Néstor Grancelli Cha: ex funcionario de Frondizi y hombre de virtudes republicanas
A los 94 años murió Néstor Grancelli Cha, hombre de vigorosa trayectoria cívica que hasta último momento se mantuvo activo y firme en el sostén de los ideales republicanos.
Joven militante reformista en la universidad, presidió la Federación Universitaria Argentina (FUA) entre 1942 y 1944, y años después, en 1958, fue secretario de Relaciones Económico-Sociales en el gobierno de Arturo Frondizi y luego agregado económico en la embajada argentina en México hasta su derrocamiento, en 1962.
Nació en Diamante, Entre Ríos, el 2 de abril de 1920. Estudió el secundario en el Colegio Nacional de Paraná. En la Facultad de Ciencias Económicas, Comerciales y Políticas de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), cursó la licenciatura para el Servicio Exterior, que concluyó en 1942, en tanto continuaba sus estudios para el doctorado en Ciencias Políticas.
Su padre y sus tíos eran radicales yrigoyenistas, pero él se dedicó a la militancia reformista sin adherencia partidaria. Simpatizante de los aliados en la Segunda Guerra Mundial, hasta quiso alistarse como piloto voluntario en la fuerza aérea británica para resistir el ataque del nazismo, a la vez que siempre fue opuesto al comunismo y a cualquier totalitarismo. No pudo concretarlo por ser menor de edad.
Grancelli Cha fue elegido secretario de la Federación Universitaria del Litoral en 1941, en 1942 fue vicepresidente de un congreso nacional universitario realizado en Córdoba y a fines de ese año, elegido presidente nacional de la FUA. Ejerció ese cargo durante dos años, aunque al final en la clandestinidad porque el gobierno militar de 1943 disolvió la entidad.
El 4 de octubre de 1945, cuando Juan Domingo Perón era una figura ascendente en el poder, una patota que salió de la Secretaría de Trabajo y Previsión asesinó de un balazo en una refriega ante la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, en la calle Perú, al estudiante Aarón Salmún Feijóo, opositor, como otros jóvenes, al gobierno militar. Grancelli Cha habló en el sepelio por los universitarios. También habló en un gran acto cuando se estaba gestando la Unión Democrática, aún no constituida. Desde las escalinatas del Congreso, habló por la juventud, junto a Alfredo Palacios y Alicia Moreau de Justo, por el socialismo; José P. Tamborini y Enrique Mosca, radicales, que a la postre fueron los candidatos en la Unión Democrática, contra la candidatura oficialista de Perón.
Siguió luego una intensa trayectoria en la actividad privada, en la función pública y en entidades culturales, sin abandonar nunca sus inquietudes cívicas. Tras evocar los sueños de los estudiantes reformistas y lamentar la actual crisis moral, Grancelli Cha dijo en el año 2000 a lLA NACION: "Seguimos pensando que hay otra Argentina posible".
Fue apoderado de la firma Ormas, empresa italiana dedicada a usinas eléctricas, entre 1949 y 1958, y años después, director de Agip Argentina, vicepresidente de Nación Seguros de Retiro y director de Metro Gas, en representación de los empleados, elegido por voto directo dentro del Programa de Propiedad Participada. Fue director de la Comisión Nacional de Energía Atómica e intervino en la organización del Ente Nacional Regulador Nuclear, cuando era ministro de Economía Domingo Cavallo.
Por esa época -tras haber compartido con pleno convencimiento la visión desarrollista de Frondizi y haber colaborado en las campañas de Raúl Alfonsín y Eduardo Angeloz-, se había aproximado a Domingo Cavallo y participó en el partido Acción por la República: fue interventor en la Capital de esa agrupación y vicepresidente 1° del partido en 2003. Hasta su muerte codirigía, con Ernestina Gamas, Con-texto, sitio de Internet político y cultural. En 2013 fue distinguido por el Congreso de la Nación con el premio Mayores Notables de la Nación, a instancias de la diputada entrerriana Hilma Re (Coalición Cívica).
Su esposa, Mirta Castelvecchi, había fallecido en 2007; con ella tenían dos hijos, Silvana y Néstor, y seis nietos. El sepelio se efectuó en el cementerio Jardín de Paz, en Pilar.
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