No existen los milagros económicos
El pago con bonos cuando no ha sido aceptado voluntariamente es una colocación forzada de deuda.
El uso (y abuso) de esos bonos como cuasi dinero trata de evitar la contracción que se produciría si los empleados no pudieran gastar la parte de su ingreso que se paga con bonos.
En las oportunidades en que tuvieron que hacer frente a pagos mayores a sus ingresos, los gobiernos recurrieron al crédito local; cuando el mercado ya no tomaba su deuda, colocaron bonos en los bancos, que emitían dinero con ellos. Finalmente, cuando ya nadie aceptaba el dinero se los colocaba forzadamente entre los acreedores.
Durante el siglo XIX, habituados a los atrasos y a las colocaciones forzadas, los acreedores del Estado hicieron, muchas veces, pingües ganancias descontando con mayores precios el efecto de los atrasos y el gobierno terminó pagando mucho más por su mal manejo financiero.
Pero estos bonos no fueron usados como sustitutos del dinero. Sin embargo, el uso de títulos públicos de deuda como medios de pago (dinero) ha sido más antiguo y no por ello menos perjudicial.
En el siglo XVIII , las colonias americanas de Inglaterra (Massachusetts y Rhode Island) emitieron letras de la tesorería que se usaron como dinero, lo que dio origen al papel moneda del gobierno y a una fuerte inflación, lo que fue muy criticado por Adam Smith. Los asignados en la Francia revolucionaria fueron en su comienzo un título de deuda y, luego, circularon como billetes de menor denominación emitiéndose sin ningún límite en medio de la guerra y concluyendo con su total desvalorización y la vuelta al uso del metálico.
De lo que se trata ahora y, lo que han hecho en el pasado varios gobiernos provinciales, es del pago con bonos que puedan usarse como medio de pago. Mientras que en algunas provincias se ha abusado de ellos, en otras, como en Córdoba durante el gobierno de Ramón Mestre, fueron pagados y retirados de la circulación
El procedimiento es sin duda de emergencia y se apela a él por no haberse realizado la necesaria reducción de gastos. Debería ser extremadamente limitado y de breve duración, debiendo retirarse los bonos de la circulación lo más rápidamente posible para volver -una vez recuperada la confianza- a la emisión de títulos voluntarios de deuda.
Lo relevante es si existe otra alternativa menos drástica aparte de reducir los gastos.
Si no se puede emitir y tampoco endeudarse, lo único que queda es gastar sólo lo que se tiene.
El discurso irresponsable de quienes citan ejemplos pasados de reactivaciones keynesianas consistentes en gastar con mayor emisión pierden de vista que cuando esas políticas tuvieron resultado en el mundo y en la Argentina, en los años 30, fue porque se pudo extraer forzadamente ahorro de mercados de capitales cautivos.
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