Tras las críticas de EE.UU. Ratifica el Gobierno que no votará contra Cuba
La Argentina se abstendrá en la ONU, dijo el jefe de Gabinete
Dos días después de las duras críticas de un funcionario de los Estados Unidos por el acercamiento político de la Argentina con Cuba, el Gobierno anticipó ayer que no votará en contra del régimen de Fidel Castro en la reunión anual de la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), convocada para abril.
Al igual que el año pasado, la delegación argentina optará por la abstención, según anunció el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. "Así como Estados Unidos defiende una posición adversa a Cuba, la Argentina tiene en este punto una postura definida, que es abstenerse", sostuvo.
El malestar de la diplomacia norteamericana por las renovadas relaciones entre Buenos Aires y La Habana saltó al primer plano cuando Roger Noriega, el hombre de George W. Bush para América latina, dijo el martes pasado que su país se siente "decepcionado" por la actitud de Kirchner.
El jefe del Departamento de Estado, Colin Powell, respaldó ayer a Noriega y anticipó que discutirá el tema con el canciller Rafael Bielsa, el lunes, en Monterrey, un día antes de la audiencia entre Kirchner y Bush. "Creo que Noriega estaba hablando clara y directamente y sé que eso molestó a algunos de los funcionarios argentinos. Espero ver a Bielsa y discutir esto con él el lunes en Monterrey", indicó, en declaraciones difundidas por la agencia francesa AFP.
La prisa del Gobierno por informar cómo votará en la ONU apunta a dar un mensaje de que no aceptará presiones de los Estados Unidos para modificar la política sobre Cuba, indicaron fuentes que dialogan con el Presidente.
En la Casa Rosada interpretan que con las críticas de Noriega la administración republicana busca forzar que la Argentina condene a Cuba. Bush, en el principio de su campaña por la reelección, se ha endurecido con Castro para satisfacer a la influyente comunidad latina que reside en los Estados Unidos.
El jefe de Gabinete intentó desdramatizar la decisión del Presidente. "La Argentina ha tenido esta posición no solamente desde el gobierno anterior y no tiene por qué revisar esta postura. Es parte de la determinación libre de un país", agregó Fernández.
Después de más de 10 años de condenar las violaciones a los derechos humanos en Cuba, el presidente Eduardo Duhalde resolvió abstenerse en la reunión del 17 de abril del año pasado (el año anterior había corroborado la condena).
Fue apenas una semana después del fusilamiento de tres disidentes en La Habana. Faltaban 10 días para las elecciones que llevarían a Kirchner a la Casa Rosada.
En aquel momento se interpretó que la decisión de Duhalde había sido recomendada por Kirchner, entonces su candidato. La explicación oficial fue otra: calificó de hipócrita cuestionar a Cuba cuando la coalición encabezada por los Estados Unidos atacaba Irak sin el consentimiento de las Naciones Unidas.
De ese modo, la Argentina retomó la línea que había iniciado el gobierno de Raúl Alfonsín, la misma que históricamente defendió Brasil.
Justamente la coordinación con Itamaraty en los principales foros internacionales constituye una conducta estratégica para Kirchner.
"La relación con los Estados Unidos debe ser madura y fructífera. Eso no tiene que significar un alineamiento automático", reiteró el ministro del Interior, Aníbal Fernández. Por tercer día consecutivo los hombres del Presidente reclamaron respeto por la libertad argentina de elegir su camino exterior.
Un anticipo
El desarrollo de las relaciones con Cuba había sido excluido por decisión bilateral de la agenda de temas que tratarán Kirchner y Bush el martes en Monterrey.
Como suele ocurrir en la alta política, los temas urticantes se discuten primero en el nivel de los ministros.
Las declaraciones de Powell demuestran el grado de interés de los Estados Unidos por la conducta argentina respecto de Castro. La reunión entre Powell y Bielsa revestirá, tal vez, una importancia decisiva para el desarrollo de la cita posterior entre los presidentes.
Bielsa ha sido blanco directo de las acusaciones norteamericanas. Noriega mencionó el viaje del canciller a La Habana, en octubre pasado, entre las actitudes que decepcionaron a Washington.
En aquella visita, Bielsa fue recibido por Castro y no mantuvo contactos personales con los disidentes.
El acercamiento político con Cuba había empezado bastante antes. Castro participó en mayo de la asunción de Kirchner, con quien mantuvo una larga reunión en el despacho presidencial.
Poco después, la Argentina regularizó sus relaciones con la isla, al enviar un nuevo embajador, el entrerriano Raúl Taleb. El gobierno de Fernando de la Rúa había retirado al jefe de la delegación en el 2001, después de que Castro acusó de "lamebotas de los yanquis" al entonces presidente.
Cautela
Pese a la evidente reactivación de los lazos diplomáticos, los funcionarios de Kirchner han medido siempre sus declaraciones públicas sobre la situación política en Cuba.
No hubo jamás una defensa abierta a Castro ni se analizó siquiera -confirmaron altas fuentes de la administración- la posibilidad de votar en contra de la condena que año tras año motoriza Washington en las Naciones Unidas.
Todavía queda en suspenso la posibilidad de que Kirchner visite La Habana este año, como respuesta a una invitación formal de Castro. El jefe de Gabinete dijo esta semana que esa posibilidad no se descarta, pero está "todavía lejos de confirmarse".
En la reunión del año pasado de la Comisión de Derechos Humanos, en Ginebra, la advertencia a Cuba se aprobó por escaso margen, por 24 votos a favor, 20 en contra y 9 abstenciones. Fue una de las resoluciones más moderadas de los últimos años: se instó a Castro a aceptar la visita de una enviada de la ONU para investigar las violaciones a las libertades individuales.
En medio de la presión electoral, Bush promoverá este año una condena más sólida con un número muy superior de países aliados. El mensaje del gobierno de Kirchner le confirmó con tres meses de anticipación que la Argentina no estará en esa lista.
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