La Presidenta llamó cínicos a los gremios aeronáuticos
Los exhortó a trabajar, reveló los sueldos del personal y respaldó a Recalde; volvió a criticar a Moyano
En un encendido discurso en el que lloró tres veces, rió otras tantas y recordó a su marido muerto, Cristina Kirchner criticó ayer duramente a los gremios aeronáuticos, a los que acusó de "cínicos", les enrostró los aumentos de sueldo que habían tenido desde que el Estado se hizo cargo de Aerolíneas Argentinas y los exhortó a trabajar.
El nuevo hangar de la compañía aérea, que fue remozado después de haber sido usado por varias empresas, sirvió ayer de escenario para que la Presidenta cuestionara con dureza al sindicalismo.
Las críticas no sólo fueron para los gremios en conflicto, como el de los mecánicos, que conduce Ricardo Cirielli, y el de los pilotos, a cargo de Jorge Pérez Tamayo. También hubo una solapada referencia al secretario general de la CGT, Hugo Moyano, por haber bloqueado desde Camioneros a la empresa Gate Gourmet, encargada del catering a bordo, que se vio obligada a paralizar la actividad hace dos semanas y amenazó con irse del país.
Con ironía, Cristina se quejó de que los sindicatos esgrimían "colitis" para no trabajar y en medio de la puja dentro del oficialismo por los espacios de poder antes del recambio de gabinete, la Presidenta dio un fuerte respaldo a la gestión de Mariano Recalde y de la agrupación La Cámpora al frente de Aerolíneas. "Este señor que está ahí sentado se llama Mariano Recalde y no lo nombró el Espíritu Santo, lo nombró esta Presidenta", sostuvo. El resto de los directores de la empresa y también integrantes de la agrupación juvenil creada por Máximo Kirchner, Eduardo De Pedro y Axel Kicillof, disfrutaban con algarabía tras el acto del respaldo presidencial. Estaban presentes, también, el diputado Héctor Recalde, abogado de la CGT y estrecho colaborador de Moyano.
"Esta Presidenta se hizo cargo de esta empresa vaciada, quebrada, sin aviones, dejada de la mano de quienes la habían quebrado, con seis sindicatos en su interior", exclamó. Y, en un mensaje a los gremios, advirtió que "estas cosas de boicot encubierto nos hacen perder millones de dólares. El último conflicto nos hizo perder 20 millones de dólares".
La temperatura exterior, superior a los 30 grados, comenzaba a subir en el interior del hangar de techos de chapas. El discurso presidencial parecía imitar el clima. Con el paso de los minutos, la jefa del Estado elevó el tono de voz y emprendió contra los constantes paros aeronáuticos.
"La cuestión no es enfrentar a nadie, la cuestión es convencerlos de que trabajen. Estoy vieja para las declaraciones de amor. Lo que les pido es que trabajen", sostuvo Cristina, quien pidió "una Aerolíneas para 40 millones de argentinos".
Los sueldos del personal
Un grupo de La Cámpora y de la Asociación Personal Aeronáutico (APA) comenzó a cantar en contra de Cirielli. Llevaban remeras que decían "Yo no boicoteo. Yo banco", en sintonía con el discurso oficial.
Afuera, a apenas 20 metros, rugían los aviones que llegaban y partían mientras otros gremios masticaban bronca. Tres mecánicos con sus mamelucos azules, integrantes de la rama de Cirielli, se indignaban cuando escuchaban de boca de Cristina cuál era el sueldo que tenían. La Presidenta leyó uno por uno cómo habían quedado los salarios del sector desde que el Estado se hizo cargo de la empresa, lo que no conformó a nadie. Incluso dentro del hangar hubo silbidos por las elevadas cifras.
La mayoría se sorprendió por los datos que arrojaba la jefa del Estado. Sostuvo que un maletero ganaba $ 11.500; los técnicos, $ 16.680; el personal jerárquico, $ 21.000, y los pilotos, $ 37.800. Pegadas a las vallas que separaban a los trabajadores del escenario, dos chicas se miraban una a la otra negando con sorpresa alcanzar esos sueldos. La Presidenta se incomodó por el bullicio y aclaró que hablaba de sueldos promedio.
Visiblemente molesta, la jefa del Estado mostró su enojo por los conflictos gremiales hasta con lágrimas. Se le quebró la voz. "Me duele que te cuenten que en un vuelo de United o de American no habían podido subir el catering y el piloto dijo por altavoz a todo los pasajeros que la culpa de que no le dieran comida era del Estado argentino. Sentí mucha vergüenza", dijo, con dientes apretados. Hablaba del conflicto de Camioneros.
"Más que una falta de cooperación, hay un ejercicio de cinismo inadmisible", volvió otra vez sobre los gremios aeronáuticos. Fue entonces cuando se emocionó aún más. "Se me murió mi compañero de toda la vida, tenía a mis dos hijos hechos pelotas y tuve que hacerme cargo de la Argentina y salí a trabajar poniendo el hombro todo el día", les aclaró la Presidenta.
Hacia el final, largó su última advertencia: "El día que esto se acabe a los primeros que se van a llevar puestos es a los trabajadores. Yo voy a seguir viviendo y comiendo pero se van a llevar puesto a los trabajadores", reiteró. Y pidió a los pasajeros que "si tienen problemas, en buenos modos, porque no creo en la violencia, le pidan a ese hombre o mujer que quieren que la Argentina sea grande".
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