Opinión. La oposición se puso en marcha
Por primera vez en treinta y dos años de gobiernos peronistas, un presidente de este origen no tiene el control del Congreso y tras décadas de predominio del hiperpresidencialismo, la Argentina vive una real división de poderes.
El Congreso comienza a poner límites al Ejecutivo, tras ser llamado la Escribanía del gobierno en los últimos años y, en este contexto político, la Justicia se torna más independiente.
Pero a la opinión pública, acostumbrada a los presidentes fuertes, a veces le cuesta aceptar que tanto el Congreso como la Justicia tienen sus tiempos y procedimientos, que pueden requerir semanas y meses.
Ello es lo que sucede normalmente y cabe mencionar el caso de la reforma de salud en los Estados Unidos, que pese a la mayoría demócrata en ambas cámaras, llevó un año lograrla a Obama.
En el caso argentino, la diferente relación de fuerzas en ambas cámaras (amplia mayoría opositora en diputados y ajustadísima en senadores) tiene una explicación institucional. Es que los diputados se renuevan por mitades cada dos años y los senadores por tercios. Por esta razón, la influencia de la elección del 28 de junio es mayor en la Cámara baja que en la alta.
En Diputados, el rechazo por nulidad del DNU sobre el pago de deuda con reservas del 1 de marzo se dio con el voto de 140 opositores frente a 93 oficialistas y 6 abstenciones. Votaron por el rechazo, desde Gabriela Michetti hasta Pino Solanas, algo que no parecía fácil de lograr.
En el Senado, la media sanción de la reforma del impuesto al cheque que transfiere cerca de 10.000 millones de pesos a las provincias fue aprobada por 35 votos opositores a 33 oficialistas. En la misma sesión, el oficialismo logró la aprobación del pliego de Mercedes Marcó del Pont para ejercer la presidencia del Banco Central, por 36 a 35, siendo la abstención de Carlos Menem, la que permitió este resultado, evitando el desempate del vicepresidente Julio Cobos, como el 17 de julio de 2008.
La comparación de ambos resultados, muestra que hay tres senadores oficialistas que votaron con el Gobierno en el tema Banco Central y no lo acompañaron en el impuesto al cheque. En cambio, la oposición tuvo en ambas votaciones 35 senadores, aunque con el mismo número ganó una y perdió otra.
La clave política de ambos resultados está en el peronismo. Nunca un presidente justicialista no tuvo el control del Congreso porque nunca el PJ en el poder estuvo tan dividido como ahora ya que la cuarta parte en el Senado es opositora y casi un tercio lo es también en Diputados.
Fronteras. Entre oficialistas y disidentes hay veces que la frontera no es muy clara. Ello se ha puesto en evidencia sobre todo en el Senado. Dos senadores justicialistas opositores (Menem y Latorre) han coincidido más de una vez con los intereses del oficialismo, mientras que la kirchnerista (Bortolozzi) coincidió ahora con la oposición.
La realidad es que la oposición tiene consensuado un programa común en el campo institucional que pasa por la reforma de la ley que regula el uso del DNU por parte del Ejecutivo para hacer que sean las dos cámaras y no sólo una las que convaliden estos instrumentos; la reforma del Consejo de la Magistratura para impedir el poder de veto que de hecho tiene el Ejecutivo; la reforma del impuesto al cheque para transferir parte de sus fondos automáticamente a las provincias y el saneamiento del Indec.
No es poco, y con los inevitables tiempos del Parlamento, es lo que está en marcha desde el 1 de marzo con un proceso que requiere primero el despacho en comisión - normalmente más de una- y el tratamiento en el plenario en cada una de las cámaras. Se trata de un programa en el cual pueden coincidir desde el Polo del Sur en la izquierda hasta el Pro sobre la derecha.
La crítica que quizás pueda hacerse a la oposición, es su falta de capacidad para comunicar este programa y los pasos que está dando para concretarlo.
Pero frente a la puesta en marcha de la oposición, Kirchner redoblará la apuesta. La reforma del impuesto al cheque, que precede otras iniciativas tendientes a terminar con la distribución discrecional de fondos a las provincias por parte del Ejecutivo, seguramente va a ser aprobada en Diputados dada la mayoría opositora. Entonces se abrirá la instancia del veto presidencial, que el Ejecutivo dijo estar dispuesto a usar.
Por esta razón, la oposición se ha puesto en marcha, pero en lo inmediato puede marcar un camino institucional, mientras que influir sobre el poder le llevará más tiempo.
El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría
lanacionar