Las novedades atenuaron la ilusión de los familiares
Decenas de ellos viajaron a Mar del Plata; las dudas sobre las supuestas llamadas desde el submarino enfriaron el entusiasmo
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MAR DEL PLATA.- Anoche, o en algún momento de esta madrugada, el submarino ARA San Juan tenía programado amarrar en muelles de la Base Naval Mar del Plata. Instalaciones en las que sus familiares, ya por decenas y algunos de ellos alojados a tiempo completo, desde hace tres días comparten la extensa espera y angustia creciente por el destino incierto de estos 44 tripulantes que zarparon desde Ushuaia y hasta hoy tienen paradero incierto.
"A la especial significación de la fecha de arribo se sumó el golpe que fue esa ilusión por las llamadas satelitales que se diluyó durante el día", confió a LA NACION una fuente naval que ve y vive casi a tiempo completo esa vigilia en uno de los salones de la casa de jefes, donde se reúnen, comen, reciben información oficial, comparten historias, plegarias y, cómo no, lágrimas de preocupación.
El entorno cercano de los marinos buscados prefiere el silencio ante los medios. O lo aplica. Porque algunos admiten que se les ha recomendado ser escuetos e incluso evitar el contacto con la prensa. Lo mismo se les sugirió con lo que puedan volcar en las redes sociales, donde conviven expresiones de fe y algunas críticas. También versiones falsas y repudiables, como la que ayer aseguraba el hallazgo del submarino. "Crean en nosotros", les pidieron las autoridades.
"Esta espera es angustiante, pero estamos bien", dijo temprano María Morales, madre del cabo principal Luis García, un tucumano que viaja en el ARA San Juan. Destacó la contención que significa la compañía de otros familiares que afrontan su misma situación. "Todo sigue igual", agregó.
El ánimo de los familiares había despegado anteanoche, cuando el Ministerio de Defensa informó que siete intentos de comunicación "provendrían" del submarino desaparecido. La Armada bajó las expectativas y relativizó aquel dato sobre supuestas llamadas. "No hay evidencia", aseguró el contraalmirante Gabriel González, jefe de la Base Naval Mar del Plata. Así se lo dijo a los familiares a la madrugada, cuando muchos confundían el dato con una prueba de vida.
Desde entonces, los familiares se cobijaron en la esperanza y el rezo. Al equipo interdisciplinario enviado por el Gobierno se sumaron otros dos psicólogos para ampliar la fuerza de contención.
Julia Melián llegó ayer desde Necochea para seguir de cerca la espera de novedades sobre el cabo primero David Melián, su sobrino. "Su hermano ya está en la base naval y su mamá llegará mañana [por hoy], preocupados y angustiados por lo que están viviendo", dijo a poco de llegar. El joven suboficial es oriundo de Santiago del Estero.
"Dios quiera que los encuentren", afirmó Ester Alfaro, madre de Cristian Ibáñez, otro de los tripulantes del submarino. Siguió a distancia los partes hasta que no aguantó más y ayer fue a la unidad militar de Playa Grande. Aseguró que su ánimo estaba "pésimo".
La fuerza confirmó a LA NACION que ayer pasaron por la base unos 200 familiares. Muchos llegaron desde el interior. La Armada les brinda las habitaciones de oficiales.
En redes y grupos de WhatsApp circulan cadenas de oración para pedir por los tripulantes. Ayer en la base naval no hubo misa, pero sí grupos de familiares que se reunieron para rezar. Afuera, en medio del fin de semana largo, también hubo expresiones de apoyo. En el alambrado perimetral de la unidad naval se colgaron carteles y banderas. Con trazos infantiles y a lápiz, sin firma, conmovía el dibujo de un submarino con una súplica a los responsables del operativo: "Logren encontrarlos, los esperamos".
La lista de la tripulación
El listado de la totalidad de los tripulantes del ARA San Juan sigue siendo un misterio. Más allá de que trascendieron algunos nombres, ni la Armada ni el Ministerio de Defensa accedieron al pedido de LA NACION para contar con la información completa. Desde la fuerza remitieron a la justicia de Comodoro Rivadavia. En Defensa no se dieron explicaciones.