Los ministros juraron en una ceremonia con escaso protocolo
Gestos de informalidad y errores acompañaron el "sí, juro" del nuevo gabinete
La ceremonia de juramento de todos los ministros y de tres secretarios de Estado del gabinete de Néstor Kirchner resultó distendida, prolífica en errores, ovaciones, aplausos y gestos de informalidad, tanto del flamante Presidente como de sus nuevos colaboradores. Tanto es así que el ex gobernador de Santa Cruz, asido de la banda y el bastón presidencial, terminó dirigiéndose a los gobernadores y los llamó "colegas".
Una vez que advirtió el error, se rectificó, antes de terminar el acto. Y los saludó con un abrazo.
El acto duró 25 minutos y se realizó en el Salón Blanco de la Casa Rosada. El nuevo jefe de Gabinete, Alberto Fernández, fue el primero en jurar, a las 17.48. Luego adelantó a LA NACION que nombrará a Juan Carlos Pessoa como vicejefe de Gabinete.
En medio de una de las mayores ovaciones, Alberto Fernández subió al estrado e hizo un guiño cómplice a todos los familiares, amigos y dirigentes del PJ de Santa Cruz que poblaban el palaciego recinto.
Pocos minutos antes, por la puerta que comunica con el área presidencial, habían ingresado Kirchner, con un apósito en la frente por un accidente previo; la primera dama y senadora, Cristina Fernández; el vicepresidente, Daniel Scioli, y su esposa, Karina Rabolini. El grupo se completó con el vocero presidencial, Miguel Núñez.
No se hizo esperar la ovación de gran parte de los 350 invitados: "¡Olé, olé, olé, olé, Luupoo, Luupoo!". Como en toda la tarde, Kirchner no pudo disimular una mezcla de emoción e incredulidad en su gesto sonriente.
Sobresalió en la ceremonia la ausencia de los tres jefes de las Fuerzas Armadas, en rechazo a la decisión de Kirchner de relevar a 52 generales, 13 almirantes y 12 brigadieres. Si bien asistieron a la asunción presidencial en el Congreso, el protocolo marca que deberían haber estado presentes también a la jura del gabinete y en el Tedéum.
Contrastó con la presencia de los tres jefes de las fuerzas federales de seguridad, la Policía Federal, la Gendarmería Nacional y la Prefectura Naval. Tampoco concurrieron los jueces de la Corte Suprema, excepto Juan Carlos Maqueda.
De los gobernadores, sobresalió la ausencia de los menemistas Juan Carlos Romero (Salta), Angel Mazza (La Rioja), Rubén Marín (La Pampa) y Alberto Rodríguez Saá (San Luis), que asumió ayer en su provincia y está enfrentado con Kirchner.
Presencias del interior
Sí estuvieron, en cambio, el jefe del gobierno porteño, Aníbal Ibarra, nuevo aliado de Kirchner, y los gobernadores de Buenos Aires, Felipe Solá; de Santa Fe, Carlos Reutemann; de Córdoba, José Manuel de la Sota; de Santa Cruz, Héctor Icazuriaga; de Jujuy, Eduardo Fellner; de Formosa, Gildo Insfrán; de Tierra del Fuego, Carlos Manfredotti; de Río Negro, Pablo Verani; de Chubut, José Luis Lizurume; de Corrientes, Ricardo Colombi, y de Entre Ríos, Sergio Montiel.
El Congreso estuvo representado por el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Camaño, y por el hasta ayer titular provisional del Senado, José Luis Gioja.
A la hora del juramento, Kirchner no utilizó su habitual birome Bic negra, lo cual fue hecho notar por uno de los diputados provinciales que se ubicaron al fondo del salón. Luego de Alberto Fernández, juraron los ministros Aníbal Fernández (Interior), Rafael Bielsa (canciller), José Pampuro (Defensa), Roberto Lavagna (Economía), Gustavo Beliz (Justicia), Julio De Vido (Planificación Federal), Carlos Tomada (Trabajo), Alicia Kirchner (Desarrollo Social), Ginés González García (Salud) y Daniel Filmus (Educación).
Después fue el turno de los secretarios: Oscar Parrilli (general de la Presidencia), Carlos Zannini (legal y técnico), Sergio Acevedo (SIDE) y Torcuato Di Tella (Cultura).
La figura más aplaudida fue Alicia Kirchner, hermana del Presidente, que antes de saludar a sus colegas se desvió y le dio un beso a la madre de ambos, María Juana Ostoic, que estaba a la derecha del estrado, emocionada.
Lavagna impuso un estilo: no saludó casi al resto del gabinete y olvidó firmar el libro de actas. El escribano general del Gobierno, Natalio Pedro Etchegaray, debió correr detrás de él con la lapicera. Pero Lavagna hizo escuela: casi todos cometieron la misma distracción. Cuando le tocó a Zannini, Kirchner le dijo en broma a Etchegaray, a viva voz: "Se olvida y va ser el secretario legal y técnico".
El Presidente improvisó unas palabras y se dirigió a sus "colegas" gobernadores, además de otras autoridades. El ex gobernador de Santa Cruz se rectificó al final, al decir: "Perdón, me equivoqué: les dije colegas a los gobernadores". Ya tenía la banda y el bastón.
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