Tensión con Uruguay por la papelera: expectativas por la movilización de asambleístas a Fray Bentos. Temor oficial por la protesta en Botnia
Kirchner pidió moderación a sus funcionarios; "esperamos que reine la cordura", dijo el vicegobernador de Entre Ríos
Una certeza sobrevoló ayer los despachos del poder: la tensión política con Uruguay ha entrado en un proceso de escalada febril que, a criterio del gobierno de Néstor Kirchner, necesita paños fríos para no salirse de cauce.
En la primera línea del gobierno reinaba ayer una fuerte preocupación en torno de la manifestación que pretende llevar a territorio uruguayo la asamblea ambiental de Gualeguaychú el próximo domingo, y comenzó a bosquejarse un plan de contingencia para atender la situación, según confiaron a LA NACION altas fuentes oficiales.
La preocupación de Kirchner se tradujo ayer en al menos dos medidas concretas en procura de enfriar la coyuntura.
Como primera resolución, el Presidente instruyó a la primera línea del Gobierno a llamarse a silencio. Ningún funcionario nacional hizo declaraciones, atendiendo a una orden del jefe del Estado de no recalentar los ánimos a uno y otro lado del río.
La segunda consistió en ajustar el sistema de seguridad argentino en el paso transfronterizo: fuentes del Ministerio del Interior dijeron que comenzó a evaluarse cómo será el operativo de la Gendarmería en la zona.
El temor del Gobierno radica en que los roces abiertos en los últimos días puedan desembocar en un episodio de violencia, pese a que los asambleístas de Entre Ríos explicitaron que el próximo domingo marcharán sin ánimos de provocar disturbios.
"Hay mucha preocupación, pero esperamos que reine la cordura y que la marcha no desemboque en un episodio que todos vayamos a lamentar", dijo a LA NACION el vicegobernador entrerriano, Pedro Guastavino.
Guastavino es el nexo entre el gobierno nacional y los asambleístas. El vicegobernador es oriundo de Gualeguaychú y, por su conocimiento de la situación, ha tenido un rol protagónico en el conflicto desde su comienzo. "Hacemos un llamado a la cordura y pedimos moderación en la protesta", se sinceró ayer el mandatario.
La cautela primó en la administración nacional. En el entorno de Kirchner evaluaron que nuevas declaraciones contra las decisiones del gobierno uruguayo, como la de participar en la apertura del puerto de Ontur, cuestionadas formalmente mediante un comunicado de la Cancillería anteayer, sólo potenciaría aún más el conflicto.
Por eso, explicaron cerca del Presidente, se evitó ayer profundizar las intervenciones sobre el entredicho. "La intención es no agitar aún más las aguas con la situación tan caliente. La posición argentina ya fue expresada, no sumamos nada si contribuimos a la irritación que ya existe", dijeron en el entorno del canciller Jorge Taiana.
Las fuentes explicaron que el temor de que pudieran ocurrir incidentes en la protesta se cristalizó luego de los episodios que se registraron anteayer cuando unas 12 embarcaciones con asambleístas protestaron en aguas uruguayas contra la apertura del puerto de Ontur, desde donde la pastera Botnia exportará su producción a Europa y Asia.
Hubo en esa jornada episodios de alta tensión, cuando los ambientalistas cruzaron las límites físicos del río Uruguay e ingresaron en jurisdicción uruguaya, lo que provocó persecuciones de la Prefectura de ese país.
A esto se sumó la constatación de que el gobierno de Tabaré Vázquez ha decidido incrementar las medidas de seguridad en el paso fronterizo, y desplegará el próximo domingo un fuerte operativo de custodia.
La asamblea ambiental de Gualeguaychú se concentrará en el puente a partir de las 10 con la intención de cruzar y manifestar frente a la puerta de Botnia.
La movilización incluirá el ingreso en Uruguay a través del paso fronterizo internacional administrado por la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU).
En paralelo con la preocupación de la coyuntura, se acrecentó ayer la incertidumbre en ámbitos oficiales sobre el futuro que tendrá la facilitación del diálogo binacional encabezada por la corona española.
Los roces de los últimos días pusieron en tela de juicio su viabilidad en un contexto de marcada beligerancia, sobre todo cuando ambos países debían evitar acciones que pudieran entorpecer el diálogo.
La cumbre que estaba prevista para realizarse en el curso de septiembre no tiene fecha precisa. A juzgar por los hechos, el panorama no parece alentador, aunque en el gobierno español todavía se empeñen en afirmar lo contrario. "Todavía confiamos en que la facilitación tenga continuidad", dijeron a LA NACION fuentes del gobierno de Rodríguez Zapatero.
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