Fleitas Ortiz de Rozas, en la Oficina Anticorrupción
Morín asumirá en un tribunal oral
Abel Fleitas Ortiz de Rozas se convirtió ayer en el cuarto jefe de la Oficina Anticorrupción (OA) desde su creación, a fines de 1999. El presidente Néstor Kirchner aceptó la renuncia de Daniel Morín, cuyo pliego para integrar un tribunal oral federal está en el Senado, y lo nombró en su reemplazo.
Secretario de Política Judicial y Asuntos Legislativos durante la gestión de Gustavo Beliz en el Ministerio de Justicia, ex legislador y académico, Fleitas dice que quiere romper con la cultura de la complicidad. "El silencio termina alimentando un sistema corrupto", destacó en diálogo con LA NACION.
-Dadas las restricciones presupuestarias y de infraestructura, ¿cuáles serán sus prioridades?
-La primera, trabajar en la prevención contra la corrupción creando marcos legales y aplicando los ya vigentes que hasta ahora no se aplican en toda su extensión, como por ejemplo el decreto de acceso a la información pública, ya que hay una cultura administrativa histórica bastante cerrada.
-¿Y en el área de "represión de la corrupción"?
-El otro eje será llevar a fondo las investigaciones de los casos más graves y estimular las denuncias y la aparición de testigos. Uno de los problemas que explican la extensión de la corrupción en nuestro país es cierta actitud pasiva de quienes pueden atacarla y no quieren.
-¿Qué quiere decir?
-He tenido muchas experiencias con profesionales, comerciantes y empresarios, a quienes funcionarios públicos o jueces en distintos niveles -nacional, provinciales- les requirieron algún tipo de coima en los últimos quince años. En casi todos esos casos el afectado se quejaba pero no quería radicar la denuncia. Era muy raro el caso de alguien que quisiera que se investigara el hecho. Hay que estimular esta reacción de la sociedad.
-¿Cómo, si aquí se defenestró a quienes sí declararon: Pontaquarto, Sarlenga, Piana o Guillermo Laura, entre otros?
-Precisamente ese tipo de casos demuestra todo lo que todavía tenemos que trabajar en la conciencia pública, en la Justicia y en los instrumentos legales para facilitar este tipo de investigaciones.
En ocasiones aquí el que termina investigado es el denunciante, pero también conozco abogados honorables que preferían no complicarse. Y en suma, el silencio termina alimentando un sistema corrupto.
-¿Proyecta revitalizar algunas investigaciones en particular?
-Sólo durante este año ingresaron 1500 denuncias en la OA que están en la etapa de investigación. Pero la prioridad será impulsar las más graves y luchar para que la Justicia las lleve adelante, porque hasta ahora muy rara vez llegan al juicio oral. También hay que lograr que las investigaciones no se eternicen, porque eso desanima.
-¿Prevé un conflicto con la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas?
-La Oficina comparte facultades con la Fiscalía, la Sigen o la Auditoría General. Trabajaremos en coordinación con ellos, sin reducir nuestras propias facultades. La OA ha cumplido una función importante en estos últimos años y tiene una proyección muy importante. Y debe mantenerla.
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