En un gobierno normal, la ministra de Salud, Carla Vizzotti, estaría renunciada. O dando explicaciones de por qué sus padres fueron vacunados fuera del protocolo. O pidiendo la renuncia de Carlos Zannini o Eduardo Valdés. O haciendo un mea culpa después de haber prometido que a esta altura habría por lo menos 10 millones de argentinos vacunados. O pidiendo, otra vez, perdón, por haber sugerido que con una sola dosis de la Sputnik V podía ser suficiente para estar inmunizado.
Incluso estaría reconociendo que el gobierno de los científicos le pifió muy feo y que ahora estamos en el peor de los mundos: a punto de sufrir la embestida de la segunda ola, con una política de vacunación deficiente, a mitad de camino entre la posibilidad de un nuevo contagio masivo y el regreso a la fase uno, con una economía destrozada y una sociedad muy poco dispuesta a volver al encierro.
Pero este es el gobierno anormal de Alberto Fernandéz, donde la que manda es una mujer cuya única prioridad es zafar de sus causas judiciales por corrupción. Un Gobierno que parece más preocupado en postergar la fecha de las PASO que en reducir la pobreza. Un Gobierno que teme recibir una paliza electoral memorable, aunque todas las variantes del frente de todos se presenten unidas.
En un gobierno normal, al patotero y violento de Segio Berni, el gobernador Axel Kicillof le tendría que haber pedido la renuncia hace mucho tiempo. Pero como este no es un gobierno normal, y el de la Provincia tampoco, porque está teledirigido también por Cristina, Berni se da el lujo de ir a la televisión y repetir que el ministerio que comanda Sabina Frederic no existe, y a nadie se le mueve un pelo.
En un gobierno normal, Martín Soria, agresivo, improvisado, vinculado a los Servicios de Inteligencia, sospechado de corrupción, no podría ser ni diputado. Pero en este es nada menos que el ministro de Justicia, y se la pasa amenazando en público y en privado a jueces, periodistas y cualquiera que se le ponga delante.
En un gobierno normal, la palabra del ministro de Economía, Martín Guzmán, no sería puesta en duda por un exministro de Economía y ahora gobernador de la provincia de Buenos Aires, y de su mismo frente político.
Pero este no es un gobierno normal, y el frente que lo integra es una bolsa de gatos, lo que explica por qué a la Argentina, este país devastado, le va, cada día, un poco peor.
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