Los Kirchner cambian Río Gallegos por la residencia de Olivos
El tema no los desvela en absoluto. Es más; dicen que lo harán por cuestiones de seguridad y consideración cívica y no por razones estéticas. Pero, en cualquier caso, las instrucciones ya fueron dadas: el presidente Néstor Kirchner y su esposa, la senadora Cristina Fernández, solicitaron a sus colaboradores que comiencen a organizar su mudanza definitiva a la residencia de Olivos, donde planean instalarse de forma permanente mientras están en Buenos Aires.
Si bien anteayer pasaron su primera noche en el chalet presidencial, el matrimonio Kirchner vive actualmente en un piso de su propiedad situado en el corazón de Barrio Norte, y los fines de semana suelen viajar a Santa Cruz, donde están sus dos hijos.
Sin embargo, según adelantaron sus voceros, el Presidente y la primera dama se trasladarán en los próximos días a la quinta con el propósito de "reforzar su propia seguridad personal" y "evitar molestias a los actuales vecinos", que, argumentan, deben lidiar todos los días con la prensa y con los curiosos que se amontonan en la entrada del edificio.
Quien encabeza la organización del operativo mudanza es el secretario general de Presidencia, Oscar Parrilli. El funcionario fue instruido para que comience los preparativos y verifique las condiciones actuales de las instalaciones edilicias de la residencia.
La idea, en principio, era comenzar hoy con el traslado de los objetos personales, pero como el matrimonio partió a Santa Cruz a media tarde de ayer para pasar allí el fin de semana, la fecha quedó suspendida. De todos modos, la senadora Fernández pasó la mañana de ayer haciendo arreglos en la quinta de manera que quedara medianamente organizada para cuando regresen mañana de Río Gallegos.
Sin reformas
Según explicaron, otro de los motivos de la mudanza es que la quinta ofrece tanto por su ubicación -en las afueras de la Capital- como por sus instalaciones una mayor privacidad para las reuniones políticas.
El Presidente quiere darle un intenso uso laboral, dijeron colaboradores.
Según informaron, por el momento no se pensó en hacer reformas en el chalet presidencial, a pesar de que Fernández presta atención a las cuestiones estéticas. "No van a hacer reformas. Cristina estuvo en la quinta igual que yo y estaba todo en condiciones para ser habitado", explicó Parrilli a LA NACION.
La decisión está en sintonía con el estilo de los Kirchner, que es de bajo perfil. En cambio, hicieron modificaciones los ex presidentes Carlos Menem -con retoques tanto en el chalet, donde entre otras cosas hizo instalar un televisor gigante, como en la Jefatura, donde organizaba muchas de sus reuniones de gabinete- y Fernando de la Rúa -que buscando tonos más sobrios, cambió muchos de los arreglos de su antecesor-.
Actualmente, los Kirchner viven en Uruguay y Juncal. El Presidente aprovecha la buena ubicación del departamento y suele pasar por allí en algún momento del día. El último martes, sin ir más lejos, almorzó con sus hijos, que partían para Río Gallegos. Y al día siguiente, cuando volvió de su viaje por Formosa, volvió a pasar en su camino hacia la Casa Rosada.
"Respetuosos"
Fiel a su estilo, en ambas ocasiones pasó inadvertido. Si no fuera porque unos pocos custodios y agentes policiales merodean la puerta de entrada de su domicilio, difícilmente sepa que allí vive el presidente de la Nación.
Si bien el matrimonio presidencial alega que uno de los motivos de su mudanza radica en el hecho de que su presencia en la zona puede alterar los ánimos de los vecinos, muchos de ellos sostuvieron lo contrario.
LA NACION recorrió la zona y recogió testimonios. Los consultados coincidieron en que tener a los Krichner en Juncal y Uruguay no rompe la rutina del barrio. "Nos parece bien, porque son muy respetuosos de los vecinos", dijo Rafael Moctezuma, dueño de un comercio vecino a la entrada del departamento de la familia Kirchner.
Moctezuma aclaró que no hubo grandes cambios. "Es que son gente normal, no se consideran estrellas."
Lo que sí despertó comentarios entre las vecinas fue la vestimenta y la poca observación del protocolo que parecen caracterizar a los Kirchner. "Ella se viste bastante bien", consideró una.
En el bar de una de las ochavas, una de las mesas se había transformado en un hervidero de palabras. Cinco mujeres coincidieron: "Es muy divertido tenerlo a Kirchner en el barrio. Claro que siempre que sea transitorio", remató una de ellas.
"A mí me vino bien porque hay más vigilancia", opinó la dueña de una mercería situada sobre Juncal.
En el quiosco de diarios y revistas de la esquina las cosas no son muy diferentes. "No varió mucho el movimiento del barrio", dijo el vendedor Ricardo. En este puesto, los Kirchner compran los periódicos que luego el propio Presidente lee y subraya.
Julio César Silva es el encargado del edificio. "Son muy discretos y cuidadosos. Si se van a Olivos los vamos a extrañar", concluyó.
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