El análisis de la noticia. Un discurso muy armado
Por Atilio Cadorín
Si alguien quiere hacer pasar un elefante por la Plaza de Mayo sin que sea advertido, llena la plaza de elefantes para que por allí pueda pasar el resto de la selva.
Si un gobierno precisa que un tema en particular pase inadvertido, el recurso que suele utilizar es sacar a la luz al mismo tiempo varios aspectos conflictivos, no sólo del presente sino también del pasado, para que los debates se superpongan hasta el punto de que no se pueda distinguir entre lo importante de lo secundario.
Así suele tener comienzo las operaciones políticas de blanqueo que necesitan de un requisito indispensable: que el propio interesado (el Gobierno en este caso) exhiba sus debilidades antes de que lo haga la oposición.
Con ello se consiguen tres fines: atenuar las consecuencias políticas, restarle fuerza a la oposición y conseguir que los propósitos que pretende alcanzar el Gobierno pasen casi en silencio, en medio de tanto ruido.
La estrategia no es nueva, pero suele dar buenos resultados si se manejan bien los tiempos y se dosifica la información que se quiere dejar trascender de manera adecuada.
Así se trabajó, desde el oficialismo, todo lo que concierne a la intención de otorgarle el indulto a Enrique Haroldo Gorriarán Merlo, ex líder del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y del Movimiento Todos por la Patria (MTP), organización que consumó (con la conducción del anoche entrevistado) el sangriento ataque el Regimiento de La Tablada, el 23 de enero de 1989.
En medio del escándalo del contrabando de armas que afecta a altos funcionarios del Gobierno, de la declaración de bienes del Presidente y de la profecía presidencial de que si gana la Alianza "será como regresar al infierno", se produjo la reaparición pública de Gorriarán Merlo, tratando de justificar lo injustificable: la violencia sangrienta.
Otra imagen
En ese contexto, desde la cárcel, en una presentación pactada antes de que trascendiera la intención de indultarlo, como lo anticipó La Nación , y sin ningún hecho objetivo nuevo que lo justifique, Gorriarán Merlo concedió una entrevista que en las actuales circunstancias es, según observadores políticos, lo más semejante que se puede encontrar a una operación política.
En este caso, avalada por el Gobierno con el propósito de instalar la idea del indulto y justificar la reglamentación del artículo 36 de la Constitución, de acuerdo con el proyecto elaborado por el diputado justicialista César Arias.
"El Presidente no tiene facultad para indultar a Gorriarán Merlo por el tipo de delito que cometió y no creo que el proyecto de reglamentación del diputado Arias vaya a ser aprobado", dijo el vicepresidente Carlos Ruckauf.
La idea del indulto, sin embargo, sigue vigente. Para ello, alguien necesita mostrar la imagen de otro Gorriarán Merlo, no el del pasado escabroso. Un Gorriarán Merlo que quiere mostrarse como un hombre que respalda la pacificación y que habla de la necesidad de la convivencia democrática del presente, pese a que sigue cargando tintas sobre la actuación de las Fuerzas Armadas y que no muestra arrepentimiento.
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