Pochetti, la dueña del secreto que puede cambiar la causa
Las causas penales tienen varias geografías. A veces transitan por picos de tensión, otras por valles procesales y a veces, se mantienen en mesetas eternas. Estas horas son, para la causa de los cuadernos de las coimas, uno de esos momentos de expectativas extremas.
La adrenalina subió en enero, justo cuando Comodoro Py se mantiene en modo velocidad crucero por la feria judicial. Y la razón, claramente, es la posibilidad de que Carolina Pochetti, la viuda del exsecretario privado de Néstor Kirchner, acceda a declarar como imputada colaboradora.
No es para menos. Sucede que la mujer no fue traída a la causa por ser una exfuncionaria que anduvo de subsuelo en subsuelo en busca de bolsos ni tampoco por ser empresaria que bajaba camuflada a esos garajes a cumplir con sus reguladores. Pochetti está en la causa por ser la mujer de un millonario que mediante una red de sociedades se despachó con la compra de alrededor de 70 millones de dólares en propiedades en Nueva York y Miami.
Dicho esto, ¿qué es lo que puede aportar la imputada para ganarse el favor de la llamada ley del arrepentido? Y acá está el punto de expectativas fuertes.
Prácticamente las especulaciones pueden pasar por dos caminos. Si admite que los bienes son de su marido y de ella, pues tendrá que justificar los ingresos para haberlos comprado. Tarea imposible, salvo que en alguno de sus viajes de lujos y sol a los Estados Unidos haya ganado millones y millones en algún casino americano.
Entonces, si ese es el camino, deberá reconocer que ese dinero provenía de algún negocio espurio. Llegado el punto, la viuda tiene un problema y una ventaja. La ayuda la tendrá de la extinción de la acción penal que opera sobre el fallecido Muñoz. No será la primera que opta por esa estrategia de defensa: en la misma causa una constructora ya decidió ir por esa solución.
Pero el problema con el que se topa es que gran parte de su entorno, compuesto por un testaferro, abogados, consultores y parientes que participaron de la compra y de la venta de los inmuebles, ya declaró. Y todos coinciden en que ella estaba al tanto de todo lo que sucedía y que gran parte de las negociaciones se llevaron a cabo con ella sentada a la mesa. Es de suponer que le costará echarle culpas a su marido fallecido.
Pero aun si pudiese lograrlo habrá entregado un dato crucial. Muñoz está apuntado por decenas de testimonios de ser acopiador de los bolsos que entregaba el diligente Roberto Baratta en el auto que manejaba Oscar Centeno. Y entonces, o bien cobraba una comisión por hacerlo, y con eso recolectó al menos 70 millones de dólares en su trabajo como secretario de Néstor Kirchner, o bien, se quedaba con el vuelto de los mandados sin que su jefe se diera cuenta.
En ambos casos, bien vale la pregunta: ¿de cuánto será el total recolectado si por recibir los bultos cobró esa millonada? O en su caso, ¿qué tan grande serían los bolsos si Kirchner, un celoso de los números y los pesos de los bolsos, no logró darse cuenta?
El otro camino posible
Pero más allá de eso, Pochetti podría ir por otro camino. En caso de que lo hubiese, inculpar al verdadero dueño de los dólares. Y si esto sucede, todas las miradas apuntan al matrimonio Kirchner.
De ahí que estos días se generaron expectativas muy grandes en Comodoro Py.
Ayer al mediodía, Carlos Stornelli, el fiscal de la causa, interrumpió sus vacaciones como para estar presente en la audiencia junto a su colega Carlos Rívolo. Staff completo para recibir a la viuda, esta vez, de estreno con defensor oficial.
Estuvieron toda la tarde frente a frente y finalmente, cuando caía la noche, Pochetti volvió al penal donde está detenida.
Más allá de la cita, las expectativas eran más bien moderadas entre los funcionarios judiciales. Temían que los dichos de la viuda de Muñoz no sean más que una maniobra para distraer o para suavizar alguno de los testimonios que la comprometen. Posiblemente no haya beneficio si los dichos no son contundentes.
En la Justicia saben que las pruebas recolectadas contra Pochetti son mucho más que una media docena de testimonios que la implican.
Hace tiempo que Estados Unidos puso el ojo en ese paquete de propiedades que contiene, entre otros lujos, un departamento en el Plaza Hotel de Nueva York comprado a 13,5 millones de dólares y un centro comercial entero en un barrio de Miami.
En colaboración con la Unidad de Información Financiera (UIF), los organismos de control de lavado de dinero de los Estados Unidos enviaron un paquete de información relevante sobre la compra y la posterior venta de los inmuebles.
Varias sociedades que intervinieron fueron creadas en fechas sugestivamente próximas a las operaciones de venta. Y todas tienen alguna relación con el entorno de Pochetti y Muñoz.
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