Entrevista de LA NACION con Jorge Sappia. Fuerte acusación contra Bullrich del nuevo secretario de Trabajo
Aseguró que la ex ministra no conocía los temas laborales
El nuevo secretario de Trabajo, Jorge Sappia, que asumirá sus funciones esta semana, se propone revisar la convocatoria de los convenios colectivos de trabajo, un pilar de la gestión de Patricia Bullrich.
“Debe ser gradual” dijo, para evitar que el ministerio arbitre en cuestiones que deben resolver sindicalistas y empresarios. Volvió a criticar a Bullrich y sumó esta vez a Alberto Flamarique por no entender ambos -según su criterio- del tema laboral.
En octubre de 2000, pocos días después de asumir la dirigente, Sappia se fue dando un portazo: “Bullrich no es idónea para desempeñar una función que me correspondía a mí ejercer por méritos propios”. Esta vez dejó a salvo al actual ministro, José Dumón. También reivindicó el diálogo con los sindicalistas. “Son un dato de la realidad”, dijo.
-¿Por qué aceptó ser nuevamente secretario de Trabajo?
-No tenía la menor intención de volver a la función pública, pero me convocó el ministro Dumón para hacer un servicio al país y al radicalismo.
-Cuando se fue del cargo tuvo una polémica con Bullrich, que asumía, y expresó su deseo de ser usted el ministro de Trabajo.
-No fueron duras sino objetivas mis opiniones sobre Bullrich. Como ella no conoce ni tiene formación en el tema laboral no la consideré idónea para conducir el ministerio y yo tenía en esos momentos una cantidad de proyectos e ilusiones y quería ser el ministro. Como no se dio, me fui. También venía desgastado por la gestión de Alberto Flamarique, con quien me llevé muy bien pero como tampoco era laboralista me costaba mucho que comprendiera lo que había que hacer. Además, había en el ministerio muchos recelos entre radicales y frepasistas.
-¿Qué cambió para que volviera?
-Ahora la actitud no es hacer mucho de nuevo sino tratar de hacer mucho para salvar al país.
-¿Qué opina de la gestión de Bullrich?
-Su estilo es el de trabajar sola, no lo hace en equipo. Tiene un nivel de exposición política muy alto que la desgasta muchísimo y eso no es bueno. Creo entonces que el Ministerio de Trabajo no está peor que cuando ella estaba, pero tampoco está mejor.
-¿Es correcto o no que se suspendan las declaraciones juradas que debían presentar los sindicalistas?
-Hay un fallo judicial que da la razón a los sindicalistas, que presentaron un recurso de amparo en contra de la resolución 377. Pero, además, Dumón siguió un criterio legal. La ley de asociaciones sindicales 23.551 no le confiere al Ministerio de Trabajo esas atribuciones.
-¿Podrá el Gobierno revertir la impresión de que está negociando con el sindicalismo?
-Si negociar es dialogar, está dialogando y no tiene por qué no hacerlo. Convengamos en que los sindicalistas son un dato de la realidad que no puede ser ignorado, sin hacer un juicio de valor sobre si están los que deben estar o deberían estar otros. Son los afiliados a los gremios los que los votan. En estas circunstancias especiales del país yo no creo que se pueda hacer nada si no buscamos consensos.
-Siguiendo el criterio que usó con los otros ministros respecto de que no conocían el tema laboral, ¿no le alcanzan también a Dumón las generales de esa ley?
-No. Si bien es un abogado del ámbito civil, tiene por su profesión una formación jurídica que le permite comprender los derechos del trabajo. Con él tengo un lenguaje común con un mismo origen político.
-¿Tiene en mente revisar algunas medidas de la anterior gestión?
-En principio, le planteé al ministro, y estuvo de acuerdo, que hay que cambiar la metodología de convocatoria de los convenios colectivos de trabajo, que debe ser gradual. Es necesario salir de la ultraactividad (renovación automática de convenios si no hay acuerdo de las partes) de algún modo y actualizar los convenios que son obsoletos y que no se modifican desde 1975. Sin embargo, la resolución 309 que dictó Bullrich a partir de julio del actual tiene un error de procedimiento. El lapso de dos años que se impone para que sean renovados se deben empezar a contar desde que se conforman las comisiones negociadoras entre sindicalistas y empresarios mostrando su predisposición de renovarlo y no desde la convocatoria del Ministerio de Trabajo. El plazo ya empezó a correr y hay partes que ni siquiera se sentaron a negociar. Quiero analizar esas convocatorias. El problema no son las que están bien encaminadas, sino las que están trabadas. No quiero que por hacer todo junto termine mal esta intención de renovar los convenios viejos.
-Pero con ese criterio no se termina nunca con la ultraactividad si alguna de las partes no lo quiere hacer.
-Los convenios se pueden cambiar si se crean condiciones objetivas para negociar. Si pasaran los dos años, el Ministerio de Trabajo se vería obligado a ser árbitro. Si bien es una salida, no debería llegarse a esa instancia. El meollo de la negociación colectiva es el acuerdo entre las partes y la búsqueda del consenso y no la imposición de un tercero.
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