A continuación, sus principales conceptos:
En la conferencia de Macri de ayer vimos un cambio de actitud. Después de la conferencia del lunes, que fue muy mala, ahora intentó sostener su candidatura. Habló como candidato, sin ir más lejos: estaba solo, sin Miguel Pichetto ni Marcos Peña. Lo del lunes fue muy malo, así lo asumieron sus propios colaboradores. Fue una decisión extremadamente personal: muchos le aconsejaban no darla o darla de otra manera.
El esquema donde Macri era el dueño del espacio político y operaba como tal el lunes a la noche, de alguna manera se rompió. Por eso llegamos a la conferencia de ayer. Parte de la mesa política que rodea al Presidente decidió que tenía que "golpear la mesa". Un grupo de gente se dio cuenta de que la gravedad de la crisis económica, financiera e institucional obligaba a hacer lo que hicieron.
Claves en esa reunión, del lunes a la noche, para plantear esa voz disonante: Horacio Rodríguez Larreta y Rogelio Frigerio. Esa noche se planteó una realidad muy diferente y obligaron al Presidente a escuchar y, de alguna manera, a hacer la conferencia de ayer. Sin ir más lejos: tuvo que leer. No le salió del estómago.
En la conferencia del lunes se expuso un candidato que se enojaba con los votantes y con sus rivales políticos. Esto fue lo que le hicieron ver, y lo que los mercados le hicieron ver agravando la situación el martes, a partir de la mañana.
Macri empezó pidiendo disculpas. Si uno lo compara con Cristina Kirchner es un cambio notable. Dicho esto, también es cierto que nunca se había llegado a una situación como esta, donde se produjo una corrida de la magnitud que se vio ni un riesgo país explotando a niveles de 2001.
Para que Macri siga siendo candidato, primero tiene que seguir siendo presidente. Hoy asumió ese rol, alejándose del de candidato. Sobre todo, al insistir en llamar a Alberto Fernández. Antes, había tan poca preparación para el diálogo político en la presidencia, que ese mismo lunes, en la secretaría privada de la presidencia no estaba el teléfono de Alberto Fernández. A ese nivel.
Macri, de alguna manera, admitió que había agravado la situación el lunes. Porque él les decía a los mercados: "Soy yo o el diluvio", mientras ya estaba lloviendo, y él era incapaz de parar el diluvio.
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