Lammens cerró la campaña con un viaje en subte
El candidato matizó aplausos, rechazo e indiferencia, en una travesía subterránea
En lo que dura un viaje en subte entre cuatro estaciones, Matías Lammens conoció la gloria del aliento popular, que le deseó que triunfe como nuevo jefe de gobierno por el Frente de Todos, y el rechazo de los que no quisieron ni siquiera agarrarle el volante con la foto de Alberto Fernández. En el medio, la indiferencia de quienes no lo conocen y no están siquiera interesados en las elecciones del domingo. No hubo un insulto ni un escándalo.
Así, con un viaje en subte -ida y vuelta- de 15 minutos, el presidente de San Lorenzo cerró su campaña electoral de cara a las PASO. Junto a sus compañeros de lista, que se repartieron las líneas de subte para hacer un cierre de campaña bajo tierra, repartiendo folletos. Todos, terminaron en una foto en el Obelisco, junto al lema del kirchnerismo renovado: "Vienen Aires Nuevos".
Lammens conoció el cuerpo a cuerpo del cierre de campaña cuando bajó la escalera del subte D en el Obelisco. El andén desbordado lo recibió asombrado. Los futboleros que lo conocían por San Lorenzo y por los afiches que inundan la ciudad, se le colgaban pidiéndole selfies hasta que llegó el subte. Los pasajeros lo recibieron entre sorprendidos y ausentes. Lammens, agarrado del pasamanos, repartía volantes con su foto y la de Alberto. Entre los sentados, la mayoría, se los rechazaba, otros lo miraban con curiosidad sin saber de quién se trataba, pero otros le agarraban el folleto y le pedían una foto. "Ojalá ganes Matías, lástima que sos Cuervo", le gritó un señor mayor que lo sorprendió por la espalda cuando se bajaba en Callao. Facultad de Medicina lo recibió con un aluvión de gente, pero Lammens se las arregló para avanzar de vagón en vagón. Allí una mujer empezó a los gritos: "¡Fuera los genocidas de este gobierno¡" Lammens no la alentó, se alejó y siguió entregando folletos. Una turista brasileña desorientada se lo agarró, lo miró y le preguntó a su compañera de asiento quién era ese tipo, que ya se alejaba. Cuando todavía faltaba para que el subte llegara a Pueyrredón, empezó a detenerse en mitad del túnel. "Sería genial que se pare ahora, ¿no?", se relamió el candidato. El suspenso duró unos minutos. "Somos noticia", presagiaba soñando con una evacuación caminando por las vías, pero el subte despertó y llegó a la estación Pueyrredón. De regreso al Obelisco, no hubo insultos. Solo una queja a los gritos de un anarquista. Es que Lammens no porta el gen del kirchnerismo. A lo sumo, bastaba con que le dijeran un "no gracias" y no le agarraban el folleto. Cuando el viaje terminaba, Lammens intentó convencer a Juan Pablo, un hincha de Racing que había rechazado el folleto.
-¿Me vas a votar?
-No sé.
-¿Por qué?
-Ninguno me dio una solución para lo económico.
-Dame una oportunidad, estoy empezando... ¿Te convencí?
Se bajó sin escuchar la respuesta.
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