La liturgia peronista busca ganar espacio
Se sentirá en los actos del PJ bonaerense
LA PLATA.- La desdibujada liturgia del peronismo hizo su debut, en la semana que pasó, en la campaña de Cristina Kirchner y, con el empuje de los intendentes del conurbano bonaerense, intentará ganar espacios en lo que queda del mes.
"El peronismo del conurbano le da la bienvenida." La frase, pronunciada el viernes en el mercado concentrador de José C. Paz por el intendente Mario Ishii, lejos de la inocencia, describió el cambio de rumbo.
En el acto reaparecieron los bombos, las banderas y, con su habitual papel condenado a la pasividad, los empleados comunales y beneficiarios de planes para desocupados, trasladados por una caravana de colectivos desvencijados que llegaron al lugar cinco horas antes del comienzo del acto.
No fue el único cambio escénico que, además, admiten en las usinas del kirchnerismo, que podrá percibirse de acá en más, salpicando el glamour de los viajes al exterior o las irrupciones en territorio porteño a lo que es más afecta la primera dama.
En el discurso y en la acción sobre el palco de José C. Paz se apuntaron novedades que, aseguran, se repetirán en las semanas que faltan para los comicios.
La sensibilidad femenina desplazó a la explicitación de planes y propuestas de gobierno, y dio a luz a una oratoria vinculada con los lazos afectivos, la confianza, el cariño y un mensaje surgido "del corazón", que incluyó una convocatoria a "madres y mujeres" para constituir una "red territorial en defensa de los jóvenes".
También quedó claro que para este tipo de público, aportado por jefes comunales del conurbano, como Jesús Cariglino (Malvinas Argentinas), Alberto Descalzo (Ituzaingó), Ishii o el aspirante a vicegobernador, Alberto Balestrini, no hace falta que todos hablen: no dijeron palabra ni su compañero de fórmula, Julio Cobos, ni el gobernador Felipe Solá ni Balestrini.
A la clásica presentación, como ídolos deportivos, de cada candidato se sumó una fórmula patentada por el presidente Néstor Kirchner: el contacto directo con el público.
A riesgo de parecer desprolija, la senadora candidata, afianzada por la cintura en los fuertes brazos de un custodio, se lanzó a saludar, abrazar, besar a los concurrentes parados en la primera fila del otro lado de las prudentes vallas, siempre en resguardo de cualquier desborde.
A tanto se atrevió la candidata, que en el acalorado acercamiento no reparó en que el cinturón de su blusa verde manzana se había salido de lugar, al igual que el jopo de su peinado, retocado minutos antes de subir al escenario en una carpa instalada para tal fin. Valió la pena, comentaban jocosos, algunos de sus propios colaboradores.
Pese a los cambios señalados, hubo algo que siguió igual: no hubo contacto con la prensa y difícilmente en los próximos actos proselitistas lo haya.
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