Juraron Fernández, Boudou y Alak con gestos de unidad hacia el PJ
El jefe de Gabinete intentará recuperar el diálogo en el peronismo para garantizar la gobernabilidad
El nuevo gabinete de Cristina Kirchner tendrá un objetivo central: recuperar el diálogo puertas adentro del peronismo para rearmarse internamente con el objetivo de garantizarle gobernabilidad a la Presidenta en medio de la crisis que desató la derrota electoral.
Ese será el eje de la política que instrumentará Aníbal Fernández como jefe de los ministros, después de haber jurado, ayer, en un acto en el que escaseó la euforia de otras épocas. El dato extra lo aportó la llamativa ausencia del polémico secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, que en momentos de terremotos internos suele pasearse despreocupado frente a las cámaras de televisión.
A las 19.30 ya Cristina Kirchner le daba órdenes a Amado Boudou. Le pidió, seria, que se acercara hacia ella para tomarle juramento como nuevo ministro de Economía. Consciente, la Presidenta sonrió y le hizo un gesto de cariño un segundo después. Junto con él asumió ayer el nuevo ministro de Justicia y Seguridad, Julio Alak, y el secretario de Cultura, Jorge Coscia.
"Va a haber mucha relación con los gobernadores, será una materia corriente", fueron las primeras definiciones del jefe de Gabinete, que se mostró exultante por su nuevo cargo, un lugar que buscaba desde hacía años y finalmente consiguió. La contracara la mostró el ministro del Interior, Florencio Randazzo, otro de los que querían el estrado principal de los ministerios, pero quedó relegado ante la derrota del 28 de junio.
Pocos intendentes
El clima de fiesta de otros años en el palacio de Gobierno sólo lo aportó la hinchada propia de Mariano Recalde, que asumió la conducción de Aerolíneas Argentinas. Estaban los que llegaban y los que se iban. En primera fila se ubicaron los ex: Sergio Massa, Carlos Fernández y José Nun. Por primera vez, no hubo tantos intendentes del conurbano bonaerense, que siempre aportaron barra propia a los recién llegados, ni numerosos empresarios, a pesar de que uno de los que asumían era el nuevo ministro de Economía.
La primera conclusión entre los moradores de la Casa Rosada fue que Aníbal Fernández, un ultrakirchnerista, era el único resorte que le quedaba al matrimonio Kirchner para comenzar a reconstruir el liderazgo perdido. Aunque escéptico, un hombre del ala dura del Gobierno y de estrecho nexo con el ex presidente lo definió así: "Los Kirchner querían para ese lugar alguien que peine canas y a quien respete todo el Gabinete y los gobernadores". La figura del flamante jefe de los ministros intentará aplacar las internas puertas adentro. Su cercanía con el núcleo duro del poder lo convertirá en un "articulador" de varios frentes.
El objetivo central será, de todas maneras, el peronismo, aunque el funcionario aún no definió si recibirá a los principales gobernadores del PJ que mostraron los dientes al Gobierno después de la derrota legislativa. "Nuestro espacio se quedó sin candidatos", graficó ayer un funcionario de trato diario con el matrimonio, que cree que ahora el ex presidente deberá trabajar en ungir un postulante de consenso ante la amenaza que representan para las presidenciales de 2011 el espacio de Mauricio Macri o el del vicepresidente Julio Cobos.
Ante la muestra de concentrar el poder en unos pocos que puso de manifiesto la Presidenta con lo cambios que hizo en el Gabinete, los nuevos ministros expresaron ya su lealtad. "Soy un fiel soldado de la causa", dijo Alak a poco de asumir, mientras prometía trabajar por mayor seguridad, una de las grandes cuentas pendientes del Gobierno.
Aníbal Fernández siguió mostrando sus dotes de fidelidad al matrimonio. "Los únicos que interpretan y hacen lo que decía Perón son Néstor y Cristina", se despachó por la mañana, en la puerta del Ministerio de Justicia, que todavía ocupaba. Y le "disparó" a Eduardo Duhalde, a quien acusó de haberle mentido cuando en 2002 le prometió que se iba a correr de la política y ahora regresó para rearmar un PJ diezmado por la derrota electoral. Está claro que otro de sus papeles centrales será concentrar la comunicación, al mejor estilo kirchnerista. Con dureza.