Un final cantado
La continuidad de Aldo Rico al frente del Ministerio de Seguridad bonaerense es insostenible y el gobernador Carlos Ruckauf dio en las últimas horas claras señales de que tiene resuelto el relevo.
Es sin duda el primer traspié político de Ruckauf como mandatario bonaerense. Pero sería mucho peor si demora una definición y sigue expuesto a las críticas y a eventuales nuevos "bloopers" del controvertido militar carapintada.
Cuando era vicepresidente de la Nación, el actual gobernador fue testigo de cómo la tenaz resistencia de Carlos Menem a desprenderse de colaboradores cuestionados por la opinión pública terminó acelerando su desgaste. Ruckauf, con su particular dominio del termómetro de la sociedad, no cometerá el mismo error.
Hay otra razón fundamental para el inminente alejamiento de Rico del gabinete, que se vincula con la estrecha relación entre el gobernador bonaerense y el presidente Fernando de la Rúa. Poco antes de acomodarse en el sillón de Dardo Rocha, Ruckauf declaró que sus ministros trabajarían codo a codo con sus pares del gobierno nacional. Ese anuncio apuntaba, entre otras cosas, a la coordinación de políticas conjuntas para hacer frente a la delincuencia.
El primer paso en ese sentido se dio con la integración de Buenos Aires al consejo federal de seguridad. Pero la personalidad de Rico no garantizaba una buena química con las autoridades nacionales. Mucho menos, después de que para desviar la atención de sus antiguas vinculaciones con Carlos "El Indio" Castillo y su triste prontuario, el ministro intentó dejar pegado al Presidente con ese personaje. Entregó a la prensa una foto que mostraba al primer mandatario, supuestamente custodiado por Castillo. Cuando se descubrió que el custodio de la foto no era Castillo, sino el oficial de la Policía Federal Carlos Beraldi, la torpeza de Rico quedó de manifiesto.
Pese a que De la Rúa aceptó las disculpas que por escrito le hizo llegar Rico, es evidente que el objetivo de Ruckauf de trabajar codo a codo contra la inseguridad con el gobierno nacional sería utópico con la presencia de Rico.
La frase del ministro del Interior, Federico Storani, fue concluyente al respecto: "La primera función de un ministro de Seguridad es dar confianza y Rico no da confianza".
Desde el propio gobierno bonaerense arreciaron los cuestionamientos al ex líder carapintada y quien mejor los sintetizó fue el vicegobernador Felipe Solá, quien dio a entender que Rico carecía del equilibrio necesario para ocupar una función de tamaña envergadura, como la de ministro de Seguridad.
Jueces y pactos
No se terminan ahí los motivos para que Rico sea despedido. Desde el primer día de su gestión, se puso a los jueces en contra. Primero, propuso que su ministerio tuviera fondos reservados para poder hacer frente a pagos secretos que permitieran violentar la ley de silencio del hampa. No pocas voces sostenían que una facultad semejante para negociar con agentes del delito sólo podría estar en manos de los magistrados judiciales en casos excepcionales.
Después, acusó a los jueces bonaerenses de no trabajar los fines de semana, porque "prefieren ir a los countries a descansar".
Por último, no debe descartarse que su alejamiento sea también forzado por el reflotamiento de la cuestión derivada de la "supercoima" de alrededor de 12 millones de dólares, que, según ex dirigentes del Modín, habría recibido Rico en 1994 de Eduardo Duhalde, cuando el entonces gobernador requería de votos para reformar la Constitución provincial y permitir su reelección.
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