Registran junto a las Madres a un jefe de Inteligencia
El agente Pocino acompañó al jefe de seguridad de Bonafini en el desalojo de una protesta
Hace 11 días, el canal de noticias TN filmó la protesta de los albañiles del programa Sueños Compartidos suspendidos por la Fundación Madres de Plaza de Mayo, que preside Hebe de Bonafini. Las cámaras registraron al encargado del desalojo, Alberto "Pocho" Brizuela, jefe de seguridad de Bonafini. Pero no advirtieron a uno de sus acompañantes. En el extremo de un balcón, con camisa blanca, chaleco, infaltables lentes negros sobre la cabeza y hablando por teléfono aparece Fernando Pocino. El informe lo presenta como un allegado a las Madres, pero es el director de Reunión Interior de la Secretaría de Inteligencia (SI) de la Presidencia de la Nación, antes conocida como SIDE.
El funcionario conoce a Cristina Kirchner desde los tiempos en que ella ocupaba una banca en el Congreso, donde él prestaba servicios. De aquella época data también su vínculo con la ministra de Seguridad, Nilda Garré, su actual madrina en el universo oficial. La presencia de este director de la SI al lado de Brizuela impide aceptar lo que el Gobierno pretende hacer creer: su escasa vinculación con la peripecia empresarial de Sergio Schoklender y las Madres de Plaza de Mayo.
Pocino ha ganado durante los últimos años una notoriedad inusual para un espía. Se le han atribuido, con detalles muy convincentes, seguimientos a periodistas y políticos. Entre ellos la falsa denuncia sobre una cuenta en el exterior a nombre de Enrique Olivera, o la exhumación del legajo del diputado Juan José Alvarez como empleado de la SIDE durante la dictadura militar.
Pocino sería un informante sistemático de los medios encargados de la propaganda del Gobierno y del vituperio de la oposición y de la prensa independiente. Fue fotografiado por el diario Perfil en 2007, mientras veraneaba en Pinamar.
La aparición de este funcionario en el obrador que intentaban tomar los trabajadores contratados por Bonafini plantea, en principio, un problema legal. Al servicio de inteligencia presidencial le está prohibido realizar tareas de espionaje interno. Es cierto que nadie toma en serio esa interdicción. Ni siquiera los fiscales. Sin ir más lejos, este diario publicó que Pocino mismo recorrió el parque Indoamericano durante la invasión de esas tierras, horas después de que su amiga Garré se hiciera cargo del Ministerio de Seguridad.
Sin embargo, las actividades de Pocino el pasado martes 12 cobijan significados más inquietantes. En un país serio, cabría esperar alguna explicación del secretario de Inteligencia, Héctor Icazuriaga, acaso el colaborador más cercano de la señora de Kirchner, y la Presidenta debería informar, aunque le va a costar justificarlo, por qué se convirtió en un objetivo del espionaje oficial a los desamparados trabajadores que las Madres de Plaza de Mayo contrataron en negro. ¿O Pocino trabaja por su cuenta?
El aparato
Bonafini tendría que sentirse más incómoda. Icono de la lucha por los derechos humanos, esta dirigente solía presentarse como la heredera de la militancia revolucionaria de sus hijos desaparecidos. Ahora aparece aprovechándose del dispositivo persecutorio del Estado para fisgonear a una legión de albañiles librados a su suerte por las empresas que ella controla o debería controlar. ¿O su jefe de seguridad, Brizuela, ignoraba qué servicios estaban prestando los que lo acompañaban en el balcón?
No son las únicas extravagancias que revela este episodio. La aparición de Pocino en la pantalla de TN confirma la baja calidad del aparato de inteligencia que asiste a la Presidenta. Es el mismo servicio al que la Cámara Federal ordenó investigar para determinar si uno de sus agentes fue quien le avisó al dirigente de la AMIA Sergio Burstein que el comisario Jorge Palacios le habría intervenido el teléfono. En este caso el espía exhibicionista se llamaría Hugo Alvarez, y fue capturado por un sistema de TV más ramplón, el del locutorio desde el que hizo la llamada "anónima". Una curiosidad: en su momento se informó que Alvarez cumplía órdenes de una funcionaria llamada Gladis Leis, que estaría relacionada con Pocino.
Si no fuera porque todo esto se produce en un país que sufrió un par de atentados del terrorismo internacional en apenas dos años, habría que celebrar las torpezas de estos vigiladores de la Presidenta. Su providencial incompetencia atenúa cualquier inclinación autoritaria del kirchnerismo.
1200
millones de pesos
Es el presupuesto para viviendas sociales que el Gobierno había asignado a la Fundación de las Madres. Desde 2008, llegó a pagarles 756 millones de pesos.
4788
casas y departamentos
Esa es la cantidad de viviendas que las Madres se comprometieron a construir en 7 provincias. Hubo demoras en la mayoría de los casos.
1288
viviendas porteñas
Las Madres debían construir 780 departamentos en Castañares, 340 en Piletones y 168 en la Villa 15.
6000
empleados
Según Bonafini, ésa es la cantidad de obreros de la Misión Sueños Compartidos que dejaría de existir.
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