Moreno acosa a la Bolsa por Papel Prensa
En su estrategia contra la firma Papel Prensa, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, pretendió valerse de muchos organismos e instituciones, entre ellos la Bolsa de Comercio. Pero la institución se negó a ser usada con fines políticos y ahora cayó bajo una fuerte embestida del Gobierno.
Hace 15 días, Moreno presentó ante la Inspección General de Justicia (IGJ) una denuncia en la que involucró a la papelera y a la Bolsa.
Cinco días después, inspectores de la IGJ llegaron a la entidad, fundada en 1854, para pedir los libros de sueldos y remuneraciones, porque no creen que sus directores –empresarios, agentes de bolsa y mandatarios– no cobren ni un peso por su labor. Y hace cinco días Moreno también llamó al presidente de la institución, Adelmo Gabbi, al que a fines del año pasado ya le había deslizado la amenaza de acabar con la autorregulación de la Bolsa y del Mercado de Valores. Ayer, la Bolsa, cuya trayectoria es parte de la historia del país, contestó la demanda con inusual dureza al exponer los innumerables errores y arbitrariedades en las que incurrió Moreno. "Confusa", "un intento de confundir a la IGJ" y "desviación de poder" son algunos de los calificativos que usó la Bolsa, en el escrito que elaboró y firmó el apoderado, el abogado Rafael Carlos Monsegur. El otro abogado que trabajó en la respuesta fue un maestro del derecho comercial y de los negocios, Horacio Fargossi, que es vicepresidente 1° de la entidad.
Hay una historia breve para tener en cuenta. Moreno comenzó los ataques contra Papel Prensa en agosto, con el fin de apoderarse de la empresa: desde entonces nombró a una directora ante la entidad, Beatriz Paglieri, cambió a los titulares de la Sindicatura General de la Nación y de la Comisión Nacional de Valores –dos organismos con una incidencia colateral sobre esa compañía– y, tras advertir que la firma cotiza en bolsa, le pidió información que la entidad, según las leyes, sólo está autorizada a dar a las empresas cotizantes.
El fin último de Moreno es descubrir si Papel Prensa, una sociedad comercial que integran el grupo Clarín, La Nacion y el Estado y que siempre actuó con transparencia, incurrió en irregularidades y, además, pretende cambiar al presidente de la papelera, porque de esta manera el Estado, que está en minoría, podría controlar la mayoría del directorio. Es una operación de pinzas: acorralar a la empresa con la Justicia, la IGJ, la Sigen y la CNV y, también, dominarla por dentro. Por esa vía, controlará el suministro de papel para diarios de todo el país.
Para lograrlo, como se dijo, Moreno procuró usar como palanca a la Bolsa. Pero la entidad no se dejó manosear y, ante la insistencia de Moreno, desde el 1° de diciembre la Bolsa contestó cuatro pedidos de informes. Como a Moreno no le gustó el tenor de lo que leyó, denunció a la entidad ante la IGJ y el jueves envió a la Bolsa otra nota. La arremetida está en marcha.
A pesar del receso estival, Moreno logró, al margen de toda norma legal, que la IGJ habilitara día y hora, en enero, para recibir su insólita denuncia: allí dice que el presidente de Papel Prensa no es quien resultó elegido por el directorio de la sociedad anónima, Guillermo Alberto Maquieira, sino su anterior titular, Julio Saguier, presidente del diario La Nacion. Para Moreno, que invoca representar al Estado, accionista minoritario, Maquieira no tiene legitimación para invocar tal calidad y el hecho de que lo siga haciendo desnaturaliza –según Moreno– la información que debe enviarle Papel Prensa a la Bolsa, como sociedad cotizante.
La respuesta de la Bolsa fue categórica, otra vez. Para empezar, señaló más de diez defectos de la denuncia (vicios), entre ellos que Moreno obró sin patrocinio de abogado alguno, ni mencionó el domicilio del denunciante (el suyo), ni demostró cuál es su interés legítimo para efectuar la presentación contra la Bolsa y para involucrar en irregularidades a Papel Prensa, ni presentó copias ni, en fin, cumplió con otros muchos requisitos que debe cumplir cualquier denunciante que no sea Moreno. Y afirmó que la denuncia es deliberadamente "confusa", para hacer incurrir en errores a la IGJ.
Además de que no se daba ningún motivo de excepción para que la IGJ recibiera la denuncia en enero y del hecho de que la IGJ no hizo ninguna investigación preliminar, la Bolsa señaló que en estos momentos el tema está en la Justicia –con una medida cautelar que favorece al Estado, pero que no fue resuelta, como tampoco están finalizadas otras cautelares que favorecieron a los accionistas de la empresa frente a Moreno en otros asuntos–. Esto quiere decir que ni Moreno ni la IGJ tienen poder para decidir sobre ese asunto.
Finalmente, la institución señaló otro dato fundamental que Moreno desconocía: la entidad que supervisa a las sociedades cotizantes no es la IGJ, sino la CNV, por lo cual la denuncia fue presentada en un organismo incompetente. Este fue el eje de la extensa respuesta brindada por la Bolsa. "Resulta evidente que la IGJ, al emitir los actos aquí referidos desatendió su deber legal y de raigambre constitucional de respetar el derecho de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires al debido proceso, hecho que se desprende de someterla a un procedimiento de denuncia viciado en todas sus partes, cuestiones éstas que determinan su nulidad", se defiende la Bolsa, que atribuye la denuncia de Moreno a un "desvío de poder", a "una motivación indebida". Y agrega: "No fue la falta de respuesta –a las notas que envió Moreno a la Bolsa– lo que motivó su irregular denuncia, sino el contenido de las respuestas, dado que éstas se fundan estrictamente en pautas legales y reglamentarias".
Así, si Moreno buscaba legitimar su acción política, la Bolsa respondió lo contrario de lo que esperaba.