Ansiedad en el Gobierno por una cumbre radical marcada por la incertidumbre
El Gobierno entero y el macrismo en pleno seguirán hoy minuto a minuto las alternativas de la convención radical, como lo hacían (o lo hacen) con la cotización del dólar y como lo hicieron hace cuatro años con la misma reunión de la UCR. Hay algunas diferencias en los paralelismos, pero no en la ansiedad que han despertado y despiertan, ni en la incertidumbre que los rodea.
En términos de pareja, podría decirse que en 2015, en Gualeguaychú, estaba en juego si macristas y radicales empezarían una vida juntos o si los herederos de Alem se irían con el otro pretendiente ( Sergio Massa ). Era todo o nada.
En la reunión de hoy de Parque Norte nadie augura ni espera que se discuta (de verdad) un divorcio, pero sí se debatirá el tipo de relación que llevarán. Y se esperan propuestas, con altas posibilidades de prosperar, que alteran los nervios de los que prefieren las relaciones más conservadoras y necesitan certezas.
En el stock del oficialismo, la certidumbre sigue en el rubro de los faltantes.
Las posiciones que están en discusión en los corrillos previos incluyen la demanda por sumar nuevos integrantes, el reclamo de abrir las PASO oficialistas o (la más probable) no cerrar el tema candidaturas y, por lo tanto, no expresar apoyo a la búsqueda de la reelección de Mauricio Macri, pese a que él mismo acaba de ratificar su postulación. No es un buen momento para que sus socios duden de acompañar al Presidente. Los votantes escépticos miran todas las señales y los matices pueden hacer al todo.
En el Gobierno esperan que se cumpla la promesa de los radicales más cercanos y que prospere un documento que confirme la pertenencia radical a Cambiemos, que a estas alturas parece no correr riesgos. Aunque es muy probable que incluya la demanda de abrir la coalición a nuevos socios. De la intensidad de la demanda dependerá cómo la procesarán en la Casa Rosada.
Los macristas más realistas también se conformarían si la convención dejara en manos de una comisión la discusión de las candidaturas subalternas a la categoría presidente y la redacción de un protocolo de funcionamiento de la coalición. Expectativas módicas. Como en otros terrenos.
Sin embargo, Cambiemos es una coalición tan sui generis que puertas adentro de Pro ahora tienen menos certezas sobre lo que harán sus socios y cómo votarán la mayoría de los convencionales que las que tenían cuando apenas los cortejaban. Hace cuatro años, los operadores de Macri llevaban un punteo quirúrgico de lo que haría casi cada uno de los más de 300 miembros de ese cuerpo partidario.
Hoy, en el Gobierno navegan con las aproximaciones que les provee un instrumental analógico, admiten altos funcionarios que auscultan las profundidades radicales. El encogimiento del sistema de armado político es una de las consecuencias sufridas durante la azarosa gestión nacional.
Es cierto que las decisiones de 2015 se presentaban como mucho más determinantes que las de hoy. Tan cierto como que si entonces el macrismo ofrecía un futuro venturoso hoy tiene un presente desventurado. Y, como dijo uno de los dirigentes partidarios con mejor llegada a la Casa Rosada, no hay que olvidar que "en la convención hay radicales", que es como decir que todo puede pasar.
El radicalismo se ha caracterizado siempre, a diferencia del peronismo, por su horizontalidad y su democracia interna. Pero ya hace mucho tiempo y varias debacles electorales o alianzas fallidas de por medio que a eso ha sumado un estado de ebullición interna y una ausencia de liderazgo indiscutido más propia de una federación de agrupaciones provinciales que de un partido nacional.
Las particularidades locales hoy pesan fuerte. El caso más destacado es el del titular partidario Alfredo Cornejo, que como gobernador de una provincia sin reelección -Mendoza- pretende que su partido retenga la gobernación, pero al que la realidad nacional le ha complicado el panorama, al revitalizar a un peronismo hasta hace nada era agonizante. A eso se suma que su candidato (el intendente de la capital, Rodolfo Suárez) deberá enfrentar en unas PASO a un postulante de Pro impulsado por la Casa Rosada (Omar de Marchi). Motivo más que suficiente para profundizar las diferencias. Aunque sea por tacticismo localista.
En los últimos días, el tono de las críticas de Cornejo al gobierno nacional, incluido el propio Macri, tuvo una dureza que excedía las habituales de un adversario interno. A las políticas públicas que muchas veces cuestionó en voz alta y con poco éxito en la propia Casa Rosada ha sumado cuestionamientos profundos a la gestión, a la forma de hacer política y a la visión táctica y estratégica del macrismo. A juzgar por sus dichos, en la convención de hoy su voto sería no positivo.
El documento que llevará a la convención el sector liderado por Cornejo, de todas maneras, mantiene al radicalismo dentro de Cambiemos, más allá de los múltiples reclamos de modificaciones, exigencia de apertura de la coalición y críticas que contendrá. Para el Gobierno podría ser suficiente para empezar a desandar el camino del arduo armado de las listas a partir de la semana próxima.
Más allá de la fórmula presidencial, cuya integración seguirá abierta hasta último momento, aun cuando Macri mantenga su decisión indeclinable (hasta hoy) de encabezarla, el debate por la conformación de listas de legisladores nacionales será arduo. El macrismo recuerda en estos días que en 2015 se avino al pedido de la UCR de privilegiar el lugar de los diputados a los que se les vencían sus mandatos, que eran, en su mayoría, radicales. Hoy, dicen en la Casa Rosada, es Pro el que tiene más legisladores en esa situación. Menudo dilema.
La integración del binomio presidencial seguirá siendo motivo de discusión y será Macri quien tenga la palabra decisiva, aunque su autoridad no sea tan indiscutida como la de Cristina Kirchner en su espacio. Las especulaciones, los rumores, las versiones y las hipótesis no cesan, aunque en la Casa Rosada pretendan ponerles sordina. Un sonoro estrépito causó la semana pasada la versión de que Macri pretendería sostener su postulación llevando a María Eugenia Vidal como candidata a vicepresidenta. Las relaciones entre las diversas alas de la Casa Rosada, el vidalismo y el macrismo porteño volvieron a tensionarse. Tanto que debieron hacerse llamadas aclaratorias al más alto nivel, tendientes a apaciguar el clima.
Para cerrar el conflicto, desde Balcarce 50 le dijeron a la mesa chica de Vidal que la idea/culpa había sido del asesor presidencial Carlos Grosso, pero que era a título personal y que no contaba con el aval de Macri ni del jefe de Gabinete, Marcos Peña. Tranquilidad a medias. Al fin y al cabo, no se trataba de especulaciones periodísticas, sino de hipótesis evaluadas en la cercanía de Macri. Los socios radicales pueden consolarse con que no son los únicos que suelen enterarse últimos de lo que se discute en la pequeña cima macrista.
A nadie puede sorprender, entonces, que la política ficción y el periodismo conjetural estén en su apogeo. Mucho menos después del sorpresivo lanzamiento de la fórmula presidencial kirchnerista. Todo resulta verosímil. Hasta el absurdo.
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