La Presidenta aísla a los Rodríguez Saá y avanza en San Luis
Giro del gobernador Poggi, un delfín de los ex mandatarios, que se acerca a la Casa Rosada
SAN LUIS.– Desde la altura de las sierras y la tranquilidad bucólica de su casona en El Durazno, a 30 kilómetros de la capital, Alberto Rodríguez Saá mira el caballo de Troya hecho con cucharitas, una de sus últimas creaciones artísticas.
La escultura, que remite a la antigua historia de una traición bélica, parece para él y sus dirigentes de confianza una exacta metáfora de la actualidad política de la provincia, en la que desde hace nueve meses, y luego de 30 años, gobierna un apellido diferente al de los amos y señores del poder político puntano.
Contrariamente a lo que podía suponerse, soplan en esta provincia extraños vientos de cambio: el gobernador Claudio Poggi, un experimentado delfín político con larga trayectoria como ministro y funcionario de los hermanos Adolfo y Alberto Rodríguez Saá, busca obtener juego y perfil propios. Osó desafiarlos con un ostensible acercamiento a la Casa Rosada, con visita de la presidenta Cristina Kirchner incluida. Esto desató la furia del ex gobernador, que la semana última abandonó su exótico refugio en las sierras y la obra de teatro en la que actúa para destinarle a Poggi críticas de todos los colores, amainó en parte con las respuestas conciliadoras de su sucesor. Pero aquél pareció ser sólo el prólogo de una batalla por el poder en la que el gobierno nacional también espera sacar tajada.
"Hay muchos factores de retroceso en este gobierno que me preocupan", se despachó "el Alberto", muy serio y en conferencia de prensa luego de semanas de deliberado silencio, el viernes 17. De inmediato, el ex mandatario detalló aspectos de la gestión de su sucesor que lo "perturban", empezando por la decisión de Poggi de empezar a formar parte del Consejo Federal Vial y otros organismos a los que los Rodríguez Saá renunciaron a medida que las relaciones con el gobierno kirchnerista se hicieron más tirantes.
No se quedó ahí: criticó la política de seguridad de Poggi, los eventos culturales y hasta las acciones en el área deportiva, que incluyen la candidatura de La Punta, la ciudad creada junto con su hermano el ex presidente y actual senador Adolfo Rodríguez Saá, como eventual sede de los Juegos Panamericanos en 2019.
¿Cómo respondió el gobernador? "Valoro en positivo las críticas", contestó Poggi con picardía al día siguiente, dejando abierta una tregua que se mantiene hasta hoy.
"Mantenemos gran parte de las políticas que permitieron la transformación de San Luis. Y le hemos dado un impulso adicional al deporte, con la creación de un ministerio, y a la vivienda, ya que hemos detectado que muchas familias jóvenes nuevas demandan vivienda", contestó Poggi a LA NACION con tono tranquilo y media sonrisa durante una recorrida por los barrios Tibiletti y Virgen de Luján, horas antes de que se desatara la guerra pública.
Mientras recorría el barrio carenciado, besaba bebes y prometía gas para todos con un estilo parecido al de "el Adolfo" en su juventud, Poggi intentaba relativizar su cambio de actitud. "Tenemos una relación...procuro una relación institucional respetuosa, creo que se viene dando, ¿no?", decía, antes de abrazar a quienes se le acercaban.
¿Cuáles fueron los movimientos del nuevo gobernador que despertaron la perturbación de los dueños del poder en la provincia?
La visita de la presidenta Cristina Kirchner, que inauguró un establecimiento porcino en la localidad de Juan Llerena el 27 de junio último, encendió definitivamente las alarmas en el albertismo. Pero había irritado el reemplazo de dos funcionarias que respondían al ex gobernador: la rectora de la Universidad de La Punta, Alicia Bañuelos, y la titular del Ente Coordinador Zona Franca, Graciela Corvalán, quien tuvo a su cargo la organización del original (y oneroso) trasplante del Carnaval de Río de Janeiro al árido suelo puntano.
El paulatino acercamiento impulsado por Poggi, contador nacido en Río Cuarto, al calor kirchnerista incluyó, además del Consejo Vial, el retorno de San Luis al CFI y al plan Nacer, efectivizado el jueves último. Ese día, la provincia obtuvo otro gesto de la Nación: recibió más de $ 1 millón del Ministerio de Justicia nacional por mantener presos federales en cárceles de la provincia. "Una cosa es hacer política y acumular poder propio. Y otra muy distinta es cambiar los ejes de la política y correr a los brazos del Gobierno", se desahogó ante LA NACION un peronista con pasado y presente de cercanía con los Rodríguez Saá.
"Con el gobierno nacional tenemos una relación cordial, y la esperanza es que mejore. Sólo nos gustaría, cuando lancen una política de Estado, estar incluidos", afirmó a LA NACION José María Emer, ministro de Hacienda y también contador, en una de las imponentes torres que rodean la pirámide, la insólita Casa de Gobierno provincial construida por Rodríguez Saá antes de culminar su mandato.
Nadie cree aquí que los Rodrígez Saá se den por vencidos. Y anotan las despiadadas críticas a Poggi desde el diario de la República, que maneja Feliciana Rodríguez Saá, hija de "el Adolfo"; rumores sobre renuncias de ministros que Poggi debió confirmar poco después; ninguneo en la conducción del PJ puntano, convertido en el búnker desde el que los Saá parecen pertrecharse de cara al futuro. "Le están marcando la cancha a Poggi y lo van a seguir haciendo", afirmó un experimentado ex funcionario en un bar céntrico.
"Acá vamos a estar, mientras tengamos vida, con «el Adolfo», con los compañeros en el PJ puntano", dijo Alberto en el reciente congreso partidario, mientras su hermano sonreía y llovían aplausos.
"San Luis es una verdadera prestocracia, le han prestado el poder a Poggi y ahora se lo quieren quitar. La decisión final de rebelarse o no es exclusivamente del gobernador", afirmó a LA NACION el ex diputado Juan José Laborda Ibarra.
La guerra recién parece estar comenzando.
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