Sólo en off
No voy en tren, voy en avión. La canción que hizo famosa Charly García podría ser figurativamente entonada por el presidente Fernando de la Rúa. Algunos de sus colaboradores comentaron en voz baja que la venta del Tango 01, el avión presidencial por el que Carlos Menem pagó algo más de 60 millones de pesos, no parece ser ya una de las prioridades de la flamante gestión.
El anuncio de la venta se transformó durante la campaña en uno de los temas más reiterados por el candidato de la Alianza. El Tango 01 se convirtió desde entonces en uno de los símbolos representativos del menemismo.
Casi al mismo tiempo, integrantes del equipo delarruista se pusieron a averiguar precios y opciones para reemplazar la lujosa aeronave y a buscar interesados en la compra. Después de numerosas llamadas, surgieron como potenciales compradores el mandatario brasileño, Fernando Henrique Cardoso; un jeque árabe, y hasta un grupo de empresarios argentinos, dispuestos a alquilarlo a terceros. Pero las ofertas económicas recibidas dieron por tierra con los planes de venta: en el mejor de los casos obtendrían el 50 por ciento de lo que se pagó por el avión.
Desde entonces, el entorno del Presidente intentó bajar el perfil de lo que parece haberse transformado en una ex propuesta. A la falta de rentabilidad económica sumaron otras cuestiones prácticas, como los riesgos de que un mandatario se mueva en un avión de línea (recuerdan la amenaza de bomba a Air France cuando De la Rúa viajó a París, en noviembre último) y la incomodidad a la que se enfrentaría en el caso de tener que volver con urgencia desde algún destino.
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Davos de la cultura. Darío Lopérfido, secretario de Cultura y Comunicación y vocero presidencial, festejaba por partida doble: la misma semana en que asumió sus nuevas funciones recibió la visita de Jacques Lang, ex vocero del jefe del Estado francés, Jacques Chirac.
De hecho, la creación del doble cargo para un mismo funcionario estuvo inspirada en la estructura del gobierno francés.
Los colaboradores de Lopérfido comentaron que Lang estaba en Chile y viajó especialmente para saludar a aquél. Compartieron un almuerzo en Puerto Madero y aprovecharon para comenzar a planificar el "Davos de la cultura", una iniciativa que pretenden poner en marcha lo antes posible. Con el foro económico que cada año se hace en Suiza como modelo, quienes motorizan la idea pretenden reunir a las personalidades de la cultura.
Mientras tanto, y aunque aún falta designar a algunos secretarios de Estado de áreas clave, quienes ya ocupan su cargo en Cultura y Comunicación no pierden el tiempo. Viejos empleados de la Casa Rosada cuentan que parte del equipo de Lopérfido ya recorrió en detalle la sala de conferencias del segundo piso. Los cortinados del escenario y el cartel con el logo de la Casa Rosada que instrumentó el menemismo (que, en materia de comunicaciones, llegaron a simbolizar la última gestión gubernamental) no tendrían mucho tiempo de vida. Los diseñadores de la Alianza que se ocuparon de la parte estética de la campaña ya piensan en los cambios que harán.
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Tarjeta roja ... Los menemistas de la Cámara de Diputados no quedaron muy conformes con impulsar a César Arias como miembro de la Auditoría General de la Nación.
Resentidos por la decisión (según ellos, "inconsulta") de promover a Arias como auditor, los diputados menemistas Ricardo Quintela y María Chaya, entre otros, le pidieron al jefe de bloque del PJ, Humberto Roggero, que la bancada peronista vote nuevamente esa designación. La semana última, el bloque eligió a Arias como uno de los auditores (aún no se oficializó el nombramiento) como parte de una elección conjunta con la del nuevo defensor del Pueblo, cargo que quedó en manos del ex diputado Eduardo Mondino. Pero ahora los menemistas quieren rever la situación de Arias en una nueva votación y promueven a Elsa Melogno como miembro de la Auditoría.
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Cambio de ánimo... Si bien se los había visto compungidos en la sesión en la que se aprobó la intervención federal a Corrientes, los dos senadores del PJ por esa provincia, Angel Pardo y Rubén Pruyas, terminaron el día festejando en el restaurante Look, de la Costanera, para despedir al senador Carlos Manfredotti, que retorna a la función ejecutiva. Los legisladores, junto con sus compañeros de bancada, matizaron la noche con champagne y bailaron hasta la madrugada. El senador Ramón Ortega aportó algunos de sus clásicos, a capella. Lo más llamativo, sin embargo, fue que los senadores peronistas hayan elegido un lugar típicamente radical, seleccionado por la Alianza para festejar el traspaso de poder.
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Salto en alto. El gobernador de Salta, Juan Carlos Romero (PJ), quiere convertirse en el líder de los gobernadores del NOA y, de esta manera, proyectar su imagen en el nivel nacional para pelear el 2003.
Con esa visión de futuro, el jueves último Romero organizó una reunión para despedir el año. Participaron varios senadores, como Eduardo Menem (PJ-La Rioja) y Julio San Millán (PJ-Salta), y dirigentes partidarios.
Otro de los que festejaron por anticipado el fin del milenio fue uno de los publicistas preferidos del justicialismo, José "Pepe" Albistur, que el viernes último mezcló su clientela en el Jockey Club de San isidro.
Hasta ese lugar se acercaron desde el senador Antonio Cafiero (PJ-Buenos Aires) y el vicegobernador bonaerense, Felipe Solá, hasta el hijo del Presidente, Antonio de la Rúa, y el ministro de Trabajo, Alberto Flamarique.
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Mundo grúa. El miércoles último, durante la sesión en la que se debatió el presupuesto 2000, el jefe del bloque del PJ, Humberto Roggero, tuvo que salir disparando del recinto porque la grúa le había llevado su auto, que estaba mal estacionado en la calle Combate de los Pozos, frente al anexo del Congreso.
Su chofer, Horacio, tuvo que rescatar el auto de una playa de estacionamiento situada en el barrio de Constitución, previo pago de 50 pesos por el acarreo.
Roggero sabe lo que es quedarse a pie. Esta fue la segunda vez que le sucedió lo mismo.
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