La reforma política es sólo un enunciado
Fue incluida por el Gobierno como una parte importante del plan de seguridad, pero todavía no hay un proyecto concreto
Cuando el Presidente apuró el diseño del plan de seguridad por el efecto que provocó el caso Blumberg y su impresionante convocatoria en el Congreso, incluyó la reforma política como un mensaje a la sociedad: la solución del problema también incluía un cambio político. Pero el Gobierno aún no tiene ningún proyecto avanzado en el tema.
Dentro de dos semanas, el ministro del Interior, Aníbal Fernández, comenzará a analizar con Néstor Kirchner qué proyectos se enviarán al Congreso, según informó el funcionario a LA NACION. El Gobierno prevé instalar el tema en el Congreso dentro de dos meses y las iniciativas que se aprueben podrían aplicarse a las elecciones legislativas del año próximo.
Kirchner quiere ser el presidente que puso fin a las listas sábana y también tiene en mente modificaciones de alto impacto en materia electoral, con el voto electrónico.
La reforma política fue usada por todos los políticos en la campaña y, luego en el poder, ninguno la concretó. Todos los proyectos para transparentar la política presentados por los últimos presidentes, desde Carlos Menem hasta Eduardo Duhalde, no pasaron el filtro del Congreso, básicamente por la falta de decisión política efectiva del Poder Ejecutivo.
Promesas
Kirchner prometió durante su campaña la eliminación de las listas sábana, limitación del gasto de las legislaturas y la creación de la figura de "quiebra" de provincias o municipios para las malas administraciones. En caso de quiebra dolosa, iría preso el gobernador o intendente.
Cuando asumió el poder, hace casi once meses, la reforma política no se convirtió en una prioridad, aunque siempre dijo que quería encarar cambios importantes. Primero priorizó lo que sus hombres definieron como "etapa institucional", que incluyó la depuración de las Fuerzas Armadas y de la Corte Suprema, y la construcción de su propio poder. Consiguió las dos cosas.
En las últimas semanas la inseguridad se convirtió en el primer lugar de su agenda. El Presidente apuró un plan en el que el Ministerio de Justicia trabajaba desde hacía tiempo y dio, además, instrucciones al ministro de Justicia, Gustavo Beliz, para que incluyera en el plan de seguridad 2004-2007 la demorada reforma política.
En la residencia de Olivos, y con el Presidente convaleciente por su gastroduodenitis erosiva, Beliz y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, definieron los tres puntos de cambios en el sistema político: el fin de las listas sábana, el financiamiento de los partidos y el voto electrónico.
El ministro luego explicó que sin el fin de la "corrupción política" tampoco se iba a poder terminar con la inseguridad y que en dos meses se enviarían los proyectos al Congreso.
Aceleración
Hace más de seis meses el ministro del Interior comenzó un minucioso trabajo sobre reforma política por instrucción del Presidente. Convocó a todas las organizaciones no gubernamentales (ONG) para que aportaran sus ideas y comenzó a definirse una agenda, que desde fines del año pasado quedó detenida, como se informa en la página 19. Cada vez que LA NACION le preguntó a Aníbal Fernández por la reforma política desarrolló el mismo argumento: el Presidente deseaba tener primero un detalle de lo que querían las organizaciones sociales y los especialistas y, con esa información, decidiría con qué avanzar primero.
El ministro, aunque lo negará en público, se enteró al igual que gobernadores y dirigentes del PJ invitados al acto de lanzamiento del plan de seguridad que la reforma política estaba incluida en el ambicioso plan. Aún no habló el tema con el Presidente y, según pudo saber LA NACION de fuentes cercanas al ministro, en los próximos 15 días analizará con Kirchner qué proyectos enviarán al Congreso.
En Justicia no hay información sobre la reforma política y en el plan de seguridad que se publica en Internet sólo figuran los títulos: lista sábana, voto electrónico y financiamiento de los partidos políticos. El tema quedará, como desde un principio, en manos de Aníbal Fernández, que es el único que había recogido la información pedida por el Presidente.
Kirchner tiene hoy como prioridad de su agenda resolver parte de la inseguridad y, por esa razón, este fin de semana -junto con su esposa, la senadora Cristina Kirchner, y el jefe de Gabinete- terminará de definir qué hacer con los cerca de cien legajos de la Policía Federal que tiene en sus manos. El tema lo tiene preocupado, según contó a LA NACION una fuente de su confianza, porque no puede seguir manteniendo la incertidumbre en la fuerza.
La reforma política le importó siempre, pero no es un tema que va a definir en los próximos días. Antes quiere mantener su atención en la solución de la crisis energética y el nuevo frente abierto con el FMI, que le reclama más superávit para el pago de la deuda.
El Presidente y sus hombres de confianza consideran que los proyectos para modificar algunos aspectos del sistema político deben ser definidos luego de un análisis "cuidadoso". Todos coinciden en que no es una reforma para hacer a las apuradas.
Kirchner está convencido de que la gente no soportaría otro fracaso de la remanida promesa de reforma política.
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