Conforme, ahora Mauricio Macri apuesta a utilizar la "arrogancia" de Alberto

Mauricio Macri esperaba asistir a una "carnicería" y terminó celebrando lo que consideró un error estratégico de su principal rival: que Alberto Fernández "quedó como un arrogante". Esa fue la principal evaluación que hizo el Presidente, que se guardó las cartas más fuertes para el final del primer debate presidencial.

El mensaje que quiso exponer era sencillo y efectivo: Alberto es Cristina Kirchner, y el postulante del Frente de Todos, según su mirada, le facilitó la tarea. "Volvió el dedito acusador, el atril y la canchereada", lanzó el Presidente como introducción en el minuto final de su exposición. Y remató: "El kirchnerismo no cambió, por más que se oculte y trate de mostrarnos algo distinto".

Macri esperó hasta último momento para lanzar la frase. "Nada peor que la imagen de un canchero", describieron cerca del Presidente, que se preparan para utilizar durante toda la semana los fragmentos del debate para reforzar el mensaje.

En eso trabajó en cada corte en el camarín el Presidente con Marcos Peña; el secretario general de la Presidencia, Fernando de Andreis; el secretario de Medios, Jorge Grecco; el vocero presidencial, Iván Pavlovsky; Julieta Herrero, a cargo de los discursos; y Micaela Méndez, su fonoaudióloga. Todo ante la atenta mirada de su esposa, Juliana Awada.

El veredicto final fue positivo. Macri quedó "conforme" con su presentación, aunque lo sufrió. Un evidente dolor de cintura –se lesionó hace 10 días en un partido de fútbol en la quinta de Olivos– provocó que el Presidente estuviera buscando permanentemente una postura para mitigarlo. Aunque no se adjudicó un triunfo en la discusión pública, cree que el debate sirvió a sus fines.

"Ganó Mauricio, eso no se discute", dijo a LA NACIÓN el titular del Sistema Federal de Medios, Hernán Lombardi, en tono militante. Una vez que pasó la euforia, el funcionario sostuvo que mientras Macri mostró una "visión global" de su gobierno y de lo que pretende para un segundo mandato, el resto de los postulantes presentaron "relatos parciales".

El jefe del Estado buscó también marcar diferencias con otros tres temas: Venezuela, corrupción y narcotráfico. En este último punto, cuando cerró el bloque de educación le apuntó de lleno al candidato del kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires.

"Me imagino que [Axel] Kicillof va a poner una narcocapacitación en las escuelas", disparó Macri y levantó por primera y única vez el murmullo en el Paraninfo de la Universidad Nacional del Litoral. El Presidente hizo referencia a los dichos del principal contrincante de María Eugenia Vidal, quien había afirmado que "hay gente que se dedica a vender droga porque se quedó sin laburo".

Pese a los signos de molestia física, Macri estuvo tranquilo en el escenario. Tomó nota cuando algún rival lo atacaba y cruzo algunas palabras con José Luis Espert, quien le sacó más de una sonrisa con sus ocurrentes intervenciones. Pero se mantuvo casi todo el tiempo serio.

El eje más complicado fue el de economía. Ahí buscó trasladar la responsabilidad por la alta inflación y la pobreza a los problemas que la Argentina "arrastra desde hace 70 años". Y en este punto llamó a la oposición a construir los consensos necesarios para cambias.

Todo lo contrario que Alberto Fernández, que con una impronta más agresiva por momentos logró acorralarlo. "Usted no sabe, Presidente", fue una las frases que más repitió el exjefe de Gabinete. Pero tras el primer corte Macri se recuperó y continuó con su agenda. Al igual que en sus discursos de campaña, acá también se dirigió a la clase media.

Además de sus asistentes, lo acompañaron el candidato a vicepresidente, Miguel Pichetto; la vicepresidenta Gabriela Michetti; los ministros Jorge Faurie (Canciller), Luis Miguel Etchevehere (Agricultura, Ganadería y Pesca) y Patricia Bullrich (Seguridad); el vicejefe de Gabinete, Andrés Ibarra; el lilito Maximiliano Ferraro, y el intendente de Santa Fe, José Corral.