Junín y Pergamino, entre la normalidad y el enojo
Los productores locales no descartan volver a cortar las rutas
JUNIN.- "Del alambrado para allá, es todo para Cristina [Kirchner]; el resto nos queda para nosotros. ¿Qué te parece?" Entre molesto e irónico, Ricardo González, un pequeño productor rural propietario de 60 hectáreas a 20 kilómetros de esta ciudad, dejaba mostrar su fastidio mientras avanzaba con una nueva maquinaria sobre la cosecha de soja. A pocos días de levantarse el paro agropecuario, que paralizó distintas ciudades del noroeste bonaerense, el campo y los comercios de la zona volvieron lentamente a su rutina habitual.
Hace unos días que los chacareros abandonaron por aquí los cortes de ruta (habían interrumpido el paso en el cruce de las rutas 7 y 65), para ocuparse de la cosecha y de la ganadería. "Pero no nos olvidamos de las retenciones ¿eh? Si es necesario, vamos a volver al paro", retruca otro productor agropecuario, interesado en sentar posición frente a un conflicto que encuentra a una excluyente destinataria de las críticas: la Presidenta.
Los tambos también recuperaron su actividad cotidiana. En la estancia Milkdlan, de Darío Hernán Copello, a 27 kilómetros de Junín, volvieron a despachar 4500 litros de leche que otorga su producción diaria. "Por dos semanas, la tuvimos que regalar, porque no nos gusta tirar la leche. Por ahora, todo volvió a la normalidad ¿Qué va a pasar? ¡Ah, no! Eso es imposible saberlo", dice Salvador Núñez Mendoza, encargado del lugar.
En el centro de la ciudad, los juninenses respiran con alivio por la reaparición de los distintos cortes de carnes en las góndolas. Pero miran de reojo la suba de precios de algunos productos que todavía escasean, como los lácteos, que treparon hasta un 20% más en varias despensas.
"La carne ya llegó y el lunes [por mañana] se normalizará totalmente la situación. Pero todavía hay escasez de lácteos y hay restricciones para los clientes en cuanto a la venta de aceites, pues se entregan dos botellas por persona. Nosotros funcionamos bien, pese al paro, gracias al apoyo que tuvimos de los distribuidores locales", cuenta Néstor Mastromauro, propietario de la cadena de supermercados Mastromauro, en esta ciudad.
El intendente de Junín, Mario Meoni, confirma a LA NACION que por lo menos 800 empleados, sobre todo del sector frigorífico, habían sido suspendidos por la crítica situación. "Por fin se levantaron los cortes de ruta, porque la ciudad sintió mucho el conflicto. Además del personal suspendido, había mucha escasez de productos alimenticios básicos. Y muchos gerentes de bancos tuvieron pedido de extensión de plazos en los pagos de clientes que no pudieron cubrir sus cuentas", dice el mandatario local, un radical K, que dijo estar en desacuerdo con las retenciones aplicadas al campo.
En los comercios céntricos, el cartel con la frase "acompañamos al campo" sigue vigente en sus vidrieras. "La gente del campo gasta dinero aquí y por eso los apoyamos. Son importantísimos para la activación de los comercios", sintetiza Jorgelina Domínguez, dueña de la zapatería Mon Ami.
Panorama pergaminense
Recorrer la ruta 7 hasta Junín, en el kilómetro 257, y luego continuar hasta la ciudad de Pergamino (otros 90 kilómetros por la ruta 188) resulta una misión tediosa, por estas horas, debido a la gran cantidad de camiones y maquinarias agrícolas que transitan por allí. Retraso en la entrega de mercaderías y productos, y la soja que llega a su tiempo límite de cosecha (la mayoría de los productores sembraron hasta en las banquinas, entre el alambrado y la ruta) le imponen un ritmo vertiginoso, pero lento, al tránsito vehicular.
En Pergamino, muchas de las carnicerías y pollerías volvieron a reabrir sus puertas después del paro. "Estuve cinco días cerrado por falta de carne. Pero como tengo que vivir y pagar mis cuentas, tomé una decisión: por cuatro días, vendí pescado", cuenta Oscar Travieso, propietario de una carnicería ubicada en la avenida Rocha y Tucumán.
El hombre no hacía más que describir su penuria, cuando lo interrumpe una clienta, presurosa. "Oscar, ¿te quedó algo de merluza para venderme?", le preguntó la mujer. "No, querida... ¡Una vez que volvió la carne, vos me venís a comprar merluza! ¡Creo que me fundo la semana que viene!", bromea Travieso, mientras menea la cabeza.
Luego, frunce el entrecejo y advierte con el dedo índice: "Pero ojo que el paro del campo tenía que terminar... Los cortes de ruta están mal, porque tenemos derecho a laburar y a vivir tran quilos sin deberle plata a nadie".
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