Pese al ocaso de su relato, Cristina puede dormir tranquila
Poco puede esperarse de allanamientos que no son sorpresivos y que se anuncian tres semanas antes. Sin embargo, el debate en el Senado que concluyó con la autorización al juez Claudio Bonadio para allanar tres domicilios de Cristina Kirchner dejó otras conclusiones. La primera es que la expresidenta no puede exhibir sólidos argumentos en su defensa, sino tan solo respuestas políticas y alguna que otra amenaza al Gobierno y al propio justicialismo. En un mensaje a Mauricio Macri , afirmó que si la meten presa, la Argentina se tornará "ingobernable", y apuntando a los dirigentes peronistas expresó: "Si a mí me partiera un rayo hoy mismo, hay algunos que con el voto popular no llegarían a ningún lado".
En un discurso en el que evitó comentar los datos aportados a la causa de los cuadernos por algunos de sus propios exfuncionarios que reconocieron haber recibido pagos ilegales -Claudio Uberti, Juan Manuel Abal Medina y José López-, Cristina Kirchner ensayó una muy floja defensa, al sugerir que los numerosos empresarios "arrepentidos" fueron víctimas de un "apriete" orquestado por el juez. Y puntualizó que la cartelización de obra pública comenzó mucho antes de 2003, aunque en ningún momento negó que haya continuado durante los 12 años de la era kirchnerista.
Su mejor defensa fue un mal ataque, que redondeó una estrategia de victimización, a la cual sumó la denuncia de una operación internacional de gran escala para terminar con los líderes populares, como Lula y ella. Fue la nueva etapa de un relato que hace tiempo ha quedado eclipsado por pruebas contundentes sobre la corrupción que reinó en su gestión presidencial.
Con todo, los kirchneristas consideran que no todo está perdido mientras puedan seguir dando batalla en el campo electoral. Una encuesta reservada de la consultora Poliarquía, concluida el 15 de agosto, le trajo una buena noticia a la senadora Kirchner: la causa de los cuadernos de las coimas no ha modificado la estructura de opiniones en la sociedad, al menos por ahora. En el último mes, la imagen positiva de la exjefa del Estado subió dos puntos, del 30 al 32%, en el orden nacional, en tanto que en el Gran Buenos Aires, donde las dificultades socioeconómicas se perciben con más fuerza, su mejora fue de siete puntos. El piso electoral de Cristina, sustentado en su núcleo duro de seguidores, sigue siendo elevado, en torno del 25%, pero la mala noticia para ella es que su techo electoral se ubicaría cada vez más cerca de ese piso. Podría competir electoralmente y contribuir a la fragmentación del peronismo, pero no estaría en condiciones de vencer en ningún escenario de ballottage.
Su mayor logro fue que el senador Miguel Pichetto ratificara que ningún legislador debería ser detenido sin condena firme. Cristina puede dormir tranquila: no irá presa mientras sea senadora.
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