Un gesto que impacta más por la señal política que por lo económico
Más que lo cuantitativo -$130 millones que prácticamente no varían desde 2016-, la decisión de la Iglesia de renunciar en forma gradual a los aportes del Estado tiene un fuerte carácter político e institucional.
El anuncio se formuló en momentos en que, después del debate sobre el aborto , surgen insistentes reclamos en favor de una separación completa entre la Iglesia y el Estado. Pero ya en los tiempos en que el cardenal Jorge Bergoglio caminaba las calles de Buenos Aires, varios obispos alentaban a buscar otros mecanismos de financiamiento para que el aporte estatal no se convirtiera en un factor que condicionara su palabra.
Fuentes oficiales dijeron en las últimas semanas que los $130 millones que asigna el Estado representan cerca del 7% del dinero que implica el movimiento de fondos de la Iglesia, en sus distintos campos. De acuerdo con ese parámetro, el financiamiento de todas las actividades pastorales y sociales ascendería a unos $1850 millones, en una estimación muy general.
Al margen del aporte estatal, que se destina al pago de asignaciones a los obispos, becas a seminaristas y el sostenimiento de parroquias de frontera, la Iglesia desarrolla acciones de promoción humana y social, financiadas muchas veces por programas de los ministerios de Educación, de Salud y Desarrollo Social e, incluso, por la cartera de Interior, a través del área de vivienda.
Muchos de esos planes son llevados adelante por Cáritas. Pero otros se financian con el aporte de los fieles. En la última colecta de Cáritas, en junio de este año, la Iglesia recaudó $91,6 millones, un 18% más que el año anterior. Con esos recursos se llevan adelante acciones destinadas a la primera infancia, educación, alimentos, vivienda, economía solidaria, desarrollo comunitario y prevención de adicciones, entre otros fines sociales.
Subvención a las escuelas
Por otra parte, en una distribución de recursos que corresponden a las provincias y a la Ciudad de Buenos Aires, las escuelas católicas reciben subsidios a la enseñanza privada, que no se asignan en virtud de razones confesionales, sino como parte del principio que garantiza el ejercicio de la libertad de enseñanza. Colegios de otras confesiones e, incluso, laicas, participan de este régimen y reciben fondos.
Como publicó LA NACION la semana pasada, una de las preocupaciones de la Iglesia es que la discusión pública sobre el sostenimiento del culto y el reclamo por la separación entre la Iglesia y el Estado deriven en campañas destinadas a exigir la eliminación de las subvenciones a la enseñanza privada.
Una medida que avance en ese sentido afectaría, principalmente, a las escuelas que trabajan en zonas de bajos recursos, que son los que mayores subsidios reciben. Para el Estado significaría una inversión excesivamente onerosa absorber la matrícula que atienden hoy los colegios privados.
En algunas provincias y municipios, incluso, varias instituciones católicas están exentas del pago de algunos impuestos o servicios públicos, aunque ese beneficio no es uniforme en todo el país. El Estado financia, además, obras de envergadura en templos históricos o santuarios nacionales, como la Basílica de Luján.
Según las propias estimaciones eclesiásticas, a partir de lo que se recauda en la colecta Más por Menos, mientras en la arquidiócesis de Buenos Aires se aporta en las misas un promedio de $4,60 per cápita, el monto disminuye a $2,60 en San Isidro y $0,62 en Mendoza, Se calcula que menos del 10% de los católicos concurren habitualmente a misa.
La renuncia de la Iglesia al aporte estatal está orientada a pensar en alternativas que fortalezcan el compromiso de los fieles. Varias parroquias desarrollaron en el último tiempo distintas iniciativas, como contribuciones familiares y la organización de encuentros y festivales para recaudar fondos, por ejemplo, para misionar en el interior.
Se estima que a la hora de buscar alternativas se analizarán variantes que se aplican en otros países, como la posibilidad de deducir del pago de impuestos el importe equivalente a la donación de fondos para un culto determinado.
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