Un fiscal de la causa dictaminó que Nisman fue asesinado
Ricardo Sáenz dijo que no tiene dudas y se sumó a la tesis de los querellantes
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El fiscal ante la Cámara del Crimen Ricardo Sáenz afirmó ayer que Alberto Nisman fue asesinado. Fue el primer funcionario de la causa que adhirió a la tesis de las querellas y sostuvo, sin dudas ni reservas, que a Nisman lo mataron.
"Estamos en presencia de un homicidio", escribió Sáenz en el dictamen de un incidente para resolver si la causa permanece en la justicia de instrucción, como hasta ahora, o pasará al fuero federal, a los tribunales de Comodoro Py. El fundamento de las querellas (la familia de Nisman) fue que lo habían asesinado por su trabajo de fiscal, por la investigación del atentado contra la AMIA y la denuncia que hizo contra la entonces presidenta Cristina Kirchner, por encubrimiento. La ley establece que los delitos cometidos por o contra funcionarios en relación con su trabajo los investiga el fuero federal.
"No caben dudas ya de que no fue Alberto Nisman quien disparó el arma que le dio muerte, lo que necesariamente lleva a concluir que fue víctima de un homicidio", dijo Sáenz.
La fiscal Viviana Fein y la jueza Fabiana Palmaghini habían rechazado el planteo de las querellas. Ninguna consideró que hubiera pruebas para sostener que fue un asesinato. Ni siquiera, para creer que fuera más factible que un suicidio. Según Palmaghini, la hipótesis del homicidio estaba "teñida de subjetividad" y era "más ajustada a deseos personales" de la familia de Nisman y sus abogados que a las pruebas del expediente.
Tras el fallo de Palmaghini, las querellas apelaron. El caso se elevó a la Cámara del Crimen y el trámite de apelación empezó con la consulta al fiscal Sáenz, que ayer emitió su dictamen. Los jueces de la Cámara deberán decidir si el caso pasa o no al fuero federal, después de un audiencia fijada para el 18 de marzo próximo.
Los argumentos
En su dictamen, Sáenz enumeró las pruebas del supuesto homicidio que habían enunciado las querellas y que, según él, son sólidas. Los dichos de los testigos que relataron que, "lejos de hallarse angustiado o deprimido", Nisman "se encontraba de buen ánimo y plenamente convencido de la justicia de sus acciones". También, "la localización del disparo", el "hematoma en la zona occipital izquierda del cráneo", la lesión en la pierna izquierda (discrepa de los peritos oficiales, que dicen que serían viejas) y las declaraciones del médico y de la enfermera de Swiss Medical, a partir de las cuales las querellas concluyen que el cuerpo fue movido.
Para Sáenz, también el estudio sobre el arma y la falta de pólvora en las manos de Nisman "demuestran" el homicidio. Fein les había dado poca trascendencia a estos resultados, basada en que los peritos le informaron que factores como la sangre o la transpiración podrían haber eliminado los restos de fulminante.
Sáenz, además, considera como pruebas del asesinato el borrado del teléfono de Nisman, la falta de más huellas de terceros en el departamento y la ausencia de "una explicación lógica" para la aparición del arma en la escena. Para él, las versiones de que Nisman les pidió un arma a Diego Lagomarsino y al custodio Rubén Benítez no cierran.
Sáenz fue muy duro contra Lagomarsino. Dijo que debían investigarlo por la muerte de Nisman -no sólo por el supuesto préstamo del arma- y afirmó que le merecía "poca credibilidad" su relato sobre el supuesto pedido de Nisman un día antes de aparecer muerto. Sáenz citó a la querella que representa a la madre de Nisman, que había afirmado que "la utilización de un arma «amiga» como arma «asesina» es la mejor forma de montar posteriormente una escena alterada de «suicidio» para garantizar la impunidad de los homicidas".
A todos estos elementos, Sáenz sumó la sospecha de una "zona liberada" y los contactos que hubo, el fin de semana de la muerte de Nisman, entre "los agentes de inteligencia Antonio Stiuso, Alberto Mazzino, Fernando Pocino y el teniente general [César] Milani". También, el hecho de que Nisman hubiera sido objeto de un seguimiento cuando llegó a la Argentina, en el aeropuerto de Ezeiza.
El dictamen fue durísimo, pero era esperable. Sáenz es uno de los fiscales que encabezaron el acto de la semana pasada para pedir justicia por su colega Nisman y estaba en el escenario cuando, al lado de él, Julio Piumato sostenía que había sido un asesinato y un "abominable crimen de Estado".
Ahora, los camaristas Marcelo Lucini, Mario Filozof y Rodolfo Pociello Argerich decidirán si el caso pasa o no a la justicia federal.
Asumió Tonelli, pese al rechazo kirchnerista
- El Consejo de la Magistratura se reunió ayer con su composición completa por primera vez en el año en una reunión tensa. El diputado Pablo Tonelli (PRO) asumió pese a los intentos del kirchnerismo de evitarlo (sostiene que esa silla le pertenece) y los tres legisladores de ese bloque se abstuvieron, además de reclamar que se anulara la decisión de pronunciarse a favor de sumar a Tonelli.
- El orden del día tenía 13 puntos, que incluían 14 concursos para cubrir vacantes de jueces y 23 proyectos de desestimaciones de denuncias contra jueces que ya habían caducado. Los concursos se postergaron con acuerdo. Sí se aprobó el cierre de los expedientes contra jueces que habían caducado; ente ellos, dos viejas denuncias contra Norberto Oyarbide y dos contra Claudio Bonadio. También se cerró un expediente contra Luis Armella, el juez federal que tuvo a su cargo el caso del Riachuelo hasta que la Corte lo apartó.
- Además, se designó a Jorge Nasisi como subadministrador para el Poder Judicial. Será el segundo de Juan Cubría (hijo de María Servini de Cubría) mientras Cubría permanezca como administrador, hasta fines de marzo. El kirchnerismo se opuso.
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