Menem sufre el peso del encierro
Cumplió su primer día detenido y ya sufre el encierro, la vigilancia y el acoso de las cámaras de televisión y de los fotógrafos. En su círculo íntimo temen el efecto que producirá en él el síndrome del león enjaulado . Las comodidades de la quinta de su amigo Armando Gostanian no atemperaron la sensación que le produjo a Carlos Menem estar un día entero preso en la casa de Don Torcuato.
Por primera vez en años, el ex presidente durmió hasta media mañana. Rompió con su rutina de despertarse al alba, tomar mate y empezar un día repleto de actividades. Se había acostado a las 2 de la madrugada, cuando Gostanian, el último de sus visitantes, dejó su propia casa convertida ahora en la prisión de su amigo riojano.
El ex presidente había decidido seguir los consejos de Eduardo Bauzá y de Carlos Corach de mantener la tranquilidad pese a las circunstancias y no responder el arresto domiciliario, que ordenó el juez Jorge Urso, con un ataque político.
Menem estaba sentado anteanoche en un sillón del living de la quinta y su esposa Cecilia Bolocco recostada en el piso con los brazos sobre las piernas de su marido. Quedaban unas empanadas frías sobre la mesa y algunas copas de vino, y la charla sobre el futuro del ex presidente continuaba.
Ya se había ido uno de sus hermanos, el senador Eduardo Menem. Es el que más irritado está con la decisión del juez Urso y el que asumió la defensa pública del ex mandatario en términos extremos: sostiene que el Gobierno no fue imparcial en el caso, que hay una persecución política y sugirió que el fiscal Carlos Stornelli tiene una vinculación con el Frepaso.
Gostanian, Corach, Bauzá y el ex canciller Guido Di Tella analizaban con el matrimonio Menem qué actitud tomar. No hablaban de la defensa jurídica -hoy habrá una reunión para definirla-, sino de la forma en que actuará ahora el menemismo.
Busca privacidad
"Con el Gobierno no tenemos nada más que hablar porque nunca pudieron parar nada", dijo uno de los presentes, que después reconstruyó la reunión ante La Nación . Entonces comenzaron a hablar sobre las condiciones en que iba a vivir el ex presidente en la quinta.
Menem está enfurecido porque se siente acosado por los fotógrafos y las cámaras de televisión que rodean la quinta. Además, se quejó durante una conversación con su vocero, Federico Azzarini, porque un helicóptero sobrevolaba la casa para filmarlo.
Para intentar preservar su intimidad, Menem pidió que colocaran una lona de color verde a lo largo del enrejado perimetral. Eduardo Menem hasta se comunicó con el presidente Fernando de la Rúa, antes de que éste se sometiera a una intervención quirúrgica, para pedirle alguna acción de la Policía Federal para que su hermano pudiera cumplir el arresto domiciliario sin intrusos.
Por eso, Menem no quiere mostrarse en los jardines de la quinta, al menos por ahora, porque sabe que generará revuelo. Evita irritar al juez Urso y está decidido a conservar el perfil más bajo posible. Hasta les pidió a los dirigentes que lo llamaban que sólo lo fueran a visitar de a pocos. "No quiere que encima que está en una quinta esto se convierta en un desfile de gente", dijo una fuente que pasó casi tantas horas como Menem en la casa de Don Torcuato.
Como todos los días, ayer lo visitó su médico personal, Alejandro Tfeli. Pasó un rato su secretario privado, Ramón Hernández, y después llegó otro de sus hermanos, Munir Menem, que fue con su esposa y sus hijos. Menem alternó las charlas familiares con algo de lectura. No leyó los diarios. Sólo los miró e hizo comentarios sobre las fotos de sus primeros minutos preso. "Son históricas", expresó.
Más tarde, llegó Luis Patti, intendente de Escobar, otro de sus amigos, que le aseguró que mantendrá su apoyo incondicional. "Está muy triste. Me contó que se siente en un campo de concentración", dijo.
Gostanian volvió para asegurar que su amigo se sienta cómodo. Al anochecer llegaron el diputado Claudio Sebastiani y el senador Alberto Tell. Habían esperado toda la tarde que el ex presidente los invitara. Así comenzó la segunda reunión que organiza Menem en su lugar de detención para hablar de su futuro.
Bolocco comparte el encierro
Cecilia Bolocco está al lado de su esposo casi todo el día. Pero después de haber sido quien consoló a todos los que no podían contener el impacto de la prisión domiciliaria de Menem, ayer comenzó a quebrarse.
Desde ayer comparte su angustia con su amiga y manager, Ximena Campbel, y espera la llegada de sus padres, Enzo y Rosemarie, que están muy preocupados por ella.
Delante del ex presidente trata de no mostrarse afectada. Ella tampoco sale al parque arbolado de la quinta. Apoyará la decisión de su marido de mantenerse encerrados. Esperan que se calme la ansiedad periodística para salir al jardín y tomar aire.
El círculo íntimo del ex presidente, que integran Alberto Kohan, Bauzá, Corach y Eduardo Menem, apuesta a contenerlo porque todos temen que Menem se quiebre en los próximos días por estar sometido al encierro. Lo convencieron de que ahora sólo se ocupe de preparar una sólida defensa.
Podrían sumar nuevos abogados al equipo de Mariano Cavagna Martínez y Oscar Roger. Menem retomó desde la prisión domiciliaria el contacto con su ex cuñado Emir Yoma, preso por la misma causa que él, la venta ilegal de armas. Todavía espera que su situación termine por acercarlo a su hija Zulemita, con quien está peleado.
Eso podría mitigar lo que sufre desde que Urso lo mandó preso.