Los custodios de Nisman, otra vez bajo sospecha
El peritaje vuelve a poner en escena el papel de la seguridad del fiscal
El informe de la Gendarmería, que sostiene la hipótesis del homicidio de Alberto Nisman , vuelve a centrar la atención en el rol que tuvieron los policías que debían custodiarlo y que demoraron doce horas en dar con el cuerpo del fiscal.
Nisman tenía asignados diez agentes para su protección. Los responsables de cuidarlo el día que apareció muerto eran Luis Miño y Armando Niz. Ambos están imputados en la causa penal y tienen dictada una falta de mérito por la jueza anterior del caso, Fabiana Palmaghini. Según ella, no había pruebas suficientes para procesarlos ni para sobreseerlos.
En idéntica situación está Rubén Benítez, que también formaba parte del grupo de los custodios de Nisman y era el que más confianza tenía con él. Fue quien declaró que Nisman le pidió que le comprara un arma.
Tanto la querella que encabeza la ex mujer de Nisman, Sandra Arroyo Salgado , como la defensa de Diego Lagomarsino sostuvieron que las primeras declaraciones de Niz y de Miño tienen contradicciones. Que tienen diferencias respecto de horarios y que no coinciden sobre si esperaron a Nisman en la cochera de cortesía o en el subsuelo. En cuanto a Benítez, dio dos versiones diferentes respecto del pedido del arma que le habría hecho Nisman.
Niz y Miño fueron denunciados penalmente por sus superiores poco después de la muerte del fiscal por haber incurrido en una demora de "doce horas" entre "el momento en que debieron haber tenido contacto con el funcionario a quien debían custodiar" y cuando efectivamente lo hicieron, se corroboró su muerte y se la notificaron a los superiores de la fuerza.
Según esa denuncia, Miño y Niz entraron a las 11 al complejo Le Parc porque así habían quedado con Nisman el día anterior, y se quedaron esperando que bajara.
Como no lo hacía y había pasado más de una hora del horario acordado, pensaron que dormía y siguieron esperando. Pasaron las horas. Tocaron el timbre, sin respuesta. Vieron los diarios en la puerta de servicio. El fiscal no había salido a buscarlos pese a que ya era más del mediodía. Llamaron entonces a la secretaria de Nisman y empezó un cruce de comunicaciones desde el lobby del edificio del fiscal. A las 16, volvieron a subir. Ante la imposibilidad de contactar a Nisman, decidieron llamar a su madre, Sara Garfunkel, e ir a buscarla para que les abriera la puerta del departamento. Buscaban el código del ascensor principal. A las 20 estaban de vuelta, pero no pudieron entrar y pasó más de una hora hasta que llamaron al cerrajero.
Recién a las 23.05, según los registros policiales consignados en la denuncia del ministerio, los custodios advirtieron a sus superiores que Nisman estaba muerto.
"Como el doctor Nisman era un poco quisquilloso y a veces consideraba que uno quería irse antes, yo nunca trataba de subir al horario exacto. Dejaba pasar unos minutos", declaró Niz en el expediente penal cuando le preguntaron por qué esperaron.
Los custodios tenían una relación difícil con Nisman. El fiscal le había advertido al jefe de estos agentes, el comisario Eduardo Soto, que quería ser él quien organizara los movimientos y horarios de los policías, y se había negado a que ellos les reportaran a sus superiores lo que hacía. Así lo declaró Soto ante Asuntos Internos.
La querella de Arroyo Salgado sostiene que en la declaración de Soto hay un dato sospechoso: Soto cuenta que Benítez le dijo que Nisman le había pedido que le consiguiera un "perro", un arma sin registrar. La querella sospecha que Benítez le dijo eso a Soto para plantar un dato en la investigación.
Benítez brindó dos declaraciones distintas en la causa penal. En la primera dijo que el fiscal le había pedido asesoramiento para comprar un arma, pero después cambió su relato. Contó que, en realidad, le había pedido que el arma se la comprara él, a su nombre, y se la diera. Según él, no aceptó. Consultado sobre por qué no había contado esta parte del diálogo la primera vez, Benítez dijo que había tenido miedo dadas las circunstancias de esta muerte extraña.
Niz tampoco había entrado nunca en el departamento de Nisman, según él mismo declaró, a pesar de que trabajaba como su custodio desde hacía cuatro años. Fue quien lo encontró muerto. "A mí me da cosa, ¿no te fijás vos?", le pidió Sara Garfunkel, la madre del fiscal, cuando llegaron a oscuras hasta el cuarto de su hijo. "Yo tenía más miedo que ella", contó el policía en su primera declaración. Entró en la habitación. "Acá no hay nada", le dijo. Fue entonces cuando vieron luz en el baño y dieron con el cuerpo de Nisman.
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