Un arrepentido reveló otra ruta de bolsos con dinero
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CÓRDOBA.- Miguel Vera, el "arrepentido" cordobés cuya declaración podría terminar en manos del juez Claudio Bonadio , que investiga la causa de los cuadernos , siempre se jactó de su poder de daño. En 2014, cuando la Justicia Federal lo buscaba para detenerlo en el marco de la causa por la financiera CBI, advertía a un interlocutor por teléfono que si se llegaba a "lastimar" judicialmente iba a "envenenar a todo el mundo". Así surge de una escucha que trascendió en la investigación y que exhibe cómo percibía la información financiera que manejaba de personajes de la política.
En su declaración como arrepentido, Vera reveló el mecanismo que se aplicó a través de CBI y otras dos financieras para "pagar a la tropa kirchnerista" y pesificar reintegros de la obra pública.
Vera declaró que abrieron dos cuentas en el Banco Nación sucursal Plaza San Martín, en pleno centro de Córdoba, a nombre de dos empresas fantasma: Jotemi SA y Halabo SA, y se depositaron cheques por $715,9 millones, que provenían de empresas contratistas y concesionarias de obra pública nacional y provincial. Después, con valijas y bolsos, retiraban el efectivo: movieron entre tres y cinco millones de pesos diarios entre 2012 y 2014.
Vera cuenta que la inscripción de Halabo y Jotemi y la apertura de cuentas fueron rápidas por la supuesta influencia de Ángel de Dios, consuegro de Julio De Vido y expresidente de SUBE. Menciona a José López , exsecretario de Obras Públicas; Fernando Salvi, quien dirigía una empresa del Banco Nación; Sandro Férgola, exdirector de Vialidad, y a Juan Campillo, exdirector de la ya disuelta Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (Oncca).
También aparecen mencionados -como ya informó LA NACION- Eduardo Accastello, exintendente de Villa María y candidato a gobernador por el kirchnerismo; titulares de organismos nacionales con sede en Córdoba; Fabián López, por entonces en Planificación y ahora ministro provincial; Joaquín Juana y Teófilo Grand, ambos identificados como valijeros y lavadores de Planificación, y su representante, Jorge Castro. Menciona las empresas Electroingeniería y Meditur (una sociedad fachada de Jorge Suau -vicepresidente de CBI-, Grand y Juana) y a García Flores, un "operador" de Suau que "desviaba fondos a Key West y Fort Lauderdale".
Luis de los Santos, encargado del local de CBI, relató en la Justicia cómo con la custodia de un policía retirado llevaba bolsos con cheques a "la Bristol" (así le decían a la oficina de Vera). "Se arrancó por una suma aproximada de $300.000 y se llegó a $1,2 millones (por agosto de 2013 en adelante). Siempre la intención de la Bristol era que fueran pocos cheques en cantidad y de mucho monto, pero eso no siempre se lograba". Dijo que Vera operaba con más financieras, ya que al ir al Nación "solían cruzarse con otras personas que también iban a retirar bolsos con dinero". Los billetes no se contaban en el banco: "Solo se retiraban los bolsos; generalmente los fajos de $100.000 se encontraban sellados al vacío en el propio banco, y luego cuando se ingresaba el dinero en CBI se realizaba el arqueo diario".
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