No se baje, doctor, no haga la del alacrán
No puedo creer que Carlos Menem se baje de su candidatura, porque eso sería como el cuento del escorpión que picó al sapo que lo transportaba a través del río y se ahogó con él.
No quiero creer que Menem arruine su trayectoria política, que, al fin y al cabo, discutible como es, es defendible ante la historia, con un acto tan irresponsable.
Realmente va a ser una mancha indeleble en su foja de servicios, aunque pretenda hacerlo como "renunciamiento histórico". Y él tiene asesores suficientemente inteligentes como para hacer mejores cálculos.
Ahora bien, aunque no creo que Menem lo haga, y además mucha gente (y sus malos asesores, que también los hay) piense que con eso deslegitimiza al nuevo gobierno, al fin de cuentas el resultado para el país no va a ser tan desastroso. Va a ser un golpe más a la construcción de un sistema de convivencia en el que hay perdedores y ganadores, pero la reconstrucción argentina es demasiado fuerte como para verse seriamente afectada por ese desplante.
Si Kirchner llega ser presidente, su legitimidad no va a depender del 22% de votos que cosechó ni tampoco (salvo pour la gallerie ) del 60% que muy probablemente consiga el domingo próximo. Su fuerza se basará en la coalición que pueda armar, y eso no depende de Menem, aunque sí en parte de algunos de sus asesores más capaces, a quienes también habrá que ofrecer una participación en un equipo gobernante de unidad nacional.
El mito argentino de que las coaliciones son malas, o que implican renunciar a los propios principios, es una antigualla. Nadie que lea la sección internacional de los diarios puede creerlo. La responsabilidad de todos es optar por una de dos: disponerse a participar en el gobierno, tras negociaciones sobre los términos en que esa colaboración se va a dar, o bien entrar en una "oposición de su majestad". Y si una mayoría se opone, entonces que gobiernen ellos, que la Constitución lo permite, si se ponen de acuerdo en un candidato común para la Jefatura de Gabinete. Y si eso no lo quieren o no lo pueden hacer, entonces que no pongan trabas en el funcionamiento de las instituciones
Señor Menem: no se baje, no haga la del alacrán, porque va a terminar picándose a usted mismo y eso es mortal, mientras que el sapo (perdón, señor Kirchner) va a llegar a la otra orilla del río con varios otros en su escolta.
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