Massa busca recuperar en la calle el terreno cedido a los "aparatos"
Encabezó una caravana en el conurbano y hoy llevará a Salta su plan de estar "con la gente"
"Hago lo único que puedo hacer. No tengo plata ni aparato", dice Sergio Massa, con la camisa blanca ya transparente por la transpiración, mientras se descuelga por enésima vez de una ventana del "massamóvil", el colectivo sin techo que desde el sábado usa para recorrer el conurbano. Con los pies en el aire, se estira para abrazar a un viejo, besar a una mujer, alzar un bebe o todo eso junto. Por si quedan dudas, repite la frase con una sonrisa que busca tapar de entusiasmo cualquier rastro de resignación.
La frase del líder del Frente Renovador alude al cachetazo que recibió el sábado, desde Gualeguaychú, cuando la UCR resolvió buscar una alianza electoral con su rival para la elección presidencial, el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, que, para colmo, anteanoche juntó más de 100 millones de pesos para su campaña de una sola sentada, durante una cena con empresarios.
Como el sábado pasado en La Matanza o ayer en Villa Argentina, un barrio paupérrimo de Florencio Varela, Massa apuesta a recuperar en la calle lo que viene perdiendo en la cartelera de la política. El método le funcionó en 2013 y parece intacto: "la gente", ese colectivo al que el tigrense alude invariablemente en cada frase, se le acerca como a un imán para tocarlo, pedirle fotos, dejarle cartas, contarle que le falta techo, agua o baño o que le sobran robos, enfermedades y abusos. También, para prometerle cariño y votos. Ya aplicó el mismo método en el conurbano rosarino. Resta ver si le alcanza el tiempo para estirarlo a todo el país. Hoy lo llevará a Salta.
Lo que el diputado ejecuta lo explican en su entorno como el camino para recuperar el liderazgo en la carrera presidencial: calle y entrevistas en los medios, dos ámbitos donde el massismo ve mejor parado a su líder que a Macri y al gobernador bonaerense, Daniel Scioli.
Pese a la mención del "aparato", Massa le negó ayer a LA NACION que la decisión del partido radical lo haya complicado. "¿El aparato radical? Los radicales con votos están conmigo. El aparato radical es el único que cambia a un candidato de diez puntos por otro que mide un punto", señaló, en alusión a Julio Cobos y Ernesto Sanz, respectivamente.
En las últimas horas, esos "radicales con votos" salieron a sostener el acuerdo y la candidatura de Massa: Gerardo Morales, en Jujuy; Luis Naidenoff, en Formosa; José Cano, en Tucumán; Federico Sciurano, en Tierra del Fuego; Eugenio Artaza, en Corrientes, y Fabián Rogel, en Entre Ríos. Massa estaba al tanto de antemano de cada frase.
Acompañado por el diputado Darío Giustozzi, que se mostró de local en la tercera sección electoral, Massa se reunió con vecinos en una sociedad de fomento de Florencio Varela, para recorrer luego las calles de tierra y aguas servidas de Villa Argentina y terminar la noche en la peatonal del municipio que desde 1992 gobierna el kirchnerista Julio Pereyra.
Sin que nadie se lo preguntara, "la plata y el aparato" fue también lo primero que mencionó Massa al ingresar en la sociedad de fomento. "Por ahí no tenemos la estructura que ustedes ven en la política ni la plata para anuncios de televisión, pero sí la valentía para poner esa plata en viviendas y no en publicidad", le dijo al grupo, mayoritariamente de mujeres, que ayer le pidió que hiciera algo para mejorar las condiciones del barrio, donde coexisten terrenos tomados y casas de programas habitacionales, deshabitadas.
En el "massamóvil" no cabía un alfiler. Pero él igual se las ingeniaba para saltar de un lado a otro del vehículo en busca de alguna foto o abrazo. Llegó incluso a treparse al techo del colectivo, primero para pedirles un mate a dos vecinas que lo saludaban desde un balcón; luego, para saltar al techo de una camioneta vecina y bajar a la vereda: porque un hombre mayor, detrás del alambrado de su casa, lo quería saludar.
"No voy a gastar un minuto más en charlas con dirigentes", respondió en medio de una de esas corridas, exultante porque un niño que no llegaba a los cuatro años le preguntó desde la calle: "Massa, ¿tajaí?". "¿Escuchaste? ¡Escuchaste!", gritó el tigrense, antes de volver a subirse al techo del colectivo. "Mi amor, quedate tranquila: vamos bien", le gritó a una señora. Los pies le bailaban y las manos se agitaban de un lado al otro. Todo en media fracción de segundo. Una murga, frente al colectivo, hacía sonar los acordes del tema más conocido de Celia Cruz. Y Massa cantaba: "Ay, no hay que llorar, que la vida es un carnaval".
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