Moyano irá por otro mandato, pero aún no se definió su rival

Sentados uno al lado del otro como no sucedía hace meses, Hugo Moyano y Antonio Caló, con el aval del consejo directivo de la CGT, definieron que el 12 de julio la central obrera renovará sus autoridades . Ese día, el camionero y el metalúrgico podrían enfrentarse en las urnas por el sillón de mando de la sede de Azopardo 802.

Confiado en que cuenta con el respaldo de la mayoría de los gremios, Moyano ya activó su plan reeleccionista y desea un tercer mandato consecutivo, lo que sería un récord. Caló, en cambio, navega en la indefinición, a pesar de que sugirió ayer que le gustaría liderar la CGT si es que se ponen "de acuerdo entre todos".

La unidad sindical, por ahora, es una utopía. Es un anhelo imposible que ayer volvió a quedar reflejado con algunas ausencias en lo que fue el primer encuentro del año del consejo directivo de la CGT.

La presencia del líder de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) alteró a más de un moyanista. Pero Caló estuvo lejos de exhibirse combativo. Bromeó con el camionero y se mantuvo en silencio ante una hipotética candidatura suya. Eso sí, insistió puertas adentro en que "hay que buscar consenso".

En la elección del 12 de julio participarán unos 1920 congresales. El sufragio de cada uno de ellos será directo y secreto, como lo establece el estatuto cegetista. La ecuación es sencilla y proporcional: a mayor cantidad de afiliados por gremio, más delegados congresales con derecho a voto se tiene. Así las cosas, Moyano debería, sí o sí, trazar acuerdos con algunos sindicatos numerosos que hoy no comulgan con su liderazgo.

Las alianzas que teje el camionero comenzaron a dar algunos resultados: participó del encuentro de ayer el gremio de los peones rurales que encabeza Gerónimo Venegas. Si bien "Momo" estuvo ausente, envió a su ladero Ramón Ayala. Ese gremio no asistía a una reunión de consejo desde hace años. Se avanza, también, en un acuerdo con Luis Barrionuevo y sus aliados de la disidente CGT Azul y Blanca.

"El objetivo es llamar a que participen todos los gremios, incluso los que se fueron", dijo el moyanista Juan Carlos Schmid, en una clara referencia a la tropa de 50 sindicatos que apoya al referente de los gastronómicos.

Moyano, además, sumará el respaldo de un puñado de gremios que se incorporaron en los últimos años a la CGT. Se trata de 27 sindicatos, entre ellos, la Federación de Bioquímicos y el de los empleados de peaje, que dirige su hijo Facundo.

Con apoyo de "los Gordos"

La posible candidatura de Caló tiene el aval del sector de "los Gordos" (representantes de los grandes gremios), quienes ayer estuvieron ausentes, y del bastión de los "independientes", que integran los influyentes José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), Andrés Rodríguez (UPCN) y Gerardo Martínez (Uocra).

Pero la disyuntiva es saber cuál es el verdadero deseo del metalúrgico. Ayer, un grupo de empresarios de la industria barruntaba que Caló no se presentaría en la interna cegetista. Hasta se animaron a comentar que el gremialista había llamado por teléfono a Ginebra a la viceministra de Trabajo, Noemí Ríal, para informarle su decisión.

La sospecha empresaria creció tras la estancada negociación paritaria de la UOM . Su oferta salarial de una suba del 15% no fue aceptada por el gremio. Caló exigió sí o sí llevar a 4000 pesos el salario de la categoría más baja, lo que significaría un alza de un 35 por ciento. El debate continuará mañana, en el que será el cuarto encuentro entre sindicalistas y empresarios.

Desde la UOM se mantuvieron anoche en silencio. La única voz fue la de Caló, por la mañana, durante el homenaje al histórico Lorenzo Miguel. "Vamos a bregar por la unidad del movimiento obrero. Si los compañeros me eligen y nos ponemos de acuerdo entre todos y soy prenda de unidad, claro que me gustaría estar al frente de la CGT", dijo el metalúrgico.

El consejo directivo de la CGT, además, anunció ayer que insistirá en sus reclamos por mejoras salariales y una reforma impositiva. También advirtió de una posible protesta en caso de que no se active un mecanismo de pago de la deuda que el Estado mantiene con las obras sociales sindicales. "La dilatación genera malestar. No se advierte un horizonte de menor conflictividad", amenazó Schmid, que hizo de vocero del encuentro gremial.