La parábola del ministro Sartor
Amenazó con renunciar y creó un nuevo problema a De la Rúa
La breve historia de Daniel Sartor como ministro de Desarrollo Social encierra una elemental parábola sobre la política y el poder.
Desconocido en la política nacional, llegó al cargo once días atrás para cubrir una necesidad coyuntural de De la Rúa. Su antecesor, Juan Pablo Cafiero, había renunciado antes de tiempo (para los tiempos del Gobierno) y el Presidente sintió la urgencia de cubrir la vacante para evitar "operaciones de prensa" de aspirantes a ocuparla.
Por añadidura, Sartor llegó al ministerio social "vicariamente", en la expresión de un viejo operador radical: De la Rúa le dio el cargo, a través suyo, al gobernador rionegrino Pablo Verani, jefe político del joven Sartor, para premiar su cercanía al Gobierno.
Pero todo esto careció de importancia una vez que Sartor juró como ministro de Desarrollo Social y asumió plenamente su papel.
Los ministros consultados por LA NACION confesaron su sorpresa por la defensa que hizo Sartor de su estructura y presupuesto. Su tenacidad frustró en parte los planes del delarruismo de avanzar hacia una completa disolución de Desarrollo Social en favor de la nueva área social que conduce Patricia Bullrich.
En la última reunión del gabinete social, el jueves, Bullrich intentó apropiarse de todos los planes que maneja Sartor, dejándole apenas una diminuta partida para emergencias (básicamente, para colchones y chapas).
Pero Sartor se plantó en que, si le quitaban todo, tendrían que aceptar su renuncia al cargo, contó uno de los cinco ministros que asistieron al encuentro. Faltaban sólo unas horas para que el Presidente presentara el paquete de medidas económicas y sociales; la renuncia del ministro no podría ser más inoportuna, en un momento de tanta vulnerabilidad.
La negociación, aunque de final desfavorable para el nuevo ministro, le permitió conservar otros recursos además de los estrictos planes de emergencia, y defender, al menos por ahora, la supervivencia de su disminuido ministerio.
Presupuestos
El decreto que debería zanjar el conflicto quedó escrito anteanoche, a las 23, informó Bullrich y confirmó un vocero de Sartor a LA NACION. Todavía no tiene, sin embargo, la firma del Presidente, dijo el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, de modo que, potencialmente, podría ser modificado.
No debería serlo, ya que las partes en conflicto dicen aceptar el resultado. Según explicó Bullrich, el decreto establece el pase a su ministerio de "las pensiones no contributivas, las secretarías de Acción Social y de Tercera Edad, el programa alimentario federal, el programa Solidaridad, la asignación de becas, los programas sociales agropecuarios, la promoción de ingreso social", entre otros.
Es decir, la mayoría de los $ 1200 millones del presupuesto de Desarrollo Social serán suyos. Según Bullrich, Sartor conservará unos $ 80 millones estrictamente para "emergencias".
Los voceros de Sartor consultados (LA NACION insistió en hablar con el ministro, pero había viajado a Río Negro y no lo ubicaron) dijeron en cambio que Desarrollo Social conservará sus programas de infraestructura social, de emergencias y planes alimentarios.
Un tercer ministro del gabinete social (que componen, además de Sartor, Bullrich y Colombo, Andrés Delich, de Educación, y José Dumón, de Trabajo) aclaró que el único plan alimentario que conservará Sartor es el Unidos, de distribución de cajas con comida no perecedera.
Bullrich recibirá también los fondos que hoy se destinan a planes Trabajar (los cede Dumón) y los $ 60 millones que Educación destina a becas y útiles escolares. Delich está conforme con la cesión, según dijo a LA NACION, porque la unificación de partidas en Seguridad Social permitirá ampliar la cantidad de becados y de útiles para repartir. Bullrich manejará los fondos, pero Delich se encargará de la distribución del beneficio y de la identificación de los beneficiarios.
Bullrich tendrá $ 2800 millones para lanzar el "sistema integrado de protección familiar" -un subsidio para familias con ingresos menores a mil pesos y con hijos de menos de 14 años- y un subsidio a jubilados indigentes.
Todas las cifras son provisionales, explicó Colombo, porque todavía está pendiente en el Congreso la discusión del presupuesto 2002.
Sartor tendrá un problema adicional al de la reducción de poder político, adelantó otro ministro: se verá obligado a un ajuste de estructuras y personal, ya que el presupuesto de $ 1200 millones justificaba un ministerio de unos 2000 empleados y diez pisos, pero otro de 80 millones requerirá un achicamiento equivalente.
Sus voceros aseguran que, de todos modos, está decidido a seguir en el cargo. Y De la Rúa está dispuesto a garantizar que continúe. "La idea predominante era que Desarrollo Social iba a la extinción -explicó un miembro del entorno presidencial-. Pero hay un problema político: no parece que el Presidente quiera cambiar otro ministro ahora."
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