La lógica versus la desconfianza
Ayer comenzó una pulseada crucial entre el Banco Central (BCRA) y el mercado por el hasta ahora incontenible precio del dólar. Y, paradójicamente, en medio de una nueva disparada de la divisa, que llegó a los 4 pesos en algunas casas de cambio, generando un clima apocalíptico entre la gente, funcionarios del BCRA y operadores se esperanzaron con el eventual éxito que tendrían las medidas de la entidad en el corto plazo.
Según esta visión, con sus resoluciones restrictivas el Central "empezó a jugar fuerte" y les hará perder plata a los que ayer compraron billetes a 3,80 o 3,90 pesos. Como prueba, señalaron que el dólar mayorista cerró ayer en baja -$ 3,20- tras la circular de la entidad que preside Mario Blejer que obligó a bancos a venderle sus excedentes en dólares. La incorporación de casas de cambio a la operatoria, en el interior y el macrocentro, harían el resto al descomprimir la demanda en la City y dejar en evidencia a las que cobran más caro.
Hasta allí, la lógica de la estrategia del BCRA, que ahora deberá ser corroborada por los hechos en medio de la desconfianza generalizada de la gente, bautizada en las esferas oficiales como "la psicosis del dólar".
El presidente Eduardo Duhalde y el Ministerio de Economía decidieron apostar a esta solución técnica del BCRA, sin anuncios políticos que la acompañen. Paralelamente, preparan una suba de las retenciones a las exportaciones para compensar la caída de ingresos que produce un dólar en estos niveles. Se estaría a las puertas de una nueva contramarcha.
Lo dijo un alto funcionario del gobierno de Estados Unidos en Washington hace 20 días ante empresas de ese país instaladas en la Argentina: "El Gobierno parece muy distraído y desconectado de la realidad; no parece entender la urgencia de moverse rápidamente hacia un plan global, en vez de avanzar con medidas aisladas".
Nunca pareció más evidente la crítica observación que durante este fin de semana. El Presidente afirmó que si el dólar se va a 9 pesos no tiene nada que ver con su gobierno y que si se desemboca en la hiperinflación "habrá que bancársela". Pareció querer profundizar la estrategia de subrayar la independencia del BCRA en el manejo de la política monetaria, un argumento de lógica impecable para tiempos calmos, pero que da una riesgosa señal de falta de cohesión ante una sociedad que comienza a recuperar su memoria inflacionaria. Las declaraciones son incompatibles con la búsqueda de un cambio de expectativas, justo cuando el Gobierno debería preocuparse por generarlo.
Peligrosas señales de aislamiento surgen también en Economía cuando se apuesta a la solución de los problemas por la vía exclusiva de los instrumentos técnicos y no se enfrenta a la sociedad con un mensaje claro. Al fin de cuentas, hasta no hace mucho, en el Palacio de Hacienda apostaban a un dólar de entre 1,60 y 1,70 peso sobre la base de una política fiscal y monetaria restrictiva que daría al mercado una señal de que no se emitiría descontroladamente. Eso bastaría, en teoría, para anclar la moneda norteamericana cerca del entonces dólar oficial, de $ 1,40. Sobre la base de esta estimación -que la falta de confianza de la gente, al volcarse masivamente al dólar, convirtió en notoriamente errada- se concretó nada menos que una de las medidas centrales de este plan: la pesificación.
"Dólar pánico"
No es anecdótico entonces el manejo de las expectativas, más allá de lo que indiquen los números. Tampoco el "timing" de las medidas. Anteayer, una altísima fuente de Economía relativizaba un rumor: que el dólar comenzaría Semana Santa a $ 3,70. "¿Cuánto? No llega a ese nivel ni en broma", pronosticó la fuente a LA NACION. La historia es conocida: ayer, el "dólar pánico" tocó los $ 4 en algunas casas de cambio. Economía y el BCRA minimizan la nueva disparada: "Fueron unas pocas casas de cambio", "nadie compró en ese nivel", "las medidas del Central harán que nadie esté dispuesto a seguir perdiendo plata comprándoles a los especuladores", son algunas de las explicaciones.
Pero en dos días se rompieron dos barreras psicológicas: la de los 3 pesos el viernes y la de los 4 ayer. Y cuando el traslado a precios se dispara es muy difícil de revertir, aun con retroceso posterior del dólar.
Si, como algunos vaticinan, las medidas del Central logran domar el dólar el Gobierno habrá ganado una batalla y no menor, pero si aspira a ganar la guerra, esto es, reconstruir el sistema productivo, sanitario y previsional para sacar a millones de argentinos de la exclusión económica y social, tendrá que interpretar el sentir de la calle, incluso el de los "locos" que compran dólares a cualquier precio.