El análisis. Otra ceremonia del culto al silencio
Martín Rodríguez Yebra LA NACION
Hace años que escapa de las preguntas. Ricardo Jaime, el hombre más salpicado por causas de corrupción en el kirchnerismo, ha hecho un culto del secreto durante los seis años que manejó a discreción la multimillonaria caja de los subsidios al transporte. Desde que dejó el cargo se escudó en un extremo bajo perfil, mientras pasaba los días de casa en casa.
Su reaparición no hizo más que ratificar la estrategia de silencio, condimentada con la denuncia de una persecución mediática en su contra, sostenida en papeles dudosos.
En línea con una lógica habitual del gobierno que integró, jugó a cambiar el eje de la discusión. Nada explicó sobre los datos impactantes que la Justicia y la prensa han sacado a la luz acerca de la fortuna que, según se sospecha, construyó en sus días de funcionario. Cuando declaraba que su patrimonio no llegaba a $ 100.000.
Prefirió enmarcar las investigaciones sobre él en la cruzada de sus ex jefes contra los medios de comunicación que no pueden controlar. Hizo una conferencia de prensa sin preguntas y aceptó entrevistas en las que pudo explayarse a gusto sobre su acusación a un periodista.
Tal vez buscó satisfacer a los Kirchner con un argumento que los sensibiliza. Pero seguro impidió al resto de la sociedad saber qué tenía para decir acerca las denuncias que se acumulan en su contra.
Hubiera sido bueno preguntarle:
¿Es el dueño del avión de 4 millones de dólares que usaba como si fuera propio cuando era funcionario y que aparece a nombre de una compañía ligada a su principal asesor?
¿Cómo explica que ese mismo colaborador tenía autorización para retirar de un astillero un yate valuado en 1 millón de dólares?
¿Cómo hizo para vivir en un departamento en la Avenida del Libertador que le costaba 1500 dólares por mes de alquiler y 400 de expensas cuando su único ingreso declarado apenas arañaba esa cifra?
¿Es sólo casualidad que sus garantes en ese alquiler eran beneficiarios de los subsidios del Transporte?
¿Por qué no declaró la casa que compró su actual mujer en Florianópolis cuando él todavía era funcionario? ¿Y las tres casas en un country de Mendiolaza en las que pasa los fines de semana y viven algunos de sus familiares?
¿Por qué aceptó que empresarios del sector que él debía controlar le pagaran viajes al exterior?
¿Cuál es su relación con la empresa que controla la radio LV2, de Córdoba; la misma firma que pagaba facturas de sus viajes y que había dado a su hija el usufructo de un departamento en Córdoba?
¿Cuál es el origen de los dólares y euros hallados en su piso de Libertador? ¿El departamento en el que se lo ve habitualmente en Puerto Madero, es de él, lo alquila o se lo prestan?
¿Cuál es su relación actual con Néstor y Cristina Kirchner; se siente abandonado o sigue cerca de ellos?
De cosas así está obligado a preguntar el periodismo a los hombres que se encargan de administrar los recursos públicos. Jaime eludió otra oportunidad de responder.
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