Timerman, como un equilibrista
WASHINGTON (De nuestra corresponsal).– Pasó largo rato sentado solo, en su banca, en un recinto semivacío, con expresión aburrida y al margen de los corrillos de sus colegas cancilleres en el día decisivo para la Comisión de Derechos Humanos.
Pero, a la hora de exponer, el canciller Héctor Timerman elogió su trabajo y el de su Relatoría para la Libertad de Expresión, a la vez que mantuvo posiciones salomónicas entre el radicalismo de los países del ALBA y los que llamaron al consenso. Guardó su disparo más profundo contra la OEA, de la que se preguntó si "realmente interesa" a los países de la región.
La pose distante del canciller fue más evidente en la pausa del mediodía. Originalmente pautada en media hora y extendida en los hechos al doble, pasó ese tiempo en su silla. El resto de la delegación argentina permaneció con él.
A la hora de tomar posición sobre los puntos en danza, sus argumentos se repartieron en coincidencias y guiños salomónicos. Todo sobre la base de reconocer la "deuda histórica" que el país tiene con la CIDH. "La necesitamos, nuestro mandato es fortalecerla", dijo. Fijó posición sumándose al llamado al consenso y en contra de la embestida ecuatoriana. Pero puso un matiz al compartir los reclamos específicos de las naciones del Caribe para que las necesidades presupuestarias de esa Comisión "no pongan en riesgo" otros proyectos sociales de la OEA.
Donde más se alejó de los países del ALBA fue en lo que refiere al financiamiento de la comisión: "Es absurdo decir que no puede aceptar fondos voluntarios mientras los Estados no asuman la responsabilidad de financiarla".
Les hizo un guiño, luego, al sumarse a la idea de "mudar" la comisión fuera de Washington –no necesariamente a la Argentina, aclaró– y al apoyar el llamado a que todos los países suscriban el Pacto de San José, lo que constituye un argumento contra Estados Unidos, que no acepta la jurisdicción de la Corte de Costa Rica.
–¿Qué opina de la actitud de la Argentina, que antes apoyaba su posición y ahora no tanto?, preguntó LA NACION al canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño.
El diplomático se guardó el comentario. "No opino sobre lo que hace un país hermano."
Ecuador y Venezuela, contra los medios
WASHINGTON.– "Los medios mienten y los medios son la oposición, que nunca saca votos", vociferó el canciller ecuatoriano Ricardo Patiño. El suyo fue el discurso más largo –media hora, pese a los llamados de la presidencia para que terminara de una vez– y centró su posición en la hipótesis de que la CIDH no sólo es un instrumento del imperio, manipulado por "intereses ajenos" sino, también, objeto de una "agenda que le dictan los medios".
La forma de concebir la libertad de expresión fue el telón de fondo para generosos tramos del debate. "Por qué hablamos tanto de esto y no del derecho de los afroamericanos, de las mujeres y de los niños", preguntó, en un momento, el argentino Timerman. Patiño seguía. Que los medios lo amedrentan pero que él habla "con la cabeza alta" y habló de todas las formas de manipulación privada.
A través de su embajador, Roy Chaderton, Venezuela le dio la razón y hasta se sumó a la campaña contra Clarín, al que reprochó una caricatura sobre Chávez. Comparó a periodistas de CNN con matones" y dijo que en la región hay "extremada libertad de expresión".
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