Un cambio de gran magnitud
Por primera vez, el Congreso tendrá que aprobar proyectos de ley para permitir que al menos el flamante jefe del Ejército, general de brigada Roberto Bendini, y el designado titular de la Fuerza Aérea, brigadier Carlos Rohde, asciendan a sus grados inmediatos superiores. Seguramente en las próximas horas, llegará una iniciativa similar para que ascienda el contraalmirante Jorge Godoy (Armada).
El trámite parlamentario puede dar una clara percepción de la profundidad del cambio que el presidente Néstor Kirchner ha decidido imprimir en las Fuerzas Armadas.
Anoche ingresaron en el Senado los proyectos de ley para ascender a general de división a Bendini y a brigadier mayor a Rohde, ya que no se respetará los años de cada escalafón. Esto implicará que ambas iniciativas sean analizadas en las comisiones de Asuntos Constitucionales y de Acuerdos de la Cámara alta y, posteriormente, que deberán aprobarse en el recinto de ambas cámaras.
Desde 1983, usualmente, el Poder Ejecutivo enviaba los pliegos con los ascensos y todos los estudios y consideraciones se realizaban dentro de la Comisión de Acuerdos del Senado que, tras emitir su dictamen, llevaban a una sesión de la Cámara alta el debate para la aprobación.
Mientras esas formalidades comienzan a transitar los pasillos legislativos, en las Fuerzas Armadas comienza a escribirse una nueva historia cuyo final está abierto y se develará con el correr de los meses y de los años para poder medir el impacto real de la medida adoptada por Kirchner.
Hoy, la única y no la más precisa vara, es el sinsabor de buena parte de los que pasarán a retiro y la necesidad de adquirir rápidamente experiencia entre quienes tendrán en sus manos el mando militar.
Complicaciones iniciales
Sin restar ningún mérito profesional al general Bendini, no puede soslayarse que la dificultad en obtener la aprobación presidencial de quienes lo acompañarán en la cúpula del Ejército complica al menos inicialmente su mando.
A menos de 24 horas de haber asumido su cargo, Bendini presidirá esta mañana el 198° aniversario del Día del Ejército. Y la oficialidad joven espera concretas definiciones de hacia dónde y cómo se encaminarán en el futuro. Pero hasta el cierre de esta edición, aún no había obtenido el visto bueno para llegar hoy, al Colegio Militar de El Palomar, con la nueva cúpula.
Nadie duda del respeto que las Fuerzas Armadas mantendrán por la Constitución. No sólo por su convicción, sino porque el propio Presidente ha marcado claramente el andarivel por el que se moverán.
Al asumir su puesto el domingo último, anticipó que serán altamente profesionales y que mirarán hacia el futuro. Kirchner fue claro al advertir que no aceptará volver al pasado.
"Nadie puede esperar ningún movimiento equívoco de nuestra parte porque sería un suicidio colectivo", le comentó a LA NACION ayer un oficial que asistió a la asunción del general Bendini, el que no ocultó su expectativa por las palabras del nuevo jefe, pero también confirmó que "no habrá muchos cambios a los que venimos haciendo en los últimos tiempos".
¿Qué posición quiso fijar Brinzoni ayer cuando al despedirse habló de intrigas políticas? "Hay que comprender que es el último discurso de un hombre que, si bien sabía que iba a retirarse muy pronto, no pensaba que en el Ejército iba a practicarse cirugía mayor", deslizó un oficial de las Fuerzas Armadas.
En la Armada y en la Fuerza Aérea no se niega cierta tristeza por quedar atados a la suerte que correrá buena parte del generalato. Pero, al menos entre los marinos "ya estamos respirando aires de futuro. Estamos ansiosos por asumir esta nueva etapa y pensamos que será beneficiosa para la Argentina", admitían ayer algunos oficiales que en los próximos días dejarán sus destinos en el interior para ocupar los mandos en el Edificio Libertad.
Esa sensación sobrevolaba en las últimas horas en la Fuerza Aérea, que no cree que vayan a cambiar sustancialmente las directivas impartidas.
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