Sadous vinculó a De Vido con la embajada paralela
Dijo que Planificación decidía quién exportaba; ratificó las gestiones de Uberti al margen de la legación
El ex embajador en Venezuela Eduardo Sadous dijo ayer en la Cámara de Diputados que existían "gestiones comerciales paralelas" con ese país, al margen de la representación diplomática, e involucró de manera explícita al Ministerio de Planificación en esas operaciones, según trascendió, a pesar de que se trató de una audiencia secreta. El diplomático afirmó que la cartera a cargo de Julio De Vido definía qué empresas podían exportar a Venezuela por medio de un fideicomiso, previo pago de comisiones de entre el 15 y el 20 por ciento.
Ante los diputados de la Comisión de Relaciones Exteriores, el embajador apuntó también contra Claudio Uberti, ex titular del Organo de Control de Concesiones Viales (Occovi), investigado en la Justicia por intervenir en supuestos negociados con Venezuela.
Sadous recordó que cuando envió, en enero de 2005, un cable diplomático a la Cancillería, en el que advertía sobre la "gravísima situación" de "corrupción" por la sugestiva desaparición de US$ 90 millones del citado fideicomiso, el entonces agregado comercial, Alberto Alvarez Tufillo, se comunicó con él. "Dice Uberti que te dejes de joder, que no te metas, porque (las relaciones comerciales con Venezuela) es territorio de ellos", dijo el ex embajador que le transmitió el agregado.
Tras escuchar durante más de cuatro horas al embajador Sadous, los diputados opositores se retiraron convencidos de que, a pesar de la negativa del Gobierno, funciona una "embajada paralela" en Venezuela, y avanzarán en la creación de una comisión investigadora. El oficialismo, por el contrario, descalificó las denuncias del diplomático. "No hizo otra cosa que repetir la declaración que hizo [hace dos meses] ante la Justicia, de por sí bastante endeble", indicaron.
El kirchnerismo intentó poner en aprietos a Sadous. El diputado Ruperto Godoy lo cuestionó por no haber denunciado en el acto el pago irregular de comisiones, mientras que Carlos Kunkel lo indagó sobre sus costumbres como embajador en Caracas. A tal punto que le preguntó si solía hacer fiestas con jóvenes venezolanas en la sede diplomática. "Ni con jóvenes ni con adultos", se defendió Sadous.
El diplomático no se guardó nada durante su exposición. De la reunión, que fue secreta, sólo participaron los diputados y taquígrafos, que previamente debieron suscribir un compromiso de confidencialidad.
"Hasta 2002, la relación con Venezuela transcurría por los canales habituales -arrancó Sadous, según relataron luego fuentes legislativas-, pero ya en 2004 funcionan los canales paralelos cuando se firma el fideicomiso con Venezuela."
Sadous explicó que para los empresarios argentinos resultaba más sencillo exportar a Venezuela vía el fideicomiso suscripto por ambos países; ese fideicomiso contenía fondos argentinos en pago por la importación de fueloil venezolano. "El Ministerio de Planificación era el que definía cuál empresa entraba y cuál no", insistió Sadous, según contaron fuentes legislativas.
Este ingreso estaba supeditado al pago de las comisiones, que iban del 15 al 20%, según le transmitían los empresarios que querían participar del negocio. Ya por entonces se escuchaban algunas quejas, rememoró Sadous. Sobre todo cuando trascendió el faltante de US$ 90 millones en aquel fideicomiso; el dinero luego apareció, pero se habría usado para comprar dólares en el mercado marginal venezolano, con lo que se logró una diferencia de US$ 13 millones.
"Venezuela nos demora los pagos por las exportaciones, para las que tuvimos que pagar comisiones del 15% y encima hace diferencia con la plata del fideicomiso", se quejaban los empresarios, según contó Sadous.
El embajador les solicitó a los empresarios que expusieran por escrito sus quejas, pero, según relató ante los legisladores, ninguno se atrevió a hacerlo. Fue entonces cuando, en enero de 2005 y tras sucesivas alertas, envió un cable a la Cancillería para advertir sobre lo que sucedía en Venezuela. El mensaje desató una conmoción en Buenos Aires, a tal punto que Uberti lo intimó a "dejarse de joder". Poco tiempo después, Sadous fue desplazado y reemplazado por Nilda Garré.
Sadous insistió en que, mientras él se desempeñó en Venezuela, las gestiones comerciales con ese país se desarrollaban al margen de la embajada y que Uberti, que viajaba al menos dos veces por mes a ese país, se manejaba con plena autonomía. "De Vido sólo se acercaba a la embajada en el último día de su visita a Caracas", habría graficado el diplomático. De todas maneras, ante la pregunta de la oposición, dijo no saber quiénes pagaban los viajes de los funcionarios argentinos a Venezuela, que nunca lo hacían en aviones de línea, sino privados.
Asimismo, rechazó las insinuaciones del oficialismo sobre su cercanía a sectores opositores de Venezuela. "Yo actué a pedido de la Cancillería y armé reuniones con referentes de la oposición porque así lo requería el entonces presidente Néstor Kirchner", dijo el diplomático.
VUELOS, AUTOS Y NEGOCIOS PARALELOS
- La existencia de una "diplomacia paralela" en Venezuela incomoda al Gobierno. El canciller Héctor Timerman y el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, lo niegan. Pero esa operatoria, cuentan empresarios, funcionarios y diplomáticos argentinos y venezolanos a LA NACION, la lideraron el ministro Julio De Vido -que se movía por Caracas con un auto de la Casa Militar, sin contactarse siquiera con la embajada argentina- y sus colaboradores. En especial, Claudio Uberti, que negoció contratos con Pdvsa y el Ministerio de Salud y hasta coordinó ventas de ganado y maquinarias, muy lejos de sus funciones, en la Argentina, como contralor de las concesiones viales.
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