Susana Malcorra: "Hay que ajustarse para ser competitivos en el mundo"
La ex canciller encabezará la cumbre de la OMC en la Argentina y anticipa los debates que se vienen
La ex canciller Susana Malcorra presidirá en diciembre la cumbre de la OMC, que se celebrará durante cuatro días en la Argentina. Llegarán representaciones de 164 países, más de 6000 personas, y se discutirán las bases y pautas comerciales del mundo. En diálogo con LA NACION, Malcorra aseguró que los beneficios son múltiples para el país: visibilidad, la capacidad de establecer ciertos ejes y de "tender puentes entre los países".
En una era surcada por el proteccionismo de Donald Trump, la ex ministra confía en que la única manera de limitar las políticas unilaterales es reforzando el sistema global de reglas y generando consensos, aunque descartó la posibilidad de discutir el ingreso del biodiésel argentino a EE.UU. En cuanto a las posibilidades de incrementar el comercio mundial y el marco de las reformas laborales que busca establecer el Gobierno, adelantó que la Argentina deberá adaptarse al sistema. "Uno tiene que ser capaz de ajustarse para ser competitivos en el mundo", dijo.
-¿Cuál es la importancia de que la cumbre de la OMC se celebre en la Argentina?
-Cuando decidimos ofrecer nuestro país como sede, lo pensamos en función de la noción de volver a insertar a la Argentina en el mundo. Cuando uno tiene un rol activo se transforma en el eje de estos eventos. También nos da buenos vínculos para el armado de la agenda del G-20.
-¿Qué beneficios puede obtener la Argentina?
-Estas cosas no se dividen en términos mercantilistas estrictamente. En primer lugar vamos a tener visibilidad entre los 164 países que componen la organización. Van a visitarnos entre 6000 y 7000 personas: gente con puestos importantes del periodismo, el empresariado, líderes mundiales, en general gente con capacidad de decisión. Pone a la Argentina en el radar. También vamos a mostrar nuestra capacidad de organización y logística. Y ejercer el rol de presidencia, a través del cual intentaremos articular el armado de los consensos. Tenemos un rol de constructor de puentes que hay que fortalecer.
-Diciembre es siempre un mes complicado. ¿Le preocupa la seguridad durante el encuentro?
-Hay un equipo interdisciplinario trabajando en esta cuestión, con el Ministerio de Seguridad y otras áreas, como la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Estamos muy conectados con países que han hecho recientemente este tipo de encuentros.
-¿Cuál es el papel de nuestro país en la era Trump, de mayor proteccionismo?
-Las reuniones de la OMC son complejas porque se discuten intereses económicos concretos. Aquí hay un toma y daca de impacto comercial y económico. Históricamente los acuerdos no son fáciles de lograr. Este año vivimos una encrucijada, que pone en jaque el sistema de reglas en las que se monta el comercio y que proporciona cierta igualdad entre todos los países. Uno de los posibles cuestionamientos es la supervivencia del sistema de reglas. Hemos recorrido y hablado mucho con jugadores significativos para asegurarnos que de esta reunión salga reforzado el sistema de reglas. Podemos, además, tener logros en el tema de pequeñas y medianas empresas, y del comercio electrónico.
-¿Se podrá destrabar el ingreso del biodiésel nacional a EE.UU.?
-Ese es un tema bilateral. Las discusiones son multilaterales en la OMC, no tienen la relación directa de un vínculo bilateral. Esta discusión no se va a dar en esta reunión.
-Gran parte de la OMC implica mejorar el comercio a través de la quita de aranceles. ¿Podría perjudicar eso a las economías regionales?
-El principio subyacente en el comercio es que es de doble sentido. Obviamente, las reglas están armadas de modo tal de dar tiempo para la adecuación de los distintos sectores e industrias para que les permita competir. La concepción de un mundo abierto a nuestros productos, pero de una Argentina cerrada, no es realista. Cuando uno se sienta a negociar hay que poner reglas y el tiempo para adecuarse. Hay que tener horizontes de 10 o 15 años para hacer esa transformación. La adecuación es algo que tenemos que reconocer.
-¿Las reformas laborales que pretende articular el Gobierno van en este sentido?
-El comercio mundial se basa en un esquema de competitividad. Eso se logra a través de varias cuestiones. Obviamente, el costo interno es muy importante; si uno compite con estructuras de costos menores, hay que mejorar esa adecuación. La pregunta de fondo es si es sostenible un país que sólo viva de su mercado o un país que se abra al mundo, como el que quiere el Presidente. Uno tiene que ser capaz de ajustarse para ser competitivo en el mundo.
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