La integración de los binomios como tema electoral
Por Atilio Cadorín
El binomio Fernando de la Rúa- Chacho Alvarez, según el gobernador Eduardo Duhalde, es "una fórmula para 16 kilómetros". Con ello, el mandatario provincial quiere decir que De la Rúa y Alvarez sólo estarían en condiciones de captar votos en la Capital Federal y en el Gran Buenos Aires.
La referencia, además, tiende a poner de relieve que prevalece el denominado "centralismo" en los máximos aspirantes de la coalición.
"Vamos a enfrentar la fórmula porteña con una federal", dijo Duhalde, ayer, en Salta, donde fue recibido con un clima festivo por el gobernador Juan Carlos Romero.
Duhalde extendió el alcance de esa afirmación para incluir como su posible candidato a vicepresidente a "un gobernador o un dirigente del interior del país".
Así, el gobernador bonaerense no sólo avanzó sobre la fórmula de la Alianza, sino que, además, transforma la integración de ésta en un tema de campaña electoral, que apenas comienza a insinuarse.
Duhalde aparece fiel a sí mismo. En las elecciones legislativas del año último, su campaña tuvo como una característica de peso la de destacar la identidad bonaerense.
Desde tiempos lejanos
El argumento de Duhalde se ajusta a una costumbre que viene de tiempos lejanos y que siguió, en cierta forma, el estilo norteamericano de equilibrar la fórmula con uno de los integrantes de la costa oeste o de la este de los Estados Unidos, con uno del centro o del sur de ese país.
John Kennedy, del Este, tuvo como compañero a Lyndon Johnson, demócrata del Sur; el republicano Ronald Reagan (California), a George Bush (Texas). Una conjunción de representantes de la Costa Oeste y el Sur.
Los demócratas llegaron al poder y consiguieron la reelección por primera vez desde los cuatro gobiernos de Franklin Delano Roosevelt -que comenzaron en 1933 y se prolongaron hasta 1944- con Bill Clinton y Al Gore.
Clinton es de Arkansas y Gore, de Tennessee, dos Estados de pequeño peso político e integrantes de una misma región que los norteamericanos denominan "el sur profundo".
En la Alianza saben que el denominado "centralismo" puede ser sólo un recurso electoral. "Las distancias se redujeron considerablemente y la información a todo el país llega más rápido que nunca", fue la interpretación de uno de los voceros de la coalición.
El valor cualitativo
Si bien "federalizar la fórmula" aún puede tener valor, no es un valor absoluto, porque también se podría decir que con un candidato de origen bonaerense, las otras provincias quedan relativizadas en el orden nacional.Menem, de La Rioja, es presidente, y Duhalde, su compañero de fórmula en 1989, volvió a la provincia de Buenos Aires en 1991.
Podría concluirse que, más que la búsqueda de una fórmula descentralizada, la tendencia es el valor cualitativo de los candidatos. Y que no hay una alternativa excluyente para la integración del binomio.
De la Rúa -cordobés de origen- recordó que, a propósito de la fórmula, el gobernador Duhalde expresó su intención de "colocarse a la izquierda" de la Alianza. "Hoy ya no existe el muro de Berlín, la geometría política es otra y en las elecciones legislativas se había hablado mucho de la identidad bonaerense y ganó la Alianza", dijo De la Rúa a uno de sus allegados.
La integración de una fórmula presidencial, en especial si se trata de una coalición de derecho -y no de hecho, como la que protagonizan cada tanto Raúl Alfonsín y Carlos Menem- requiere de consideraciones diferentes o, al menos, no sólo del origen geográfico de sus componentes.
"Referirse a que se trata de una fórmula centralista es una manera de reeditar el viejo esquema de oposición entre la Capital y las provincias", dicen los radicales que adhieren con más firmeza a la consolidación de la Alianza.
¿Cuál es el valor que hoy tiene esta oposición entre porteños y federales? En la provincia que gobierna Duhalde, por ejemplo, los bonaerenses comparten el territorio con gente que llegó a buscar una mejor vida desde otros terruños.
No es improbable que con su "federalización" de la fórmula, Duhalde apunte a los votos de los argentinos que, provenientes de diferentes provincias, se radicaron en Buenos Aires.
De este modo, la jugada de Duhalde ya no es el ser bonaerense, sino abrir el abanico electoral colocando como tema de campaña la composición de la fórmula.
Un respiro
Duhalde tiene que estar atento a los pasos de la Alianza sin descuidar lo que ocurre dentro del propio justicialismo.
Por ahora, consiguió un respiro en su aspiración de adelantar un mes la fecha de las elecciones internas partidarias, previstas para el 11 de abril próximo, y en el intento de Menem para reasumir la presidencia del PJ, frustrada por una medida de no innovar de la jueza María Servini de Cubría, confirmada por la Cámara Electoral.
La semana próxima puede escribirse otra historia si caen por decisión judicial todos los recursos interpuestos por el duhaldismo y si Menem prolonga su mandato en el PJ hasta el 2002.
En ese escenario, un acuerdo de Duhalde con Ortega se tornará más complejo. Menem seguirá en la presidencia del PJ y Ramón Ortega necesitará más tiempo para su campaña.
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