Luis Majul: "Cuarentena, ¿hasta cuándo?"

Ayer la escuché decir a alguien que la cuarentena era como la convertibilidad. Fue muy fácil y muy efectivo entrar. Ahora no se sabe y se duda de cuándo y cómo salir.
Hace tiempo que vengo escuchando decir a miembros del comité asesor, además, que el éxito de la cuarenta podría terminar siendo una trampa. Si cuando todo comenzó le hubieran dicho al presidente Alberto Fernández o al ministro Ginés González García que después de 100 días las cifras serían estas: con más de 47 mil contagiados y poco más de mil cien muertos, ellos habrían estado satisfechos por la labor cumplida.

El problema es que la cuarentena estricta era para aplanar la curva, y la curva todavía no se terminó de aplanar. El otro problema es que todo parecía indicar que iríamos, de manera paulatina, a una nueva fase de flexibilización. Es legítimo preguntar: ¿No alcanzaron casi 100 días para apuntalar y fortalecer el sistema de salud? La respuesta de muchos médicos y científicos con los que hablé es que el avance fue notable, pero que estaba tan mal, que, en efecto, no alcanzaron.
La misma pregunta se puede usar para entender qué pasó con la economía. ¿No alcanzaron más de tres meses para establecer políticas que evitaran las quiebras masivas, los cierres de los comercios, restaurantes, empresas pequeñas grandes y medianas? Es que, más allá de la primera y acertada decisión original de disponer la cuarentena irrestricta, el gobierno nacional falló. En la gestión del día a día. En su política sanitaria y también en su política sobre las cuestiones económicas.

El domingo, en un interesante artículo que no me canso de recomendar, Nora Bär definió la cuarentena como imperfecta. Es que parece que, a poco de andar, se relajaron los controles del transporte, se dieron demasiados permisos a trabajadores considerados esenciales y no se hicieron la cantidad de test mínimos ni se implementó una política de supresión adecuada. Lo que sí se hizo, y bastante mal, fue buscar chivos expiatorios para sacarse la responsabilidad de encima. Los últimos fueron los runners y los feriantes de Moreno, La Matanza y Lomas de Zamora.
El ministro de Seguridad de la provincia, Sergio Berni, que no tiene filtro, o juega a ser un dirigente sin filtro, reconoció que se hizo un esfuerzo muy grande, pero que los resultados fueron muy pobres. Y en materia económica ni hablar. Quizá el gran símbolo del fracaso de la ayuda y la contención, pero también de la gestión económica fue aquel viernes fatídico en que salieron muchos adultos mayores y se pusieron en la cola del banco para cobrar su ingreso.

El desplazamiento de Alejandro Vanoli, que fue aprovechado por los chicos de La Cámpora para avanzar un casillero, se precipitó, entre otras cosas, porque la base de datos de la Anses parecía haber enloquecido. Nosotros, desde La Cornisa y también desde Mirá, detectamos que los rechazos a los beneficiarios eran desopilantes. Pero lo cierto es que todavía hay cerca de un millón de personas que no cobraron ni la primera cuota del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), y ahora están desesperados, engrosando el ejército de pobres que, se sostiene, superará a la mitad de la población económicamente activa.
Y quizá fallaron en la implementación de las medidas sanitarias y económicas porque una parte del Gobierno, en un impúdico aprovechamiento de la pandemia, malversó esta circunstancia excepcional para avanzar con el plan de impunidad y venganza. La energía y el tiempo que le dedicaron al asunto es desmesurada.

El equipo de abogados de Cristina Fernández, comandados por Carlos Beraldi, coordina la estrategia de muchos otros exfuncionarios, funcionarios y empresarios investigados, incluidos Cristóbal López y Fabián de Sousa.
Hay una suerte de club de abogados impresentables que trabaja para ensuciar y meter en causas judiciales delirantes a periodistas que seguimos informando sobre los juicios de Cristina Fernández, Hugo Moyano, Pablo Moyano, Amado Boudou, Lázaro Báez, Cristóbal López, Fabián de Sousa.
Hoy Silvina Martínez les va a presentar una historia apasionante sobre un abogado de carancho a fabricante de espiados. Se trata de Gregorio Dalbón.
Y quizá nos va a explicar qué le pasa a otro abogado, Daniel Llermanos, de quien ya Eduardo Duhalde le había advertido al propio Moyano que le quería comer la billetera, pero que muy eficiente, no parecía. Llermanos, el exjuez de la muzarrela, y Dalbón, un solo corazón.
Por todas estas cosas, subió y mucho la imagen negativa de Alberto Fernández. Lo muestra muy bien la encuesta de Giacobbe y Asociados, donde ser observa que esta trepó a casi el 38 por ciento. Pero no solo explica esta baja el plan de impunidad de venganza de Cristina y sus chicos grandes de La Cámpora. También los siguientes hechos, que presentamos de manera desordenada.
Los sobreprecios en la compra de alimentos y otros insumos.
Los elogios incomprensibles hacia Moyano, a quien le dijo "enorme" y dirigente ejemplar.
El traslado de Boudou desde la cárcel de Ezeiza a su casa, usando como argumento el riesgo de contagio de Covid-19.
El pedido de Horacio Pietragalla para que salgan en libertad el corrupto confeso Ricardo Jaime y el hijo de Lázaro Báez, Martín Báez.
El dictamen del procesado Carlos Zannini a favor del cobro retroactivo de casi 20 millones de pesos al propio Boudou.
La pretensión de Cristina de cobrar tres cheques del estado: el de vicepresidenta, el de viuda de un presidente y expresidenta, en el medio de una crisis económica sin precedentes.
El intento de suelta de presos que dejó a todo el mundo en off side.
El cierre de Latam.
El intento de expropiación de Vicentin.
Pero quizá, lo que más está afectando al Presidente es la percepción de que la vicepresidenta se lo lleva por delante. Mañana, el jefe de Estado tendrá una nueva oportunidad. Es de esperar que no solo nos mande a quedarnos en casa, sino que también reconozca sus errores. Que nos diga, cómo, cuándo, para qué, y que además nos muestre una luz al final del camino, aunque sea pequeña y todavía tenue.
Comprendemos la gravedad de la situación. Pero el crédito que tenía al Gobierno cuando decretó la cuarentena del 20 de marzo se viene consumiendo a pasos agigantados.

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