Pu Lof: tras el hallazgo del cuerpo en el río Chubut, se agudizó la tensión con la comunidad mapuche
Los miembros del Pu Lof están convencidos de que el cuerpo fue "plantado" y de que son víctimas de un complot del Gobierno
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ESQUEL.- La aparición de un cuerpo en las entrañas del territorio habitado por la comunidad mapuche fue un punto de no retorno al diálogo. Ya nada es igual en el Pu Lof de Resistencia, en Cushamen, donde por estas horas los ánimos están muy caldeados y la desconfianza con el afuera llevó a radicalizar las posturas del reclamo indígena.
El lugar donde fue hallado el cuerpo el pasado martes, en el margen del río Chubut, en una línea prácticamente recta desde la guardia nueva del predio, permanece sin ningún tipo de custodia policial o judicial y no fue franjado o aislado. A pesar de la importancia que esa zona tiene en el marco de la investigación para determinar qué sucedió con Santiago Maldonado y los gendarmes, la Justicia no pudo imponerse a los miembros de la comunidad, que se opusieron tajantemente a la permanencia de extraños en el lugar. La convivencia con uniformados fue imposible por los antecedentes del conflicto.
En la tranquera del predio en las últimas horas hacían guardia los mapuches que conducen la comunidad en ausencia de Facundo Jones Huala, hoy preso, y que decidieron restringir el diálogo con el exterior. Por estas horas, incluso los investigadores judiciales se vieron impedidos de acceder a ese lugar crucial para la pesquisa. Los mapuches impidieron el ingreso del huinca (hombre blanco), con excepción de la abogada y el perito de la familia Maldonado, que anteayer fueron al lugar y pudieron dialogar con ellos para que les cuenten qué vieron.
La comunidad se abroqueló y se radicalizó aún más ante la convicción de que se encuentra en un estado de vulnerabilidad como nunca antes, al quedar expuesta por el hallazgo del cuerpo en el epicentro del Pu Lof. Los mapuches manifiestan que la aparición del cuerpo en ese lugar forma parte de una gran conspiración y esa situación de paranoia se tradujo en virulencia hacia el afuera.
"Esto es un complot entre el Estado terrorista argentino, las fuerzas de seguridad y los medios hegemónicos, que son parte de esta operación", fue el mensaje que recibió LA NACION cuando se dirigió al lugar para intentar escuchar a la comunidad. Sin embargo, a diferencia de ocasiones anteriores, fue echada con dureza.
Hipótesis
Uno de los integrantes del Pu Lof expresó a este medio que la comunidad tiene la creencia de que el cuerpo fue "plantado" para dejar expuesta a la comunidad mapuche. Aseguró que en la inmensidad de ese territorio "todo es posible".
"El lugar es muy vasto, pudo haber sido un baqueano conocedor del terreno; no tiene por qué haber sido por el ingreso al predio", señaló.
Otra de las hipótesis que circularon ayer en el lugar es que el cuerpo pudo haber sido abandonado río arriba y que se haya trasladado por la corriente hasta ese punto, ubicado cerca de la llamada "zona cero", donde se produjo el cruce del río durante la persecución de los gendarmes.
Todas estas intrigas esperan resolverse hoy cuando la autopsia, en Buenos Aires, revele datos certeros.
En el medio de esta radicalización, la comunidad mostró diferencias internas. El rastrillaje que dio con el cuerpo se consiguió luego de una extensa negociación entre el juez del caso, Gustavo Lleral, y miembros de la comunidad que mostraron una postura dialoguista. Ambas partes tuvieron tres reuniones, y si bien los mapuches pusieron una larga lista de condiciones para habilitar el operativo, las tratativas se desarrollaron de forma pacífica.
El martes pasado, cuando la Prefectura llegó al lugar, el operativo se atrasó porque los mapuches quisieron palpar a todos los efectivos. Tras ese entredicho, finalmente se pudo avanzar con miembros de la comunidad como testigos del trabajo de los prefectos, los bomberos y los perros rastreadores. Uno de los mapuches, incluso, participó desde las balsas de la Prefectura que recorrieron el río.
Ricardo Urquiza, uno de los socorristas que participaron del operativo, reveló que cada uno de los bomberos fue seguido por mapuches y agregó que la búsqueda fue "complicada y bajo tensión". "Todo el movimiento de búsqueda fue controlado. Ellos no creen en el juez, ni en la policía", comentó Urquiza.
Todo se mantuvo en paz hasta la aparición del cuerpo. Hacia el final del día, tras el hallazgo de los restos, el clima se tensionó cuando un mapuche que no se había mostrado antes se exhibió violento. Para los presentes, se trata de una persona con una posición muy extrema que no integra el grupo habitual y que no había participado en las negociaciones. No formaba parte del grupo dialoguista y a los presentes les llamó la atención la dureza de su actitud, que terminó con pedradas al juez y a su equipo, incluso con un secretario judicial lastimado.
Los mapuches dijeron a LA NACION que en la madrugada del miércoles, tras el operativo, al lugar se acercó una camioneta de la Policía Federal, la fuerza más repelida por la comunidad, para "burlarse" de su situación. Pero no ingresaron al predio. "El lugar del hallazgo lo custodia la comunidad", dijo un miembro de la comunidad.
El enojo con las autoridades y el repudio del tratamiento mediático del caso se tradujeron en un endurecimiento. "No somos terroristas y debemos defendernos de los ataques del Gobierno", dijo ayer la werken del Pu Lof. Definió la presencia del secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, en el Pu Lof la noche del hallazgo, como una "provocación" y parte del "plan para perseguir a la comunidad", al justificar el episodio que terminó con pedradas y daños al vehículo oficial. También con una denuncia policial contra los mapuches, que profundizó aún más las rispideces.
Más allá de los interrogantes del caso Maldonado, la pregunta que queda abierta es qué ocurrirá con el conflicto mapuche de aquí en más. En una tierra tan vasta, nadie sabe qué puede pasar cuando el caso judicial deje de ocupar el centro de la escena.