
Espinoza sumó como argumento que podía ser más útil a la causa si arrastraba votos como candidato a concejal en La Matanza de la mano de María del Carmen Cardo, la esposa de Balestrini, con quien, de paso, blindaba su Concejo Deliberante ante la avanzada del intendente de Tigre, Sergio Massa.
Quienes creyeron que el Gobierno "vengó" la negativa del matancero "robándole" a Verónica Magario, la jefa del Concejo Deliberante, y postulándola como candidata a diputada cometen el mismo error que quienes vieron esa interna detrás del ataque del domingo pasado a la caravana de Massa, en Ciudad Evita.
La hija de Raúl Magario, quien fuera tesorero de Montoneros, no sólo es una de las principales aliadas políticas de la gestión de Espinoza: se conocen desde los 17 años, cuando militaban bajo el ala de Balestrini, y guardan hoy una estrecha relación, como reconocen desde todo el arco político matancero.
Aliados y adversarios, que antes postulaban a Magario -padre- como una suerte de intendente "en las sombras", son los mismos que hoy reconocen a Espinoza como jefe del gobierno y líder del PJ local.
El rol de Magario no deja de ser menor: Espinoza le encargó las riendas y las reuniones con empresarios para concretar el Centro Ambiental de Reconversión Energética, el proyecto con el que espera convertir en energía los residuos de la región, así como el sello de su gestión y el trampolín de su carrera política. Opositores y ambientalistas creen exactamente lo contrario.
Fuera de las fronteras de su distrito, pero dentro de las de su partido, Espinoza genera otra coincidencia: tanto desde el ultrakirchnerismo como en las filas del gobernador bonaerense, Daniel Scioli, lo cuentan como parte de la tropa propia para la batalla que comenzará después de octubre, de cara a 2015. Lo ven más como soporte en las sombras, por sus votos, antes que como punta de lanza. Lo dicen a sus espaldas.
En cambio, la comidilla de moda dentro de las fronteras de La Matanza apunta en el sentido opuesto: comentan que, como buenos peronista, Espinoza y Massa nunca llegaron a quemar todos los puentes.
Por el contrario, creen ver que la modesta ubicación de los candidatos matanceros en las listas del Frente Renovador (Miguel Saredi, 25° en la boleta nacional, y Julio Ledesma, 5° en la seccional) como un "gesto" de no invasión que Massa habría tenido hacia Espinoza. Lo curioso es que quienes sostienen esa teoría no son otros que los aliados de Espinoza y Massa.
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