Polémica por la amenaza del veto
El jefe de Gabinete rechazó la advertencia opositora de recurrir a la protesta callejera; Solá habló de cacerolazos
La disputa entre la Casa Rosada y la arco opositor por el control del Parlamento continuó ayer a ritmo febril, con nuevas amenazas de protestas sociales de legisladores de la oposición si el Gobierno llega a vetar las leyes aprobadas sin respaldo oficialista y las réplicas del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, a esas advertencias.
"No se puede amenazar a la Presidenta, no es saludable para la Nación", se quejó Fernández en una nueva escalada de la pelea que el Gobierno tiene con la oposición desde que ésta lo obligó a ceder el control de las mayorías de las comisiones de la Cámara de Diputados, el jueves pasado.
Las palabras del jefe de Gabinete no atenuaron las críticas de la oposición, que insistió en su advertencia de eventuales protestas callejeras contra el Gobierno. "Si se acumularan los vetos, con seguridad habrá una protesta popular", dijo el diputado del peronismo disidente Felipe Solá.
La macrista Paula Bertol (Capital), en tanto, apeló a la ironía a la que es tan adepto el jefe de Gabinete para responderle. "Es una anibalada a la que nos tiene acostumbrados", afirmó a La Nacion la legisladora, para quien las palabras de Fernández son "una forma encubierta de no dar explicaciones a un comportamiento antidemocrático, como sería vetar leyes por el solo hecho de surgir del arco no oficialista".
La disputa empezó cuando el jefe de Gabinete anticipó que el Gobierno apelaría al veto de aquellas leyes que sean aprobadas sin el respaldo del kirchnerismo a partir de pasado mañana, cuando el oficialismo quede en minoría en la Cámara baja.
La respuesta de la oposición fue rechazar esa hipótesis y advertir sobre el malestar social que eso provocaría. "Se van a producir protestas populares seguro", afirmó el flamante presidente de la UCR, el senador Ernesto Sanz (Mendoza). En la misma sintonía se expresó el jefe del bloque de diputados radicales, Oscar Aguad.
Ayer se sumó Solá a la ofensiva, y advirtió que una eventual política de vetos de Cristina Kirchner "se va a encontrar con la gente en las calles", y no descartó que esas quejas se tradujeran en un cacerolazo.
La misma figura de protesta social había usado otra peronista disidente, la bonaerense Graciela Camaño, al rechazar las advertencias del oficialismo ante una escalada legislativa de la oposición.
La defensa del Gobierno no quedó sólo en manos del jefe de Gabinete. También habló el presidente del bloque de diputados oficialistas, Agustín Rossi (Santa Fe), quien calificó como "muy desafortunadas" las expresiones de los dirigentes opositores sobre cacerolazos y protestas callejeras en contra del Poder Ejecutivo. Fue precisamente este legislador el primero en anunciar el eventual uso del veto presidencial por parte de Cristina Kirchner a las leyes que no cuenten con el visto bueno de la Casa Rosada.
Un instrumento
En ese sentido, Rossi aseguró que el veto es "uno de los instrumentos constitucionales defensivos" y reclamó "no extorsionar al Poder Ejecutivo para que no utilice una herramienta constitucional".
El veto presidencial es una facultad contemplada en el artículo 78 de la Constitución Nacional y hasta ahora Cristina Kirchner lo ha aplicado en 17 oportunidades, aunque sólo en una de ellas (la ley de glaciares) lo hizo de manera total. Ahora, con el cambio de las composiciones de ambas cámaras parlamentarias, esa herramienta podría servirle al Gobierno para evitar que la mayoría no kirchnerista imponga su criterio en el Congreso. Esto sería así ya que para insistir en una ley vetada cada cámara debe reunir el apoyo de los dos tercios de los presentes, un número que la oposición no alcanza.
Stolbizer se diferenció de la Concertación
La diputada electa Margarita Stolbizer lanzó ayer en Bariloche la corriente que encabeza, Generación para un Encuentro Nacional (GEN), y anunció que buscará acordar "alianzas amplias". Stolbizer aludió a su desacuerdo con el radicalismo gobernante en la provincia de Río Negro, aliado al gobierno nacional en la Concertación. Advirtió que el GEN "no debe convertirse en un reducto de radicales disconformes" y destacó que pretende alianzas como las practicadas por el Frente Amplio de Uruguay o el socialismo santafecino. Aclaró que no llegó a acuerdo con fuerza alguna, pero destacó que hará un "frente progresista".
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