Preocupación por unos insólitos carteles

"Señoras y señores... ¡bienvenidos!", saludó el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Daniel Pelegrina, frente a los miles de presentes y todas las cámaras. Detrás de él, desde el techo del palco -y fuera de todo protocolo- comenzaron a desplegarse dos carteles amarillos que eludieron todos los controles oficiales y dejaron atónitos a funcionarios y ruralistas.

Los carteles, que habían permanecido ocultos -enrollados dentro de dos dispositivos metálicos-, eran de Greenpeace. Fueron desplegados de forma remota y tenían dos mensajes contra la actividad rural: "Ganaderos: basta de desmontes" y "Destruir bosques es un crimen". Aparecieron cuando Pelegrina inició su discurso, justo sobre la cabeza de Mauricio Macri; de su esposa, Juliana Awada; de los funcionarios, y de los referentes del campo.

El Presidente inclinó la cabeza hacia arriba. Y el vicepresidente segundo de la Asociación Angus, Federico Boglione, -dueño de la cabaña que venía de ganar el premio Gran Campeón Macho- intercambió unas palabras con Alejandro Ferrero, director de exposiciones de la SRA. Ambos se incorporaron de inmediato, se estiraron y arrancaron los carteles. Fueron ellos, y no los custodios presidenciales, los que reaccionaron primero.

Denuncia

Horas después, el Ministerio de Seguridad denunció como "intimidación pública" la sorpresiva acción de Greenpeace en la Rural. El Gobierno respondió con una acción penal luego de que el grupo ambientalista internacional lograra infiltrar los dos carteles muy cerca de Mauricio Macri .

La llamativa manifestación de Greenpeace logró superar todos los dispositivos de la seguridad oficial. Aunque fue una acción inocua, tomó por sorpresa a la Casa Militar y a los efectivos encargados de la seguridad del Presidente.

En la Casa Rosada buscaron desestimar la peligrosidad de la acción. "Ocurrió cuando habló el presidente de la Rural", dijeron en la Presidencia, en alusión a que los carteles aparecieron, de forma automática, durante el discurso de Pelegrina. Estimaron que los artefactos que contenían los carteles desplegables "estaban instalados desde hace varios días".

Una foto de LA NACION del 26 de julio exhibe que desde, al menos, esa fecha los carteles estaban instalados.

A diferencia de la Presidencia, el Ministerio de Seguridad reaccionó con una denuncia penal, que recayó en el juzgado federal de María Eugenia Capuchetti. "Vamos a investigar porque creemos que es alguien de la empresa que trabajó en el palco o de la Rural", dijeron en la cartera de Patricia Bullrich.

En el Gobierno resaltaron que por el lugar había pasado la brigada antiexplosivos y que estaba desplegado todo el protocolo de seguridad de la Casa Militar, que se mueve con el Presidente y que involucra a custodios, a la inteligencia y a uniformados de las fuerzas de seguridad.

"Fue un tema de la estructura de la Rural. La seguridad inspeccionó los palcos y pasaron los perros para detectar explosivos. Nadie dijo que en la estructura del palco esos dos caños, que parecían parte del tubo de la calefacción, eran algo de afuera", dijeron en el Gobierno.

El operativo de seguridad presidencial había tenido especial despliegue y cautela por las protestas de ambientalistas que se habían registrado en los últimos días en la Rural. El pasado domingo, un grupo de activistas veganos que defienden los derechos de los animales ingresó al lugar con carteles y fueron echados a rebencazos por los chacareros.

Los activistas veganos volvieron a manifestarse ayer, pero no lograron franquear el perímetro del predio.

Greenpeace difundió un comunicado minutos después del episodio con los carteles. Señaló que "la acción se dio en el marco del lanzamiento de un reporte del sacrificio de los bosques del Gran Chaco", que señala a algunos empresarios ganaderos como los responsables de la destrucción de los bosques chaqueños. En la Rural aseguraron estar "investigando" el hecho.